El libro de Sicilia es una obra teatral sobre la memoria y las heridas marcadas del pasado, escrita y dirigida por Pablo Fidalgo. Una pieza teatral que honra la memoria de todas aquellas victimas que perdieron la vida en la madrugada del 15 de enero de 1968 en el valle de Belice, en Sicilia; de los que fallecieron y de los que perdieron la vida subsistiendo. Una honda reflexión sobre aquellos acontecimientos que marcan nuestras vidas para siempre, partiéndonos en dos mitades y aventurándonos a iniciar una reconstrucción eterna de nuestros pedazos. Con una puesta en escena minimalista pero tremendamente poética, El libro de Sicilia pretende hacer llegar al espectador la historia del pequeño poblado de Gibellina, y lo que el terremoto de 1968 supuso para la región entera.
El libro de Sicilia está protagonizado por Cecilia Arena, Lautaro Reyes y Nicolò Stabile; siendo este último uno de los supervivientes del terremoto, cuando apenas tenía 14 meses de vida. Esta función teatral se puede disfrutar en la Sala Princesa del Teatro María Guerrero de Madrid, hasta el próximo 31 de octubre.
Duración: 70 min. apróx. Dirección: Pablo Fidalgo
Texto: Pablo Fidalgo
Dramaturgia: Lázaro Gabino Rodríguez
Escenografía, vestuario y vídeo: Cecilia Molano
Iluminación: Paloma Parra
Espacio sonoro y música: F.M. Fortuna
Fotografías en la pieza: Ángela Bonadies
Colaboración artística: Amalia Area
Ayudante de dirección: Matteo Binci
Ayudante de escenografía y vestuario: Almudena Bautista
Profesora de castellano: Nuria Heras
Traducción de video: Lucía Martínez Pardo
Fotografía: Luz Soria
Tráiler: Bárbara Sánchez Palomero
Alumna en prácticas: Carla R. Cabané (UAM)
Diseño de cartel: Equipo SOPA
Realización de vestuario: Naldi Rodrígues Producción: Centro Dramático Nacional, en colaboración con el Istituto Italiano di Cultura de Madrid
Tráiler de 'El libro de Sicilia'
Sinopsis de 'El libro de Sicilia'
El libro de Sicilia nos lleva a la madrugada del 15 de enero de 1968, en el valle del Belice, en Sicilia, donde hubo un terremoto que dejó más de 500 muertos y los pueblos de todo el valle fueron destruidos.
El Belice era una de las zonas más pobres de Italia y ya antes del terremoto hubo fuertes protestas en la zona. El terremoto no cambió esta situación, y el 15 de enero de 1970 se convocó una vigilia ante las ruinas del pueblo de Gibellina donde estuvieron presentes algunos de los más importantes escritores y artistas italianos, y que fue el comienzo de una nueva etapa. Después de años viviendo en barracas el pueblo se reconstruyó a quince kilómetros de su lugar original.
Nuova Gibellina fue la sede de uno de los festivales de teatro más importantes de los años 90. Nicolò aprendió allí el oficio y después vivió muchos años en Bruselas y Roma trabajando como productor y programador. En el 2010 decidió volver y ocuparse de su pueblo, del Cretto y de su isla.
A través del relato de su vida nos preguntamos ¿Qué significa hoy hacer memoria, reconstruirse o renacer? ¿Cómo nos define la geografía donde vivimos? ¿Qué puede hoy el teatro? ¿Qué puede hoy el Mediterráneo? Sicilia es la metáfora del sur de Europa, de una grieta invisible, de un territorio intermedio, de una forma de vida que no acaba de encajar porque quizá no quiere hacerlo. Esta isla fue la puerta de entrada de muy diferentes ideas y civilizaciones. Isla muchas veces hospitalaria pero desconfiada, en el centro del mar pero en los márgenes de todo. Si una idea de Europa existe todavía, quizá tenga que empezar por Sicilia. (CENTRO DRAMÁTICO NACIONAL).
Cuerpos sudorosos
El arranque de El libro de Sicilia genera cierta inquietud, al no saber muy bien por donde va a tirar la obra. De esa mezcolanza de inquietud y cierta confusión del arranque, uno empieza a sentir y a encontrar el sentido a esta propuesta de teatro alternativo. La joven pareja de actores que protagonizan la primera parte de la obra, son los encargados de hacernos trasmitir a través de sus enérgicos y apasionados cuerpos, el latir de esa tierra estéril y llena de sequedad que acabó siendo Gibellina con el paso del tiempo. Una tierra muerta vista de primeras, pero que quizás aguarde una mínima esperanza de aquella alegría, festividad y en definitiva vida, de lo que fue esa región antes de que su tierra se desquebrajase aquella madrugada.
Cecilia Arena y Lautaro Reyes, consiguen reflejar encima del escenario todas esas pasiones, contradicciones y tragedias mundanas que se vivieron en esa tierra árida. Una historia de amor sedienta de un lugar al que tener como hogar, que lo único con lo que se topa en su travesía hacía la tierra prometida, son más bocanadas de insatisfacción que llevarse a la boca.
El dolor nos iguala
A pesar de que la obra demuestre ser muy equilibrada en su conjunto y que nada se ve impostado o fuera de lugar, el momento clave de El libro de Sicilia es cuando Nicolò Stabile entra en escena. A sabiendas de que en parte él es el gran protagonista de esta historia y quién inspirara a Pablo Fidalgo a llevarla a cabo, su peso artístico dentro de ella se hace incuestionable. En un monologo brillante y que evidencia el potente texto dramático del que cuenta la obra, Nicolò Stabile consigue que todas esas emociones que estaban en el subsuelo salgan a la luz, conectando con el público de la sala de una manera verdaderamente mágica.
Ya no solo por lo bien dramatizado que está por su parte este monologo, sabiendo darle la pausa y la intensidad interpretativa idónea en cada momento, sino por la honestidad que desprende. Viéndole, ves una verdad pura y desgastada, que intenta abrirse paso a través del arte a modo de resistencia. Ese instante lleno de vida, tragedia y sobre todo dolor, hace que todo cobre algo de sentido. Solo le sale a uno decir gracias, ya que pocas veces uno presencia algo tan sincero y poético. Ese ejercicio de empatía del que es capaz el arte, es lo único que puede vislumbrar cierta luz ante este futuro tan incierto, y esta obra lo consigue.
Bravo a tutti
En lo referido a los aspectos técnicos de la obra, destacar la labor F.M. Fortuna al mando del espacio sonoro y musical de esta obra teatral. Hay momentos musicales que son verdaderamente brillantes, que denotan el gran talento para el cante que tiene este muchacho italiano. Luego tal y como se ha dicho anteriormente, El libro de Sicilia juega con una escenografía minimalista que es de agradecer; ya que no llena de florituras a la función, sino que muestra una historia totalmente al desnudo.
Sí que se valen de una sucesión de fotografías de la región del valle de Belice y de documentos históricos de la tragedia del 68, pero exceptuando eso la obra cuenta con lo mínimo de producción. Es de agradecer ver propuestas así en el CDN, donde se haga un teatro de verdad y no un show más propio de un concierto de U2, que de un espacio teatral.
Conclusión
El libro de Sicilia es una obra teatral que honra con brillantez y con una enorme belleza, la memoria de todos aquellos que sufrieron en sus carnes el terremoto del valle de Belice en Sicilia en 1968. Directa, poética y festiva, esta obra teatral cuenta con uno de los textos teatrales más potentes de lo que llevamos de año. Sus tres protagonistas desprenden una sinceridad y entrega encomiable, llenando seguramente de gran orgullo a todos los habitantes de aquella región del sur de Italia. Teatro en mayúsculas lo que nos brinda esta obra, que recomendamos encarecidamente verla desde este medio cultural.