Dirty Dancing es una película sobradamente conocida por todos. Madres o novias que la veían periódicamente, canciones instaladas en nuestra memoria y bailes que despertaban nuestra envidia más cochina es lo que muchos recuerdan de ella. Ayer, coincidiendo con el aniversario del fallecimiento de su protagonista, Patrick Swayze, la recordamos desde el cariño y la nostalgia.



Dirty Dancing

Crítica de 'Dirty Dancing'

Ficha Técnica

Título: Dirty Dancing
Título original: Dirty Dancing

Reparto:
Jennifer Gray (Baby Houseman)
Patrick Swazye (Johnny Castle)
Jerry Orbach (Jake Houseman)
Cynthia Rhodes (Penny Johnson)
Jack Weston (Max Kellerman)
Jane Brucker (Lisa Houseman)
Kelly Bishop (Marjorie Houseman)
Lonny Price (Neil Kellerman)
Max Cantor (Robbie Gould)
Charles 'Honi' Coles (Tito Suárez)
Neal Jones (Billy Kostecki)
'Cousin Brucie' Morrow (el Mago)
Wayne Knight (Stan)

Año: 1987
Duración: 97 min.
País: Estados Unidos
Director: Emile Ardolino
Guion: Eleanor Bergstein
Fotografía: Jeff Jur
Música: John Morris, Varios
Género: Romance. Drama
Distribuidor: Distribuida por Tripictures

IMDb

Filmaffinity

Tráiler de 'Dirty Dancing'

Mítica escena final de 'Dirty Dancing'

Donde comprar la película

Dirty Dancing DVD Nueva Edición 1987
  • Jennifer Grey, Patrick Swayze, Jerry Orbach (Actores)
  • Emile Ardolino (Director)

Sinopsis 

Nos situamos a mediados de los años sesenta para acompañar a los Houseman en sus idílicas vacaciones. En el complejo vacacional de Catskill (Nueva York) Baby Houseman (Jennifer Grey), la hija menor del matrimonio Houseman, se enamorará de su profesor de baile Johnny Castle (Patrick Swayze) y del mundo que éste le descubre. Este amor de verano deberá enfrentarse a las diferencias sociales que el entorno de cada uno marcará, siempre con el baile como escenario de fondo.

Premios

  • Oscar: Mejor canción original. 1987
  • Globos de Oro: Mejor canción original. 4 nominaciones. 1987
  • Premios Independent Spirit: Mejor ópera prima. 1987

Dónde se puede ver la película



Un poco de historia

Dirty Dancing nació de la necesidad de expresión. De una sociedad que despertaba en el limbo de la sexualidad femenina y de una guionista a la que le eliminaron una escena relacionada con un baile subido de tono. Fue en ese preciso momento en el que nació este film. Eleanor Bergstein decidió escribir un guión precisamente centrado en bailes sensuales y, para ello, se basó en algunas experiencias propias en un complejo vacacional y, por supuesto, en un apuesto profesor de baile.

Y es que el protagonista indiscutible es el baile, por lo que Dirty Dancing es considerada un musical. Se podría abrir debate pues, en realidad, no es técnicamente un musical, si no una película en la que la música es un personaje más. Más allá de la calidad de la banda sonora, la elección de cada canción es sencillamente ideal si prestamos atención, no solo a ese compás sensual si no a sus letras, que encajan a la perfección y a sus bailes que son una expresión más de sus protagonistas.

Bergstein paseó su guión de productora en productora, de rechazo en rechazo. No interesaba, a finales de los 80, un guión tan centrado en el despertar sexual de una mujer, simple objeto de deseo en papeles secundarios hasta ese momento. Fueron Vestron Pictures los únicos interesados. Esta distribuidora se centraba en productos de videoclub, por lo que este fue el primer enfoque de lo que terminó siendo uno de los grandes éxitos de la época. Finalmente Vestron Pictures vio el potencial del film e hizo la gran apuesta con la que, hoy día, sigue siendo su película más destacada.

Dirty Dancing
Copyright Splendor Films

¿Por qué funciona Dirty Dancing?

Dirty Dancing es una película que más de uno se reprime a la hora de admitirla como integrante de su lista de favoritas. No se trata solo de las féminas que soñábamos con ese Johnny Castle duro pero tierno que se movía como nadie. Una generación entera de hombres quisieron ser Johnny y alzar a su chica como hacía Swayze.

Puede que Dirty Dancing no sea una obra maestra como tal, pero se disfruta como si lo fuera. En realidad la tenemos tan implantada en nuestro recuerdo, estamos tan acostumbrados a ella, que no apreciamos ciertos matices brillantes con los que cuenta. Es un largometraje construido con más detalle del que pueda aparentar, y no me refiero solo a la elección metódica de su banda sonora.

Contamos con unos protagonistas definidos y naturales. Baby Houseman es un personaje que rompe los moldes femeninos del momento y muy probablemente eso fue lo que encandiló a más de una chica tímida. No es una mujer explosiva, si no una chica normal, incluso poco agraciada, pero inteligente y con principios. Una mujer con el suficiente carácter como para ir tras lo que quiere. Veremos, a lo largo del film, como va evolucionando sin perderse a si misma, enamorándonos poco a poco. Porque Baby es la novia que todos quisieron tener y Johnny el hombre que todas quisimos conquistar.

 Johnny, por el contrario, juega el típico rol, hasta el momento, femenino. Es el personaje débil, el objeto de deseo al que conquistar. Pero no solo eso, pues este profesor de baile seductor descubrirá, a través de su amor por Baby, que hay algo más allá de su mundo injusto, duro y clasista. Algo por lo que luchar y mejorar. Johnny Castle representa el orgullo del humilde, del trabajador conformista, del superviviente. Baby, por el contrario, simboliza la otra cara de la moneda de esa sociedad americana repleta de oportunidades e idílica solo para algunos.

Dirty Dancing
Copyright Splendor Films

El ya utilizado conflicto entre clases sociales

La diferencia entre clases sociales es un tema que se ha explotado mucho en el género romántico. Hemos visto esta misma historia incontables veces antes de Dirty Dancing (Love story) y posteriormente (Titanic, El diario de Noah y un largo etcétera). Como conflicto principal es un recurso muy utilizado. Sin embargo en este caso se procura hacer de modo neutral; no hay villanos ricachones y buenazos explotados. Simplemente estamos ante dos bandos que no empatizan entre ellos ni quieren comprender la relación de los protagonistas.

Tenemos, por ejemplo, a una mujer que utiliza a su profesor de baile como carnaza sexual a cambio de regalos caros o dinero. Que lo cosifica hasta el punto de convertirlo en un objeto al que castigar por demostrar tener sentimientos. Pero, en el bando contrario, en el de Johnny, el de los divertidos y humildes trabajadores, tenemos a Penny. A la mejor amiga del protagonista le costará comprender a santo de qué su compañero decide implicarse emocionalmente con la niña de papá de turno, tan merecedora de su desprecio como cualquier otro cliente adinerado.

Emile Ardolino
Copyright Splendor Films

La gota de polémica

En algo fueron pioneros y valientes pero con elegancia, sin demasiado estruendo. En ningún momento del film escucharemos la palabra ‘aborto’ (ni ‘prostitución’ pese a que en Johnny Castle es algo evidente). Aun así el tema es tratado con la crudeza y la valentía con la que tenían que enfrentarse, precisamente, muchas mujeres. Todos recordamos la frase “Tenía un cuchillo sucio y una mesa plegable”. Tocar este tema les costó perder a una de las principales empresas inversoras, inconveniente que no les desanimó a la hora de continuar sin cambiar una sola línea de guión.

Curiosidades

Muchas son las curiosidades que podría contar de esta cinta pero, probablemente, ya las hemos leído todas alguna vez. Que los actores protagonistas no se soportaban hasta el punto de que Grey casi renuncia al descubrir que su compañero sería Swayze es ya sabido por todos.

Lo que quizá no habéis visto es ese vídeo que ronda por las redes en el que, a modo de prueba de cámara, ambos demuestran una química brutal cargando la escena de un tremendo erotismo. Vídeo que, a mitad de rodaje, el director Emile Ardolino mostró a ambos intérpretes exigiendo que recuperaran esa química, debido a las constantes discusiones de los actores.

Que el enfado de Patrick es real en la escena en la que deben repetir la famosa caricia en la axila de Baby mientras ella se carcajea también es algo que todos sabemos. O que Billy Zane y Sharon Stone fueron propuestos para los papeles protagonistas.

También sabemos que el director quería crear un ambiente festivo en el rodaje, que terminaba siendo poco menos que una bacanal en toda regla, pero se acabó viendo obligado a prohibir relaciones personales entre los actores bailarines para mantener esa tensión sexual que caracteriza los bailes de Dirty Dancing.

Pocas cosas quedan por descubrir de esta película que, en realidad, está construida para su completo disfrute.

Emile Ardolino
Copyright Splendor Films

Conclusión

No pensé que pudiera amar esta película más de lo que lo hice en mi adolescencia hormonada, pero preparando este artículo así ha sido. Porque hasta ahora no había sido capaz de ver su matiz adulto, tan acostumbrada a verla desde el disfrute puro y duro. Dentro de su enfoque claramente hormonal (en defensa de la expresión sexual femenina, eso si) lo cierto es que fue una película rompedora que ha sabido mantenerse con el paso del tiempo.

Dirty Dancing es más de lo que aparenta. No es del todo un musical, como ya he comentado, pero a la vez lo es más que muchos. La espontaneidad fingida de sus coreografías, la libertad física de sus actores y la química contradictoria de sus protagonistas la hacen más fiel al sentimiento primario del ser humano para con la música que cualquier otro musical, si es que lo es (esta etiqueta la dejo a gusto del consumidor).

Sus dos protagonistas y la mayoría de secundarios defienden sus personajes muy correctamente, pero sobretodo cuando bailan es cuando saben expresarse de verdad. Recordemos que ambos actores protagonistas eran bailarines semi profesionales. La frustración, la ansiedad, la carga erótica, la lucha interna, la prepotencia inicial de Johnny o la inocencia de Baby y su evolución se muestran claramente a través de sus bailes.

Incluso Cynthia Rhodes está maravillosamente expresiva en los apenas tres bailes que vemos; su conformidad, su desesperación, el clavo ardiendo que supone para ella la ayuda de Baby… Todo ello nos da escenas ya míticas como el baile entre las dos jóvenes mientras Johnny observa y sigue el ritmo desde el suelo. Efectúan los mismos pasos, pero es evidente la diferencia entre ambos personajes y la esencia del carácter de cada una en la ejecución de sus movimientos. Porque el peso recae, precisamente, en los personajes y la música, haciendo de ella una película sencilla pero llena de matices.

No hay más; sin necesidad de un guión recargado ni grandes intérpretes, Dirty Dancing es una cinta atemporal que pocos pueden pasar de largo al tropezarse con ella en un zapping, y esa es su magia.

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