Manu Gómez presentó en el Festival de San Sebastián, Érase una vez en Euskadi, cinta con la que debutó como director de largometraje. Decir que trata del conflicto vasco como algunos medios han hecho no es más que un titular sacado de contexto. En los cines estuvo el 29 de Octubre de 2021.
Érase una vez en Euskadi habla del vertiginoso salto de la niñez a la adolescencia de cuatro niños criados en Euskadi en plena década de los 80. De ningún modo se detecta un interés por transmitir un mensaje o un posicionamiento. Y este detalle Manu Gómez lo trata con sumo cuidado y respeto.
Crítica de 'Érase una vez en Euskadi'
Resumen
Ficha Técnica
Título: Érase una vez en Euskadi
Título original: Érase una vez en Euskadi
Reparto:
Asier Flores (Marcos)
Aitor Calderón (Toni)
Miguel Rivera (Paquito)
Hugo García (José Antonio)
Luis Callejo (Jesús)
Marian Álvarez (Carmen)
Año: 2021
Duración: 100 min.
País: España
Director: Manu Gómez
Guion: Manu Gómez
Fotografía: Javier Salmones
Género: Drama. Amistad
Distribuidor: Entertainment One Films Spain
Tráiler de 'Érase una vez en Euskadi'
Sinopsis de 'Érase una vez en Euskadi'
Euskadi 1985. El colegio ha terminado, por fin llegan las ansiadas vacaciones. Marcos y sus 3 amigos, José Antonio, Paquito y Toni, reciben expectantes la llegada del verano, un verano prometedor sobre todo porque a sus doce años poco importa dónde, ni cuándo, ni cómo.
Recorrerán las horas en el laberinto que la vida les ha deparado, en una Euskadi antigua, luchadora, convulsa. Un laberinto de paredes grafiteras, donde rebotan las pelotas de goma y los sueños de libertad; cubierto de un cielo gris prefabricado en cooperativas, donde la muerte y la vida ya no mantienen relaciones formales.(ENTERTAINMENT ONE FILMS SPAIN)
Dónde se puede ver la película en streaming
‘Érase una vez en Euskadi’ toca todos los palos
Nacido en 1973, Manu Gómez muestra el Euskadi de mediados de los 80, vivido a pocos pasos de la adolescencia. Un Euskadi en pleno conflicto posfranquista, metida de lleno en la transición, aterrizando las drogas que dejaron huella en toda una generación, y con un telón de fondo de emigración del campo a la industria.
Un Euskadi de ideologías por descubrir, desde la nacionalista hasta la anarquista, pasando por la mera supervivencia, el verdadero pan de cada día. A través de cuatro niños de doce años, no queda tema candente de la época por tratar, ya sea social, político… o simplemente humano.
El niño interior del director
Érase una vez en Euskadi es ese primer relato que muchos creadores se mueren por contar: el propio. Repleta de una inocencia en descenso (cosas de la edad de nuestros protagonistas), se puede vislumbrar el tono de toda primera gran historia personal: la demostración del comprender lo que no se entendió de niño. La necesidad de aportar una visión ya adulta, en la lejanía, de lo visto en la infancia. Mientras, curiosamente, la fotografía de Javier Salmones parece buscar esa visión más infantil, la que busca la belleza en el detalle de una sencillez. Al mismo tiempo, la dirección parece zigzaguear entre las diferencias de lo vivido de niño y la creación del Manu Gómez adulto.
Érase una vez en Euskadi es limpia y humana. Lo cotidiano prevalece frente a lo amarillista, dando esquinazo a ese morbillo que parece buscarse últimamente en nuestro pasado. El conflicto etarra es una realidad en el día a día de los cuatro pequeños protagonistas, pero no lo es menos el primer amor por el que sufre uno de ellos o la última semana de mes de cualquier familia emigrante de la época.
Manu Gómez consigue transmitirnos, sin pretenderlo, lo realmente escandaloso: que el ser humano es capaz de normalizar cualquier aspecto de su entorno y resignarse a adaptarse a ello por mera supervivencia. Érase una vez en Euskadi nos recuerda sin dureza ni represalias que la historia no debe enterrarse, que no queda tan lejana todavía como para fingir que no formó parte de la mayoría de los españoles en algún momento de sus vidas.
Entre lo visceral y lo técnico
Es raro que el punto fuerte de una película también sea su punto débil, pero en Érase una vez pasa. Manu Gómez trabaja en base a sus propias vivencias para crear esta historia. Eso le aporta una visión íntima, cotidiana, más común imposible, como imposible es no empatizar. Pero, como humano, es imperfecto; es difícil ser subjetivo con los recuerdos, darle más relevancia a unos o a otros. Y como eso, como recuerdos que revolotean por la cabeza, es como lo acaba percibiendo el espectador. Es difícil encontrar la tecla más técnica que hace de una bella historia una gran película. Y es que debe ser muy complejo manejar algo vivido en plena efervescencia visceral ahora, desde el prisma de un narrador profesional.
Parece que Manu Gómez intenta darle el mismo protagonismo a cada niño, cada línea argumental en realidad, y a su alrededor. Esto entorpece un poco la idea casi siempre exitosa de utilizar un punto de vista infantil para narrar conflictos adultos. El resultado de Érase una vez en Euskadi no llega a ser una película sobre la visión infantil de un escenario adulto, ni tampoco una trama adulta con algunos niños en ella. Sin duda, Érase una vez en Euskadi se disfruta, enternece y atrapa sinceramente en algunas secuencias, pero la sensación de una construcción sin equilibrio narrativo estará casi siempre presente.
Conclusión: ¿la recomiendo?
Sin duda. En Érase una vez en Euskadi es evidente cuáles son las generaciones que más disfrutarán de esta película, apenas necesito convencerles de que pasarán un rato entrañable que valdrá la pena. A los demás, prometerles lo mismo, y sumar a la apuesta una banda sonora con canciones del paraje español más variopinto, escogidas con toda la intención de triturar nuestro corazoncito.
Si aún no te has decidido, ten en cuenta que vas a disfrutar de un reparto coral en el que brillan las tablas más que asentadas de intérpretes del tamaño de Vicente Romero, Luís Callejo o Ruth Díaz. Y, por supuesto, ellos: Hugo García, Aitor Calderón, Asier Flores y Miguel Rivera en perfecta armonía, conscientes de su rol incluso para el lenguaje corporal, estupendos todos ellos.
Olvida todas las obras que has visto hasta ahora de esta temática (solo por un momento) y disfruta con la inocencia y la ceguera colorida de un niño. Valdrá la pena.
Reportaje de Érase una vez en Euskadi en Días de Cine TVE
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