Javier Ballesteros es la cabeza creadora de la obra Cucaracha con paisaje de fondo, a través de una producción de Mujer en Obras. Su estreno fue el pasado 21 de octubre de 2020 en la famosa sala teatral Nave 73. Para este montaje ha contado con Laura Barceló, Pablo Chaves, Eva Chocrón, Virginia de la Cruz, Matilde Gimeno, María Jáimez y June Velayos. También hay que destacar que su debut sobre el escenario se enmarca dentro de la muestra de artes escénicas Surge Madrid 2020.
Crítica de 'Cucaracha con paisaje de fondo'
Resumen
Ficha Técnica
Título: Cucaracha con paisaje de fondo
Título original: Cucaracha con paisaje de fondo
Reparto:
Laura Barceló
Pablo Chaves
Eva Chocrón
Virginia de la Cruz
Matilde Gimeno
María Jáimez
June Velayos
Duración: 80 min. apróx.
Dirección: Javier Ballesteros
Dramaturgia: Javier Ballesteros
Asistencia a la dirección: Víctor Nacarino
Colaboración: Ernesto Artillo
Producción: Mujer en Obras
Tráiler de 'Cucaracha con paisaje de fondo'
Sinopsis de 'Cucaracha con paisaje de fondo'
Cucaracha con paisaje de fondo es una obra que retrata la vida en un balneario donde van a curarse las mujeres que no pueden tener hijos. Un lugar de mala muerte dirigido por un doctor desencantado en el que habitan pacientes y enfermeras cuyas vidas entrarán en peligro con la llegada de una visitante indeseable. Una mujer ajena a las lógicas de reproducción y prolongación de la vida que pondrá en duda los deseos y apetitos que alimentan el balneario. (SURGE MADRID 2020).
Bendito el fruto de tu vientre
La maternidad es una de las temáticas más complejas, o sencillas, de analizar, según el enfoque que se desee. Javier Ballesteros profundiza en el concepto que hay en torno a esta experiencia vital en Cucaracha con paisaje de fondo. En primer lugar, su dramaturgia se establece desde una visión cómica y con un sarcasmo sutil, pero efectivo. Asimismo, se puede ver cómo a través de ese humor tan especial, se van dejando caer distintos debates y preguntas sobre lo que significa ser mujer, ser madre y la figura social que emana de ella. Por tanto, deja una reflexión feminista mientras divierte al público, quién encadena unas carcajadas con otras, con unos personajes de lo más rocambolescos. De esta forma, le permite tocar ciertas sensibilidades, que son escuchadas y se logra una reflexión a posteriori que se extrae de una necesidad de romper moldes.
A través de sus personajes se vive el egoísmo, el anhelo, el falso altruismo, la esperanza… Un conglomerado de emociones, que encuentra su sublimación en un vehículo narrativo muy orgánico. Gracias a unos diálogos potentes y dinámicos, se mantiene la pieza teatral en constante actividad. Aun así, cabe decir que Ballesteros sabe marcar el peso dramático en cada uno de los personajes, lo que hace que haya esa dualidad entre las dos personalidades predominantes. Después, se añade una problemática interior, que posibilita crear intriga y misterio. No obstante, en el clímax hacia el final de la obra se produce una resolución algo rápida, que, aunque chirría en su cohesión, se mantiene en sintonía con el resto de la obra. A pesar de no casar del todo, hay que comentar que era difícil encontrar un final certero, por lo que este cierre sabe resolverlo y cumple con su función.
Mala hierba nunca muere
La selección del grupo de actores que forman parte de Cucaracha con paisaje de fondo es excelente, con una química entre ellas espectacular. Hay una armonía entre todas, que no es fácil de conseguir ante un elenco tan numeroso. Para comenzar, June Velayos se transforma en esa perfección inmaculada, que va dando bandazos según avanza la obra. Así, Velayos tiene la posibilidad de mostrar su registro, demostrando tener esa versatilidad de luminosidad y oscuridad, sin perder la identidad de su personaje. Después, su némesis, María Jáimez tiene una potencia arrolladora, con un temperamento vigoroso. Sabe donde colocar su expresión y dejar salir de forma controlada el remolino que hay dentro de su personaje. Sin embargo, debe vigilar la dicción. Este conflicto se repite en Virginia de la Cruz, que brilla en su manejo de lo histriónico y es un descubrimiento, pero le falta controlar los contratiempos sobre el escenario.
Por otro lado, Matilde Gimeno se mantiene en un perfil más estático, donde reside ese punto de personalidad que le da un toque. Es decir, a pesar de parecer que no hay grandes complicaciones, Gimeno sabe darle su propio sello personal y pisar fuerte. Luego, Laura Barceló es pura dinamita, regalando algunos de los momentos más socarrones e hilarantes de la obra. De manera que envuelve al público ante esa atmósfera de buen rollo y excentricidad. Tal vez, quién se encuentra en un nivel menos visceral es Eva Chocrón, que debe esperar al final de la pieza para dar más de sí. Pese a ello, tiene bastante credibilidad en la mayor parte de su participación. Por último, pero igual de importante, Pablo Chaves, que es un perfecto maestro de ceremonias y sabe cómo equilibrar la sinergia que fluye entre él y sus compañeras.
Las entrañas de un deseo maternal
Desde que se entra a la sala se puede observar que la obra Cucaracha con paisaje de fondo va a buscar una perspectiva visual singular, lo que acrecienta las posibilidades en su puesta en escena. A continuación, nada más empezar la obra, se envuelve a los espectadores en una estética futurista, colorida, pero donde hay una selección de colores certera. Por ejemplo, ese uso del blanco, en una perfecta metáfora visual de lo considerado impecable, impoluto, que contrasta con la acción que se realiza. Del mismo modo, los colores rojos y el negro, dan el contrapunto dramático que se busca. También hay que destacar el maquillaje sobre el rostro de los actores, marcando una seña simbólica, que es importante para formar el carácter único de la composición de la identidad de la pieza teatral.
El juego de sombras y la composición de la iluminación es imprescindible, marcando a la perfección los distintos espacios que se forman. De ahí que haya ese dualismo entre realidad, anhelo y pesadilla, dejando fluir una ambientación más hacia lo onírico y lúgubre. Igualmente, se ve una coreografía entre los actores muy organizada, prueba de ello es la coordinación en partes en las que deben ejecutar la acción unidas. Otro punto que hay que aplaudir son esos momentos “en off”, esa oscuridad del pensamiento… Una maravilla, ese juicio personal entre el deber y el querer. Por otra parte, la manera de realizar los fuera de escena, los cambios de atrezzo o vestuario no se hacen visibles ante los espectadores, lo que demuestra que han sabido volverlos transparentes ante su percepción. De esta forma, no se corta la elocuencia de la obra y sigue su ritmo sin interrupciones.
Conclusión
Cucaracha con paisaje de fondo es obra mordaz, crítica, en clave de humor satírico y esperpéntico, sobre la maternidad, la mujer y la muerte. Gracias a ese manejo de la comedia y establecer cuál es el mensaje, se realizan unas reflexiones envueltas en una buena atmósfera. Después, se ejecuta a la perfección con un reparto en alza, que encumbra el uso de lo hilarante y prueba de ello es el efecto que provoca en el público. También se une una propuesta visual futurista, con un gusto estético exquisito y un uso del espacio escénico muy favorable. El valor de la existencia se reúne con el tránsito de la muerte en un aquelarre perspicaz, feminista y desternillante.
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