El terror en cine ofrece siempre una amplia heterogeneidad de maneras de representarse y emplearse. A veces en una línea o vertiente mucho más clásica, que es ahondar en los miedos más profundos, de aquellos que han cruzado al otro lado, o que consideramos, que siguen ahí. Pero para eso debemos preguntárnoslo, como bien hace el título que nos acontece, ¿Estás ahí?, de Inge Vela (La vida sin mí, El semblante).
Crítica de '¿Estás ahí?'
Resumen
Ficha Técnica
Título: ¿Estás Ahí?
Título original: ¿Estás Ahí?
Reparto:
Paula Mata (Julia)
Año: 2017
Duración: 15 min.
País: España
Director: Inge Vela
Guion: Inge Vela
Fotografía: Fran Rubio
Música: Private Hell Productions & Myuu
Género: Terror
Montaje: Leire Álvarez
Sonido: Leire Álvarez
Dirección de Arte: Niña Rata
Compañia Productora: Ingedda
Producción: Inge Vela
Distribuidora: Ingedda
Tráiler de ¿Estás ahí?
Sinopsis
Julia vive sola en una casa, herencia de su familia. Está convencida de que algo o alguien está en la casa con ella. Una noche decide quedarse despierta para intentar averiguar qué es, aunque esta decisión pondrá en peligro su vida. (Ingedda Producciones)
Pasillos, puertas y recovecos
Desde el primer plano en pantalla, ¿Estás ahí?, es toda una declaración de intenciones del género al que es deudor: el sobrenatural de casas encantadas. En donde, incluso, se puede intuir a una heroína (Paula Mata), adelantándonos un estado de inquietud, así como de insistencia en un enfrentamiento inminente contra una presencia que parece atormentar sus sueños.
En este caso, el marco narrativo está ubicado en un piso, bastante viejo; se nos da a entender, subversivamente, que se trata de una herencia. Destaca el preciosismo y el detalle por detenerse a contemplar cada una de las estancias del piso, que pasa a ser un personaje más insertado dentro de la trama. Un ser que pose identidad propia, y que ejercerá no solo de testigo del día a día de Julia.
El asentamiento de la protagonista en el contexto de adaptación al hogar está más ligado a la literatura gótica decimonónica, que a cualquier film sobre entes que se nos pueda ocurrir. Probablemente, el referente audiovisual más cercano esté en La maldición de Hill House, de Mike Flanagan, 2018, que también recurre al espacio como elemento preponderante en el desarrollo de la historia.
Y aún con ello, Inge Vela se las ingenia para no caer en una parafernalia de elementos efectistas que puedan distraer la atención, sino de generar expectación e ir consolidando el ambiente intimista, y minimalista, que caracteriza a todo el conjunto. El silencio, los pasillos, y el contraste cálido y frío que ofrece Fran Rubio en su fotografía, son meros antecedentes de lo que se cierne sobre la protagonista; y siempre con una razón de ser.
Crispación sonora
Otro de los factores destacables en la producción, y que sabe emplear como su mejor aliado, son los efectos sonoros. Nunca una falta de señal de móvil sonó tan realista para lo que va a resultar una circunstancia cuanto más que irrealista. Y es que la banda sonora, junto con otros foleys, lo que buscan es en todo momento generar una incomodidad a través de sensaciones crípticas.
El guion de Inge Vela no es intuitivo, sino que busca un extraño, y a veces, irregular equilibrio entre resultar expositivo de más, pero manteniendo acotada la información, ofreciendo la posibilidad de jugar con una ambigüedad con respecto al comportamiento y actitud de su protagonista.
Y es que no hay que obviar, que el dormir poco, y el estrés también pueden generar muy malas pasadas. Aquí es donde podríamos mencionar que se deja instalar, sugiriendo, nunca resultando categórico, el acentuar una idea de sugestión. Aquello por lo cual consideramos que puede generarnos o producirnos una afección, termina manifestándose como una posibilidad más que tangible. Las pistas están ahí, esas fotografías no pasan desapercibidas, así como esas manos que reclaman su espacio, y no gustan de intrusos en su hogar.
Conclusión de '¿Estás ahí?'
¿Estás ahí?, explora la faceta más tradicional del género de terror, recurriendo a un enfoque distinto, más aislado, cotidiano, generando impresiones a través de un guion que ahonda entre la narración clásica y el sugerir sin explicitar por la palabra. Quizás otra de sus fallas sea un ritmo excesivamente denso, pero que no por ello no dista de desafiar al espectador desde un enfoque más contemplativo y reposado. Probablemente, esta dilatación, no sea sino un mecanismo para llevar a un clímax contundente, hasta cierto punto esperado, que no por ello deja de ser el pay off que demandamos como espectadores, tras esa puerta que se cierra sin piedad frente a nosotros, sumergiéndonos en la oscuridad.
Un trabajo interesante y distinto dentro del terror sobrenatural, y que sitúa a Inge Vela en la línea de cineastas de género que se decantan más por la exploración de las reacciones humanas, de lo inquietante a través de los detalles, y no por lo espectacular y lo gratuito.
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