"Chicago, The Musical": All That Jazz!

Después de 26 años, Chicago, The Musical sigue siendo el único musical con todo lo que hace temblar a Broadway: una historia universal de fama, fortuna y todo ese jazz, con una canción espectacular tras otra y el baile más asombroso que jamás se haya visto. No es de extrañar que Chicago, The Musical haya sido galardonado con 6 premios Tony®, 2 premios Olivier, un Grammy® y miles de ovaciones de pie. Mientras se celebra su 26.º aniversario, hay que ir a ver por qué el nombre en boca de todos sigue siendo... Chicago. (WEB OFICIAL). 

El teatro del crimen

Han pasado casi 50 años desde que Chicago, The Musical viese la luz por primera vez. Después de tanto tiempo, sigue siendo uno de los musicales más aclamados por el público en Broadway. Esta versión dirigida por Walter Bobbie respeta absolutamente la historia creada por Bob Fosse y Fred Ebb, donde se reflexiona sobre cómo se termina banalizando con el crimen. Asimismo, expone la corrupción de un sistema judicial basado más en la performance de la defensa, que no dista mucho de la realidad actual. En este sentido, este montaje sigue mostrando ese análisis social, sin perder la comedia y ese humor ácido que embriaga al espectador y se sumerge de lleno en la historia con personajes llenos de personalidad y carisma. Está claro por qué Chicago sigue siendo un referente y es por la astucia de su dramaturgia.

Ambientada en la era del jazz, en los años 20, se sigue dando lucidez a ese escaparate de la cultura pop criminal, siendo un fenómeno que todavía sucede como así demuestra el éxito de los true crime. Por ello, es lógico que esta historia siga causando furor entre los espectadores. Uno de los motivos que parecen atemporales es la forma en cómo la sociedad endiosa ciertos personajes públicos movidos por el morbo y el drama. Asimismo, no podían faltar los grandes números, como el tango de la cárcel, el cual a día de hoy sigue siendo de los más esperados. Únicamente, esta versión logra mantener toda la esencia, pero se siente que falta algo de picaresca en algunas partes al no ser llevadas con el dinamismo que se pudiera esperar.

El tango de la cárcel

Charlotte d'Amboise se convierte en Roxie Hart en esta versión de Chicago, The Musical. La actriz tiene una personalidad que hace el espectador se fije en ella en todo momento. Además, sabe mantener esa dicotomía de su personaje, entre ingenuidad y ambición, siendo ese uno de los puntos más destacables de su trabajo. También hay que aplaudir la excelente voz, así como la maestría que demuestra en sus números, como el que comparte con Ryan Silverman como ventrílocuo, una exquisitez ante los ojos. Después, Kimberly Marable se transforma en la icónica Velma Kelly. Vocalmente es un goce, pero se echa en falta algo más de presencia escénica, hay partes en las que se queda algo más pequeña frente a sus compañeras, en especial, al lado de d'Amboise.

Jennifer Fouché y R. Lowe son una maravilla en el escenario, despiertan las carcajadas del público, conocen el tono de la pieza y lo exprimen al máximo. Hacen del humor su principal arma, siendo unas actuaciones de gran calidad. Después, Raymond Bokhour transmite esa ternura que se busca en Amos Hart, es ese “pringado” que todo el mundo quiere abrazar. Como apunte, protagoniza una de las escenas, en solitario, más disfrutables de la pieza y donde los aplausos no paran de sucederse tras finalizar. Por otra parte, Ryan Silverman da vida a Billy Flynn, el hipócrita abogado de las “estrellas”. Su frialdad deslumbrante y su atractiva toxicidad se encarnan a la perfección. En su conjunto, todos los intérpretes ofrecen una ejecución de los bailes notables, aunque se puede esperar algo más espectacular. También en el número del tango de la cárcel se queda algo más descafeinado por algunas intérpretes.

Orquesta y voz

Si lo que se busca es un musical de Broadway con una gran parafernalia, escenografía infinita y una construcción de altos vuelos, tal vez, Chicago, The Musical no sea el indicado. Esta propuesta se lanza ante una puesta en escena más minimalista, elegante, sin florituras en la escena. Por ello, han aprovechado el centro del escenario para mostrar visiblemente a la orquesta, siendo un plus está decisión. Gracias a ello, se disfruta de las partituras de John Kander y Fred Ebb en su máximo esplendor, además, el director de orquesta es una estrella en sí, se agradece que se deje llevar por la comedia. Por tanto, musicalmente, sigue siendo un gran espectáculo, motivo por el que continúa mereciendo acudir y disfrutar de la historia de estas criminales.

El vestuario de las actrices mantiene esa estética de los cabaret y de los clubs de jazz, sentando una coherencia visual y estética entre todos sus intérpretes. También se presentan pequeños elementos, como sillas, que dan juego al movimiento escénico. Especial mención al número del ventrílocuo y a la escalera de Velma, rompiendo con lo convencional y así dando puntos álgidos, técnicamente hablando. Sin embargo, se echa en falta que no sean solo dos o tres los grandes números, sino que haya un trabajo más elevado en su conjunto. Por lo que, sería interesante que se potenciara aquellas partes que le puedan dar ese toque de gran formato. La seducción toma la escena, pero todavía no ha llegado a su máximo esplendor. Aun así, el resultado es más que notable.

Conclusión

Chicago, The Musical demuestra una vez más por qué este musical sigue siendo un éxito a día de hoy. La picaresca, la acidez, el humor y ese retrato de la hipocresía y de la corrupción jurídica siguen siendo un auténtico cóctel de gran nivel. Asimismo, se aplaude la labor de sus intérpretes, lideradas por una magnífica Charlotte d'Amboise, con unos destacables Jennifer Fouché, Raymond Bokhour y R. Lowe. La propuesta escénica es elegante, minimalista, siendo su orquesta lo mejor. Sin embargo, se echa en falta algo de espectacularidad y más picardía. A pesar de ello, sigue logrando un resultado más que notable. El público vuelve a caer rendido ante Roxie Hart y Velma Kelly con una propuesta que sigue cumpliendo con el legado de un musical ya histórico.

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