Casa Lagarta vuelve a la edición de 2021 del Festival SURGE Madrid, donde ha estrenado su última obra: Hombre desnudo. Esta pieza teatral forma un díptico espiritual con su anterior proyecto, "Mujer Hamlet". Cabe recordar que "Mujer Hamlet" se alzó con el Premio Cinemagavia 2021 a la mejor obra de teatro. En esta ocasión, el espectáculo dramático pone el foco sobre el hombre, haciéndose preguntas en torno a su figura. Su debut sobre las tablas fue el pasado 21 de octubre en el Teatro Nueve Norte, obteniendo una recepción positiva tanto por parte del público como por la crítica especializada. Además, se podrá disfrutar todos los miércoles de noviembre en el Teatro Nueve Norte a las 20:30 horas.
Título: Hombre desnudo Título original: Hombre desnudo
Reparto: José De Vicente
Adrián Justel
Manuel Minaya
Silvia Nieva
Isabel Pamo
Álvaro Pérez Muñoz
César Toledo
Lorena Toré
Jorge Vidal
Nacho Zorrilla
Pedro Martínez
Duración: 120 min. apróx. Dirección: Pedro Martínez Dramaturgia: Pedro Martínez Espacio escénico: Luis Mayo y Pedro Martínez
Iluminación: Luis Mayo y Pedro Martínez
Vestuario: Sergi Regal
Fotografía: May Fernández Producción: Casa Lagarta
Sinopsis de 'Hombre desnudo'
Hombre desnudo es una reflexión dramatizada sobre la figura del varón a partir de la concepción del desnudo masculino en la historia del arte occidental. Entendemos esta pieza como una continuación conceptual de nuestra anterior propuesta estrenada en SURGE 20, MUJER HAMLET. Nos gusta pensar que se trata de un díptico conceptual basado en la concepción binaria del género mediante elementos clave de nuestra cultura. Si en MUJER HAMLET sometíamos un texto universal a un proceso de inversión para poner negro sobre blanco la arbitrariedad y tiranía de las concepciones culturales sobre el género, en Hombre desnudo ponemos en evidencia las creencias y valores que han sustentado la imagen masculina y su confrontación y posición con el presente. (SURGE MADRID 2021).
La investigación del ser
Casa Lagarta ya impactó en el turbulento 2020 con “Mujer Hamlet”. Este 2021 realiza su secuela conceptual, bajo el nombre de Hombre desnudo. Ambas obras comparten espíritu, pero no están relacionadas literalmente. En esta ocasión, se diverge en la concepción de lo masculino, que trae una reflexión sobre el significado de ser hombre en sus diferentes acepciones. Así va deconstruyendo la imagen de la masculinidad a través de la historia, donde se ve un despliegue cultural muy inteligente. Todas esas referencias se mezclan en un texto agudo, perspicaz y pícaro. No busca ser políticamente correcto y se agradece que no lo sea. Asimismo, plantea debates en torno a la delgada línea entre sexo, género y orientación sexual. Un tema que ha perdurado a lo largo del tiempo, pero que, en la actualidad, ha tomado un camino que va mucho más allá de lo preconcebido.
Ahí está el éxito de la obra, en llevar al espectador ante esa introspección descarnada del ser humano, en observar con distintos ojos la concepción que se tiene de los hombres. También se aborda la feminidad, pero únicamente en el grado necesario para detallar la cuestión principal del ser o no ser. Hay escenas que son un auténtico maremoto de emociones, mientras que otras navegan en la suavidad y accesibilidad que equilibran la potencia de la pieza teatral. Además, también hay ese toque de recreación biográfica ficcionada, sirviendo de puente entre los distintos actos que conforman el espectáculo teatral. Como detalle, se presentan algunas problemáticas que van más allá de lo que es un hombre, siendo una metáfora social certera. Únicamente, el prólogo con parte de “Mujer Hamlet” no casa con la misma fluidez que el resto de la obra.
Al natural
Si en “Mujer Hamlet” había un ejército de mujeres poderosas, en Hombre desnudo hay un aquelarre de hombres diversos. Desde su concepción física hasta los distintos estados que representan, la selección es todo un acierto. En primer lugar, Nacho Zorrilla se come la escena, transformando su interpretación en una auténtica exposición actoral. De principio a fin, se deja la piel en una expresividad corporal ardua, provocando un magnetismo instantáneo. Luego, Álvaro Pérez Muñoz ofrece una labor extraordinaria, donde se ve naturalidad y fuerza, al mismo tiempo que sensibilidad y fragilidad. Sin duda, logra un resultado fantástico. Lo mismo sucede con José de Vicente, una calidad interpretativa máxime, protagonizando una de las escenas más grotescas de la obra sin perder el hilo y la coherencia. Un auténtico artista. Después, César Toledo realiza una actuación muy bien desarrollada a nivel expresivo y corporal, aunque podría mejorar en dicción.
Jorge Vidal es un auténtico maremoto de energía, sabiendo utilizarlo a su favor. En todo momento explora su forma de proceder dramáticamente, controlando las distintas fases energéticas por las que va evolucionando en la obra. De igual forma, transmite una sensación muy positiva, lo que consigue redondear aún más su trabajo. Por otra parte, Adrián Justel comprende el lenguaje de la obra, dándole su propio sello de identidad, pero manteniendo la sinergia con la propia obra. Dicho de otra forma, aporta su vitalidad y la transforma, para ambas complementarse satisfactoriamente la una con la otra. Y, sin dudarlo, una de las sorpresas es ver a Pedro Martínez sobre las tablas, con una interpretación mordaz, deslenguada y excelentemente pertinente, el público cae rendido ante él. Por último, Isabel Pamo aprovecha sus escenas, con un brillo singular, mostrando su presencia sobre las tablas.
Trascender de la historia
Un texto de estas características solo sería posible con una propuesta escénica rompedora y fuera de lo común, y eso es lo que es Hombre desnudo. Conjuga diferentes lenguajes artísticos para dar rienda suelta a una locura totalmente sensata. Por un lado, la desnudez es uno de los componentes dramáticos más importantes. Se ve ese retorcimiento visual y estético, que se sublima en un impacto artístico excelentemente conjugado. Gracias a ello, se reivindica la posibilidad de los cuerpos más allá de lo sexual, siendo un lienzo que ofrece muchas opciones. Por otra parte, se realiza una transformación por cada acto, en el que se llega a diversas coreografías que impresionan a los asistentes, manteniendo en todo momento un razonamiento relacionado con el tema tratado en la pieza teatral. Además, se impregna la escena de una sensación de transformación continua.
De esta manera, la obra torna a una ejecución del ritmo perfecta, dado que, en ningún momento, da la sensación de estancarse en alguna escena. Con lo cual, el espectador disfruta su duración en su totalidad, lo que indica una excelente gestión de la dirección. Cambiando de tercio, el vestuario elegido lleva una línea concreta, que apuesta por una uniformidad latente. Aun así, se comprende esta propuesta, ya que haber apostado por una más colorida como en “Mujer Hamlet “ podría haber despistado en su intención. Las transiciones entre un acto y otro se disfrazan de esa realidad ficcionada, que transmite cercanía, pero también logra que se produzcan los puentes sin necesidad de parar la pieza. Por último, destacar la escena de la fruta, incómoda, grotesca, incluso, dantesca, pero es la muestra definitiva del riesgo y de la pasión que hay en este espectáculo.
Conclusión de 'Hombre desnudo'
Hombre desnudo es un debate artístico, dialéctico y artístico en torno al hombre en el campo biológico, de género y sexual. Asimismo, se expande ante las distintas acepciones que se perciben en lo social y cultural. Por tanto, la dramaturgia es exquisita, de una gran calidad reflexiva. Asimismo, la puesta en escena culmina en una creación arriesgada, encumbrándose hacia la pasión y lo visceral. Esa ruptura con lo establecido y una composición que está constantemente viva, es lo que termina por elevar el resultado de esta pieza teatral. Asimismo, el reparto actoral brilla, realizando una labor exquisita, utilizando todos los elementos expresivos a su alcance. El debate sobre lo que es ser hombre se sublima en una obra absolutamente genuina, auténtica, con una fuerza implacable y cautivadora.
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