"Elisa y Marcela": No más drama-bollo

Elisa y Marcela nos lleva al año 1901, en A Coruña. Dos mujeres se casan en la iglesia de San Xurxo, una de ellas vestida de hombre. Una historia de persecuciones policiales, huidas en diligencia, cambios de identidad e informaciones manipuladas. Las cómicas de A Panadaría presentan una reconstrucción irreverente de un suceso real. Una comedia musical donde lo verídico parece invento. Elisa y Marcela es una historia de amor a contratiempo. (TEATRO DEL BARRIO). 

Un paseo hilarante por la historia

Una de las historias LGBTQ+ más impresionantes en la historia de España es la vivida por Elisa y Marcela, las primeras mujeres en casarse en A Coruña, en 1901, además de hacerlo por la Iglesia. A Panadaría rescata este relato que tiene todos los ingredientes para convertirse en un drama lésbico pasional. Sin embargo, la compañía ha sabido transformarlos para obtener una obra completamente cómica y con una luminosidad exquisita. Por tanto, hay que aplaudir que traiga aires nuevos, dado que es un planteamiento totalmente auténtico y con personalidad. Igualmente, no escatima en detalles sobre lo ocurrido, pero ofreciendo un retrato que juega con la ambigüedad del rigor histórico. Toda esa combinación de acciones y eventos se desarrollan como una auténtica catarsis dinámica. Por ello, el espectador queda rendido ante los pies de esta versión.

El enfoque es una maravilla absoluta, permitiendo explorar distintos episodios vividos por sus protagonistas, así como las intranquilidades que abordaron al intentar vivir en un ambiente normativo. Asimismo, la composición de cada uno de los personajes, obtiene una personalidad arrolladora, llena de una vitalidad que llena la sala. Por esa razón, los asistentes quedan con una sensación sanadora tras finalizar la obra, ya que han sido testigos de lo que fueron Elisa y Marcela, pero desde un prisma increíblemente positivo. Con lo cual, es importante remarcar ese atributo, dado que no es fácil realizar una metamorfosis a la comedia musical de hechos tan turbulentos. Por tanto, se puede decir, sin problemas, que esta pieza teatral es el reflejo de puro talento. Incluso, sin exagerar en absoluto, es uno de los musicales más redondos narrativamente que se han podido ver en los últimos años.

Fugitivas, enamoradas y brillantes

Esta obra sería imposible sin su elenco actoral, el cual es el gran responsable del éxito que supone Elisa y Marcela sobre las tablas. Las tres actrices que lo forman ofrecen un trabajo en conjunto magistral, con un disfrute y una labor impoluta. No se puede realizar ningún comentario a mejorar en torno a sus interpretaciones, lo que dice mucho sobre ellas. En primer lugar, Ailén Kendelman es pura energía, dejándose la vergüenza en casa y poniendo el cuerpo, el alma y todo lo que tenga sobre la escena. Asimismo, se plantea una luminosidad y una expresividad muy cercanas, que permiten al espectador conectar en todo momento con ella. De igual forma, es importante mencionar que comprende a la perfección el tono de la obra, llevándolo a su máximo nivel y no desaprovechando ninguna oportunidad.

Después, ver a Arerta Bolado sobre el escenario es una exquisitez, impresiona y sorprende a grandes niveles por el excelente trabajo que hace. Desde el principio se puede ver esa manera de envolverse en la comedia más física, dando algunos de los momentos más hilarantes de toda la obra. También destaca su capacidad vocal, con una voz que adecúa a cada momento, siendo un tesoro completo en el compendio general de la pieza teatral. Junto a toda esa comedia, hay esa ternura y alegría que son el cierre perfecto de su interpretación. Por último, pero no menos importante, Noelia Castro completa el reparto al mismo nivel que sus compañeras, con una actuación fascinante. Tiene un lenguaje corporal y expresividad no verbal, que lo eleva en todo momento con el carisma que desprende sobre las tablas. Del mismo modo, cuenta con una fuerza espléndida, que se sublima en su excelente ejecución.

El minimalismo del talento

Hay un imaginario colectivo en torno a los musicales, donde la puesta en escena se convierte en el elemento más importante de la producción de este género teatral. Sin embargo, Elisa y Marcela rompe con todos estos esquemas, demostrando que el minimalismo se convierte en puro arte según el enfoque que se le dé. Acompañadas las actrices por una tela continua blanca, no hay más artilugios sobre la escena. Así empieza a tejerse una propuesta basada en la imaginación, lo que conlleva a necesitar de la atención plena del espectador. Y lo consigue. El público va sumergiéndose en este viaje sin problemas, siendo total cómplice de lo que ocurre en escena. Por otra parte, los números musicales son apoteósicos, hilarantes, desternillantes y una fiesta continua. Además, vienen acompañadas de unas letras que son una fantasía absoluta. Ahí es donde se ve el ingenio creativo que hay detrás.

Después, la dirección escénica se ejecuta con una organización medida al detalle, donde confluyen detalles desde la coreografía, la escenificación y dramatización humorística, hasta las transiciones temporales entre los distintos pasajes que van evolucionando a lo largo de la historia. No son pocos los momentos en los que los aplausos del público arramplan con el espacio teatral de forma improvisada, llevados por la magia que les transmite esta pieza teatral. Por otra parte, el ritmo de la pieza teatral es rápido, disfrutable y no se podría haber formado mejor, el espectador no es consciente del paso del tiempo, está completamente dentro. En resumen, este musical es un regalo teatral, por el óptimo desarrollo estético, visual, artístico y técnico. De la misma manera, hay que sumarle las insuperables interpretaciones y una dramaturgia completamente genuina.

Conclusión

Elisa y Marcela es un musical que rompe con los esquemas habituales, para traer una pieza teatral que rezuma talento, creatividad y una explosión de alegría. Tanto la dramaturgia como la puesta en escena son un conglomerado increíble, que deja al espectador obnubilado y cae rendido ante esta propuesta escénica. Asimismo, las interpretaciones de Areta Bolado, Noelia Castro y Alién Kendelman son una auténtica delicia. Todo ello lleva a que deje una sensación sanadora, una experiencia absolutamente cautivadora. Además, es una muestra de cómo las compañías independientes pueden regalar grandes obras sin las posibilidades que pudieran tener otras producciones. Uno de los mejores musicales de los últimos años: amor, diversidad LGBTQ, canciones, acción… En conclusión, pura fantasía.

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