El japonés Yojiro Takita, ganador del Óscar por Despedidas, dirige su última cinta, El cocinero de los últimos deseos, una historia que logra acercarnos mejor que nunca a la cultura culinaria oriental. Protagonizada por Kazunari Ninomiya (Cartas desde Iwo Jima), y contada a través de diferentes épocas, nos enseña cómo un extravagante cocinero descubre el verdadero poder de la cocina. Estreno el 23 de Agosto.
Crítica de 'El cocinero de los últimos deseos'
Ficha técnica
Título: Rasuto Reshipi - Kirin no shita no kioku
Título original: El cocinero de los últimos deseos
Reparto:
Kazunari Ninomiya (Mitsuru Sasaki)
Hidetoshi Nishijima (Naotaro Yamagata)
Aoi Miyazaki (Chizu Yamagata)
Gô Ayano (Ken Yanagisawa)
Daigo Nishihata (Shotaro Kamata)
Yoshi Oida (Qing Ming Yang / Seimei Yo)
Año: 2017
Duración: 126 min.
País: Japón
Director: Yôjirô Takita
Guion: Tamio Hayashi, Keiichi Tanaka (novela)
Género: Comedia
Distribuidor: Sherlock Films
Tráiler de 'El cocinero de los últimos deseos'
Sinopsis de 'El cocinero de los últimos deseos'
Sasaki-san es un cocinero superlativo que puede hacer maravillosas comidas sin siquiera pensarlo. Pero es tan perfeccionista que pierde su reputado restaurante y se ve obligado a cocinar por encargo. En uno de esos encargos, recibe una solicitud especial para cocinar un mítico banquete espectacular del siglo pasado. El problema es que necesita descubrir la receta del famoso chef Yamagata que estuvo en Manchuria ocupada en China en la década de 1930. (A Contracorriente Films)
Dónde se puede ver la película
Un género propio
Existe en Japón lo que después de muchos años es ya considerado un género en toda regla, el cómic gastronómico. En ellos, toda historia gira en torno a la cocina y la comida, al placer de degustar un plato muy concreto, a paliar el hambre regalando experiencias al paladar. Allí, es todo un éxito que cuenta con un sin fin de lectores fieles, tanto que ya podemos ver programas o series de televisión intentando captar esa misma sensación: la evocación de degustar un plato a través del papel o la pantalla.
Yojiro Takita no ha dudado en apostar por este género con su último filme y el resultado es en cierta medida confuso. Logra transportarnos a otro lugar a través de la comida, pero puede que sea ahí donde acaben todas las emociones que intenta trasladarnos.
Una larga historia de uniones
Obra resultado de la adaptación de la novela de Keiichi Tanaka, el director nos narra a través de una trama que viaja por varias épocas en un territorio con influencias de tres culturas diferentes (la japonesa, la china y la rusa), la historia de un cocinero que cambió la vida de quienes le rodearon. Es esta una narración repleta de grandes temas como la familia, la amistad, la búsqueda de la perfección, las diferencias políticas, los secretos generacionales...todos unidos por un único tema: la cocina.
No cabe duda que lo que Takita nos cuenta es emotivo pero, es en estos momentos de mayor tensión dramática, cuando opta por recurrir erróneamente al sentimentalismo fácil y las sobreactuaciones del dolor. Sucede a veces en el cine oriental más comercial, como si eso pudiera funcionar allí, pero aquí no llegará a ser creíble. Aún así no es justificable, se echa de menos esa sutileza dramática que sí aparece en tantos productos orientales, y se echa de menos cuando la cinta derrocha otro tipo de trabajo bien elaborado: el técnico.
Dejando de lado las diferencias narrativas entre oriente y occidente, aquí presenciamos un gran logro, el de hablar sobre la unión de pueblos, culturas, familias y personas a través de la comida. En ese sentido, es toda una celebración.
El cocinero de los últimos deseos es entretenida, conmovedora o previsible a ratos, artificiosa o mal justificada, pero de la que finalmente terminas disfrutando en mayor o menor medida.
El peligroso placer visual de la comida
Pero, no es ese logro de unir personas el más satisfactorio que presenciamos. Tenemos ante nosotros una película totalmente placentera, con una calidad visual y sonora capaz de acercarnos los platos a la sala, el cine aprovechando al máximo las cualidades de la comida. Por poco no se huele lo que nos muestran. Es la representación más firme del gusto oriental por la estética gastronómica, la admiración por lo bien presentado y lo sugerente.
Logra así algo más grande: unir el cine y la gastronomía como pocas veces se ha visto antes. Nunca se ha estado tan cerca de transmitir el sabor al espectador. La película se disfruta, más en pantalla grande, con un gran derroche de planos detalle, una fotografía que resulta exquisita y un sonido que te involucra en cada bocado. Logra hacer que se te quede el recuerdo de los platos en la cabeza del mismo modo que sucede después de visitar un buen restaurante.
Solo una advertencia: el placer puede resultar tortuoso si se acude a la sala con hambre. La duración de El cocinero de los últimos deseos es de dos horas y seis minutos, lo suficiente como para que los estómagos no prevenidos rujan con descontrol.
La conclusión
Resulta una cinta de visionado indispensable para quienes disfrutan del género gastronómico ya citado, para quienes simplemente gustan de ver productos relacionados con la cocina o quieren disfrutar de una experiencia más que de una película. Un filme agradable que imagino formando parte de un plan perfecto: cine y posterior cena en un buen restaurante oriental. Anótenlo.
Reportaje de El cocinero de los últimos deseos en Días de Cine TVE