Con motivo de la festividad de Todos los Santos, el Teatro Fernando Fernán Gómez ha programado dos de los clásicos de la nuestra literatura más fantasmagórica. Junto a la lectura dramatizada de Don Juan Tenorio, acoge, en la Sala Jardiel Poncela, la adaptación teatral de El monte de las ánimas de Gustavo Adolfo Bécquer. Con dramaturgia de José Ramón Fernández, el texto toma como punto de partida El monte de las ánimas pero hace alusión a muchas otras leyendas y cuentos tanto de Bécquer como de otros autores. Ignacio García y Pepa Pedroche dirigen al elenco formado por Alba Recondo, Javier Godino, Lucía Esteso y Pablo Béjar.
El monte de las ánimas puede disfrutarse hasta el 8 de diciembre de 2024 en la Sala Jardiel Poncela del Teatro Fernando Fernán Gómez de Madrid.
Título: El monte de las ánimas Título original: El monte de las ánimas
Reparto: Alba Recondo
Javier Godino
Lucía Esteso
Pablo Béjar
Duración: 90 min. apróx. Dirección: Ignacio García y Pepa Pedroche Versión: José Ramón Fernández Autoría original: Gustavo Adolfo Bécquer
Diseño de iluminación: Francisco Ruiz Ariza
Diseño espacio sonoro: Ignacio García
Escenografía y vestuario: Ana Ramos
Ayudante diseño iluminación: Carla Belvis
Ayudante diseño vestuario: María Isabel Martínez
Ayte. diseño escenografía: Alejandro Contreras Producción: Teatro Fernán Gómez. Centro Cultural de la Villa, en colaboración con Tablas y Más Tablas
Tráiler de 'El monta de las ánimas'
Sinopsis de 'El monte de las ánimas'
El monte de las ánimas, en versión de José Ramón Fernández, nos permite soñar con un homenaje a la tradición oral de cuentos, leyendas, relatos e historias que atraviesan el tiempo y perviven en la memoria del que escucha, convirtiéndole en narrador en futuros espacios de intimidad. Nos propone, también, un juego escénico cercano y reconocible para comprobar que el miedo a lo posible, a la dudosa verdad, a lo extrañamente intuido, a eso del “más allá”, es una cuestión de siempre que no hemos conseguido vencer. Los inmensos autores románticos son el punto de partida para este viaje por lo intangible y por lo oscuro que habita en nosotros y que nos atrae con un vértigo inexplicable. (TEATRO ESPAÑOL).
Bécquer eterno
El terror es una de las emociones más difíciles de generar sobre un escenario. Escasísimas son las obras que lo intentan y lo logran. La más icónica quizás sea La mujer de negro de Susan Hill. Generar el terror depende en gran medida de la habilidad para mantener la tensión, a través, sobre todo, de la sugestión. Cuando se consigue, el efecto es sobrecogedor.
El monte de las ánimas es uno de los relatos más memorables de Gustavo Adolfo Bécquer. De lectura inapelable en las escuelas, todos recordamos los cascos de los Templarios fantasmales en la oscuridad de la noche en los montes de Soria. El desasosiego de Beatriz. El horror de la imagen final. Llevarlo a escena es un ejercicio muy interesante. Requiere trasladar al lenguaje teatral su atmósfera gótica y opresiva, la angustia de los personajes. Conseguir, en suma, que el público experimente el mismo escalofrío que siente al leer el cuento.
El placer de compartir historias
José Ramón Fernández toma como hilo conductor el trágico amor de Alonso y Beatriz. Y la usa para construir una historia en torno al valor de la tradición oral y de la transmisión de los miedos ancestrales. La aventura de los cuatro excursionistas que deciden pasar la noche en un refugio en la montaña se convierte en una oportunidad para repasar algunos de los relatos más emblemáticos no solo de Bécquer, sino también de otros autores, como Espronceda. Incluso hay espacio para las leyendas sobrenaturales de Madrid, que no son pocas. La tensión dramática se construye de manera progresiva. Las historias que los cuatro protagonistas se cuentan invaden sus mentes y poco a poco van sugestionándose. Su inquietud crece y el miedo se va apoderando de ellos.
Los cuatro actores logran plasmar este impacto psicológico y el miedo progresivo que sufren sus personajes. Javier Godino es Alonso, el narrador principal y sobrio guía de sus compañeros a través de la montaña. Alba Recondo interpreta a Beatriz, que transita desde la curiosidad hasta el horror más desgarrador al descubrir el pañuelo ensangrentado. Lucía Esteso es la más impresionable, al punto de entrar un pánico al menor ruido. Pablo Béjar nos ofrece un pequeño alivio con su papel más desenfadado y chistoso. El conjunto da un resultado más que notable, que logra conmovernos y atraparnos en el suspense.
Una puesta en escena gótica
La escenografía y vestuario a cargo de Ana Ramos, el cuidado espacio sonoro de Ignacio García y la iluminación de Francisco Ruiz Ariza son fundamentales en la para que esta pequeña pieza funcione. El resultado es una atmósfera que logra trasladarnos a una noche invernal y terrorífica del siglo XIX. Los trajes, fieles a la época, de colores oscuros y terrosos, las gruesas telas y los accesorios, como los bastones, los sombreros y los guantes, subrayan el frío de la noche soriana y la adversidad a la que se enfrentan los personajes. En el escenario se recrea un tenebroso bosque que parece cobrar vida con la ayuda de la iluminación y del diseño sonoro. El crujir de las ramas, el ulular del viento, las campanas, las gotas, los truenos y relámpagos, refuerzan la idea de que se hayan ante algo amenazante. Muy fiel al espíritu del relato original.
Conclusión
Esta adaptación teatral de El monte de las ánimas de Gustavo Adolfo Bécquer no solo captura el espíritu del texto original sino que ofrece una defensa sobre la importancia de contarnos historias. De reconectar con lo que somos y con los otros frente al aislamiento que imponen las pantallas. Con una sugerente puesta en escena y unas notables interpretaciones, con un puntito de humor y algunos sustos, El monte de las ánimas es una oportunidad para disfrutar de otra manera de los cuentos de Bécquer. Y, sobre todo, de que una nueva generación de lectores lo descubran.