Ignasi Vidal se ha convertido en uno de los nombres mejor valorados del panorama teatral actual. Creador de espectáculos como "Antoine" o "El plan", se introduce en el thriller con Dribbling. Esta obra teatral reflexiona sobre el poder, la fama y la cultura de la violación. Protagonizada por Nacho Fresneda y Álvaro Rico, se encuentra en el Teatro Marquina hasta el 3 de octubre.
Duración: 70 min. apróx. Dirección: Ignasi Vidal Dramaturgia: Ignasi Vidal Escenografía y vestuario: Alessio Meloni
Diseño de iluminación: Felipe Ramos
Música: Marc Álvarez
Diseño y fotografías: Javier Naval
Ayudantía de dirección: Roberta Pasquinucci
Producción ejecutiva: Rafa Romero de Ávila
Producción en gira: Santiago Celaya
Dirección técnica: Ciru Cerdeiriña
Maquinaria: Íñigo Benítez
Iluminación y sonido: Manuel Álvarez
Distribución: Fran Ávila Distribución
Dirección de producción: Nadia Corral
Producción: Octubre Producciones
Tráiler de 'Dribbling'
Sinopsis de 'Dribbling'
Dribbling habla del peso de la fama y los juegos de poder en un 'thriller' sobre un mundo tan apasionante como despiadado
El confortable mundo que se había construido Javi Cuesta siendo uno de los futbolistas mejor pagados de Europa, se desmorona cuando en medio de unas tensas negociaciones para su traspaso a otro equipo salta a las portadas de los periódicos una denuncia contra él por violación. Mientras él niega las acusaciones, su agente, Pedro Guillén, tratará de controlar una situación ya de por sí complicada por las continuas lesiones, las salidas nocturnas y malas compañías de su representado. ¿Es Javi culpable de los abusos? ¿Es una víctima de su entorno?
El peso de la fama y los juegos de poder en un thriller sobre un mundo tan apasionante como despiadado. (OCTUBRE PRODUCCIONES).
Las mentiras sucias del poder
El fútbol es uno de los opios del pueblo más extendido en la actual cultura popular. El deporte por excelencia se ha convertido en la base de un sistema de poder e influencia muy alto. Ignasi Vidal reflexiona sobre ello en Dribbling, con una propuesta que busca poner en duda los estigmas que se pueden tener de antemano. Así formula un héroe antagonista, que no quiere resultar simpático al espectador, sino representar aquello que lo repele. Aun así, al mismo tiempo, ejecuta el sentimiento de justicia en torno a este personaje, dibujando una historia de destrucción, con la presunción de inocencia por bandera. De esta manera, a pesar de las reticencias, el espectador se encuentra en la divergencia de dilucidar si el personaje que se presenta es inocente o culpable. Por tanto, se forma un debate interno en el propio espectador.
Vidal es valiente al ofrecer un punto de vista nada políticamente correcto, sino que expresa su imagen del poder y cómo se abordan este tipo de conflictos. Asimismo, se habla de los esquemas de actuación ante los personajes influyentes en la sociedad. Ya no se habla de jugadores de fútbol, sino en iconos populares, formándose todo un universo de influencias e intereses que dejan expectante al espectador. Por tanto, ese retrato llama la atención y se agradece no buscar ligerezas para ello. También se presencia la destrucción personal y un ocaso existencial, aunque, en ocasiones, se tambalea por una demanda mayor de consistencia sobre el protagonista. Con respecto a la resolución de la obra, deja un sabor agridulce, dado que esa valentía del principio acaba por resolverse en un cierre que podría haber sido mucho más complejo. Finalmente, se queda en una perspectiva más cómoda para el público.
El representante y su muñeco, o, ¿al revés?
Nacho Fresneda y Álvaro Rico se unen en un enfrentamiento interpretativo en Dribbling, dando vida ambos a las dos facciones que se plantean desde la dramaturgia. Para comenzar, Rico, al cual se ha podido ver en ficciones como “Alba” o “Élite”, recoge un personaje que recuerda a sus últimos proyectos. No obstante, repetir un perfil ya realizado previamente, no es sinónimo de ser un factor en contra. En este caso, se ve cierta tranquilidad y comodidad de Rico en torno a su personaje, pero se echa en falta más consistencia en su manera de interactuar con el espacio escénico. A pesar de ejecutar un trabajo correcto y obtener un resultado favorable, se ve opacado por el virtuosismo de su compañero de reparto, Fresneda. Por tanto, se extraña que arrolle con una personalidad más eficaz, que sea contundente en el impacto que crea ante la escena.
Por su lado, Fresneda reafirma su calidad como actor, quién ya demuestra tener sobre sus espaldas una trayectoria que le avala. Perspicaz, deslenguado y con una atracción muy potente, se come el escenario de principio a fin. Pese a una personalidad extrema, mantiene en todo momento la verosimilitud interpretativa, sin salirse en ningún momento de su personaje. De esta forma, se agradece cómo lo asimila y cómo se deja la piel sobre las tablas. Incluso, hay que mencionar un detalle de la función del 24 de septiembre, una tos incontrolable no planeada, que no le impidió seguir adelante con su papel. Sin duda, se convierte en un intérprete excelente, que cautiva a los asistentes con la energía que deja sobre el escenario. Asimismo, hay que aplaudir su expresividad facial y corporal, formando una sinergia explosiva con el texto, la puesta en escena y su compañero de reparto.
Penaltis urbanos
Un campo de fútbol con una apertura en el centro, que podría ser perfectamente el ojo público, así se presenta Dribbling ante los espectadores. La puesta en escena dibuja una composición espacial rompedora, en la que se aprecia que haya ese cambio de sentido del imaginario futbolístico. Ese estrujamiento visceral que se produce en el guion, se traslada a la propia imagen. No se está ante una obra llana, sino que explora un universo enrevesado y oscuro. Y así lo mantiene a lo largo de la pieza. El ritmo del montaje es dinámico, no hay pausas que ralenticen el proceso, combinándose con transiciones en las que triunfa la música urbana. Es cierto que hay momentos en los que esas transiciones se vuelven excesivamente repetitivas, lo que podría compensarse con un uso menos explícito en el compendio final de obra.
Se comprenden ciertas decisiones creativas, como ese sello de identidad de la opulencia más estrafalaria en cierto abrigo, pero otras cuesta más encontrarle un sentido completo, como la desnudez del torso de Rico en varias partes de la obra. Tal vez, sea un atractivo para aquellos espectadores que sigan la trayectoria del actor, pero no se justifica totalmente en escena. Por otro lado, los cambios espaciales se dibujan en una buena línea, lo que permite ubicar fácilmente al espectador en lo que sucede. Llaman la atención esas ruedas de prensa que se pueden completar totalmente en la mente, siendo uno de los aspectos más relevantes de la puesta en escena. Una estrategia vistosa, atrayente y que tiene un punto de pasión, por lo que, se podría haber apostado más en torno a esa línea artística.
Conclusión
Dribbling es una obra rompedora, que parte de un punto de vista valiente, colocando un antihéroe como principal protagonista. Esa personalidad catastrófica, envuelta en poder y vanidad, se pone en tela de juico en un debate sobre la presunción de inocencia. Todo ese revestimiento complejo se resuelve de una manera más cercana a la comodidad del público, por lo que se echa en falta que hubiera sido capaz de seguir en esa perspectiva más complicada.
Por otro lado, Nacho Fresneda es pura dinamita, escenifica su personaje con absoluta versomilitud y arrasa en su trabajo escénico. Álvaro Rico cumple con su función, pero todavía puede ir mucho más allá en la potencia dramática y teatral. La puesta en escena es atractiva y una construcción metafórica de la obra muy bien planteada, aun así, puede sacársele todavía más partido. La cultura de la violación se pone sobre la mesa en un ejercicio de reflexión interesante con una perspectiva difícil y valiente en su primera parte.
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