Félix Estaire regresa a la comedia con El tiempo todo locura. El dramaturgo escribe y dirige esta obra humorística, que se enfoca en los viajes en el tiempo. La pieza teatral está protagonizada por Silvia de Pé, Ángel Ruiz y Camila Viyuela. La producción ha corrido a cargo de La Zona, en colaboración con el Teatro Infanta Isabel. Desde el 22 de febrero hasta el 12 de abril en el Teatro Galileo.



El tiempo todo locura

Crítica de 'El tiempo todo locura'

Ficha Técnica

Título: El tiempo todo locura
Título original: El tiempo todo locura

Reparto:
Silvia de Pé
Ángel Ruiz
Camila Viyuela

Duración: 85 min. apróx.
Dirección: Félix Estaire
Dramaturgia: Félix Estaire
Música: César Belda
Dirección técnica: Luis Abad
Diseño de iluminación: Javier Alegría
Escenografía y vestuario: Almudena Bautista
Ayudante de dirección: Paca López
Ayudante de producción: Sara Brogueras
Producción ejecutiva: Jair Souza-Ferreira
Comunicación: Pepa Rebollo
Diseño de producción: Miguel Cuerdo
Fotografía: Javier Naval
Género: Comedia
Producción: La Zona & Teatro Infanta Isabel

Tráiler de 'El tiempo todo locura'

Sinopsis de 'El tiempo todo locura'

El tiempo todo locura plantea las siguientes preguntas: ¿Quién no ha fantaseado alguna vez con ser Marty McFly y poder viajar en el tiempo? ¿Qué ocurriría si un día compráramos unas pastillas en el herbolario y al tomarlas viajáramos al pasado para poder cambiarlo? Así empieza la historia de tres hermanos en busca de un presente mejor que el que les ha tocado vivir… pero, ¿qué ocurre cuando se altera el continuo espacio tiempo? ¿La vida sigue siendo lo que creemos conocer? Y si cambiamos las decisiones que tomamos, ¿seguimos siendo las mismas personas? Y los demás, ¿quiénes son los demás ahora? (LA ZONA).


El tiempo todo locura
Foto de Javier Naval

Una vuelta de tuerca

Los viajes en el tiempo llegan a la dramaturgia de Félix Estaire. El dramaturgo explora este universo de ciencia ficción desde una vertiente cómica en El tiempo todo locura. A través de un relato ligero y lleno de luz, expone problemas que acompañan al ser humano como son la culpa, el remordimiento y la ansia de felicidad. Sin embargo, no pretende dar un relato reflexivo y que ahonde en esta problemática, sino que busca una historia más cercana al feel-good con cierto toque de fábula. Por otro lado, sabe mezclar esa cotidianeidad llevada al extremo con las paradojas que suponen los viajes en el tiempo. Por lo tanto, sabe introducir al espectador en este disparatado universo, haciendo riguroso lo inverosímil. Tal vez, solamente falte cierta mayor picardía, aunque las carcajadas en el público están aseguradas.

La forma en la que se han concebido los personajes se dibujan desde un aspecto estrambótico e irreverente, lo que hace que sea fácil conectar con ellos. Se explota el elemento simpatizante, por lo cual, atrapa al espectador con la historia y el trasfondo de cada uno. Por otra parte, cumple con la intención de evitar marcar la narrativa de sus personajes con el género y, por ello, tiene ese sello de identidad interesante y curioso. Mientras que la composición de los personajes está hecha con soltura, durante el momento del clímax, que acompaña al final, se puede volver algo engorroso para los asistentes. Aún así, el mensaje es claro y positivo. Por último, destacar que el texto muestra la perspicacia creativa del dramaturgo y su gusto en la comedia. Por lo que, no se queda en un plano superficial.

El tiempo todo locura
Foto de Javier Naval

Trío de corazones

Lo que convierte El tiempo todo locura en un festival de risas y buen rollo es el elenco que forma parte de la obra. La manera en la que desarrollan los personajes a nivel interpretativo es brillante. Silvia de Pé tiene duende sobre el escenario, tiene una comicidad dentro, que utiliza como vehículo expresivo y da una calidad exquisita a nivel actoral. Tiene magia y se puede ver ese magnetismo y comodidad en su trabajo de principio a fin. Luego, Ángel Ruiz tiene ese humor tan físico y esa frescura, que hipnotiza. Es innegable que se envuelve dentro de toda esa atmósfera cómica y se transforma en todo momento. Por lo cual, es un volcán de energía constante. Además de saber exprimir al máximo el lenguaje no verbal y la expresividad facial.

Por otro lado, Camila Viyuela tiene talante y una presencia curiosa sobre la escena. Tiene ese puntito de potencia, que lo sabe combinar con el resto de interpretaciones. De esta forma, se convierte en el equilibrio perfecto y hace que se desenvuelva de una forma orgánica y muy natural. Tiene unos cambios de energía que le permiten jugar con la percepción y lo que transmite hacia los espectadores. Por lo cual, los tres actores están dentro de una sinergia positiva y se puede sentir la química y la confianza entre ellos mismos. A causa de ello, el espectador puede notar la unión que sea teje entre los tres. Lo que hace que sus interpretaciones se conglomeren en un único estado de acción y dejen buenas vibraciones sobre el escenario y se esparzan por el patio de butacas.

Foto de La Zona

Reloj de arena

La puesta en escena de El tiempo todo locura parte desde una composición aparentemente sencilla, pero en el que no falta el color y el movimiento. Compuesto por tres elementos que confeccionan un biombo desmontable, les permite a los actores jugar con él para fabricar la escena y utilizar como cómplices a los espectadores. Por lo cual, saben llevar la percepción y creatividad del público para no tener que hacer uso de un atrezzo que recree todos esos espacios. Así, de esta manera, consigue sacar partido al espacio escénico con una propuesta minimalista. No se puede negar que los elementos que aparecen en escena dan ese punto de vigorosidad para dar ese aspecto dinámico necesario, que encumbra a la obra. Además, destacar el vestuario, es original y pinta el escenario dando luminosidad.

Por otro lado, la música utiliza tiene un atractivo que sienta bien en las escenas que aparece, pero no termina de envolver a los asistentes en su vorágine. Aun así, la coreografía de los actores está bien planteada y se puede ver la gran dirección de Félix Estaire, dado que la composición global de la obra es notable. Únicamente hay cierta falta de fluidez a la hora de cambiar de vestuario en algún momento, lo que hace que se vea una algo ruptura durante dichos momentos. Por último, mencionar el gran trabajo del diseño de iluminación, que lleva a una atmósfera singular y muy acertada. Una mezcla colorida que acentúa el carácter de la pieza. Una obra distendida que tampoco busca una gran complejidad en su resultado.

El tiempo todo locura
Foto de La Zona

Conclusión

El tiempo todo locura es una obra ligera y feel-good. Una comedia accesible que pone sobre la mesa ciertos temas complejos, dejando un mensaje reflexivo y con buenas vibraciones. Unas actuaciones luminosas, con unos actores que tienen una gran química y sinergia entre ellos. Una composición técnica minimalista, pero eficaz. Un buen manejo del movimiento y de hacer partícipe al espectador. Únicamente falta potencia en ciertos aspectos de la puesta en escena. Un viaje en el tiempo que deja una sonrisa agradable en el público, donde no faltan las carcajadas.Foto de La Zona

Únete a nuestro CANAL DE TELEGRAM

CINEMAGAVIA
7'7/10
77 %
Artículo anterior"El crepúsculo de los dioses": Cuando las luces se apagan, las cámaras se van y la acción se detiene
Artículo siguiente"Pozo": Lejos de la libertad
Diego Da Costa
Subdirector de Cinemagavia. Comunicólogo audiovisual por la UCM y Máster en Comunicación en la Red por la UNED. Miembro de EGEDA (Premios Forqué) e Ingeniero Audiovisual en Ricoh España. Co-creador de la compañía artística La Joie de la Colina. Como diría Elizabeth Taylor: "Las ideas mueven el mundo sólo si antes se han transformado en sentimientos".
el-tiempo-todo-locura-critica-teatroEs una obra ligera y feel-good. Una comedia accesible que pone sobre la mesa ciertos temas complejos, dejando un mensaje reflexivo y con buenas vibraciones. Unas actuaciones luminosas, con unos actores que tienen una gran química y sinergia entre ellos. Una composición técnica minimalista, pero eficaz. Un buen manejo del movimiento y de hacer partícipe al espectador. Únicamente falta potencia en ciertos aspectos de la puesta en escena. Un viaje en el tiempo que deja una sonrisa agradable en el público, donde no faltan las carcajadas.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí