Inferno (1980) de Dario Argento, es seguramente la película más pretenciosa del director. En ella, como admite el propio cineasta, puso toda su fuerza y energía. El resultado, pese a tener algunos errores evidentes en cuanto al guión, no deja de ser una película de obligado visionado para cualquier aficionado al cine, por la fuerza de su puesta en escena.
Crítica de 'Inferno'
Resumen
Ficha Técnica
Título: Inferno
Título original: Inferno
Reparto:
Leigh McCloskey (Mark Elliot)
Irene Miracle (Rose Elliot)
Eleonora Giorgi (Sara)
Daria Nicolodi (Elise De Longvalle Adler)
Sacha Pitoëff (Kazanian)
Alida Valli (Carol)
Año: 1980
Duración: 107 min
País: Italia
Director: Dario Argento
Guion: Dario Argento (Basado libremente en la obra de Thomas de Quincey)
Fotografía: Romano Alboni
Música: Keith Emerson
Género: Terror
Productora: Produzioni Intersound
Tráiler de 'Inferno'
Donde comprar 'Inferno'
- Leigh McCloskey, Irene Miracle, Eleonora Giorgi (Actores)
- Dario Argento(Director)
Sinopsis de 'Inferno'
Una joven italiana que estudia en Nueva York (Rose Elliot), ha comprado en un anticuario un pequeño diario en el que se habla sobre 'Las tres madres'. En este libro se habla sobre la existencia de brujas que tienen influencia en el mundo...La película sigue el argumento de la anterior película de Dario Argento, Suspiria (1977).
Sí, es un auténtico disparate
No esperemos una película con una lógica narrativa convencional. Inferno, va un paso más allá de Suspiria (1977), que es su heredera a nivel espiritual y formal, y si ya aquella tenía agujeros dentro de la cohesión argumental, esta incluso podría considerarse como cine experimental, si tenemos en cuenta la definición que existe sobre este cine en las enciclopedias. De hecho, el guión no tiene ningún sentido. La película no sabe como enlazar escenas (y sobre todo como articular a sus personajes) y es más por incapacidad que por decisión propia que la obra empieza con una estructura in media res en la que empezamos sin entender algo y terminamos de la misma manera.
Si nos ponemos con fallos de guión, la lista sería interminable: ¿Quién mata al vendedor de antigüedades? ¿Por qué la copia del libro en Roma es tan fácil de encontrar? ¿Quién es el personaje que vigila el libro en Roma? ¿Por qué Roma y Nueva York son totalmente iguales? ¿Quién es el personaje que interpreta la bellísima Ania Pieroni? Como vemos, al director, estos detalles no le importan en absoluto, porque lo único que busca Argento es, primero, subyugar al espectador y evitar que este piense en la trama mediante el uso anestésico de luz y sonido, y segundo, colocar su mitología de las tres madres.
Sabías a lo que venías
La fuerza principal de Inferno está en una excelente disposición de todo tipo de imágenes y sonido. Pongamos por ejemplo la primera secuencia de la película. Una joven se desvela y en mitad de la noche se dirige a su anticuario para preguntar por un extraño libro que ha comprado, en el que se relata la existencia de tres malignas brujas. Después de una extraña conversación, se dirige hacia el sótano del edificio, y allí, sin que el espectador entienda muy bien que está pasando, se sumerge en unas aguas estancadas, donde además acabará encontrando un cadáver. Contado de manera escrita puede resultar ridículo. Pero a lo escrito, hay que añadir la confusión que añade el director con el uso de una luz totalmente artificial. Es en esta película, en la que el adjetivo de teatral puede emplearse correctamente y no en vano.
Porque la luz y los focos que emplea Argento son totalmente antinaturales, irreales, colocados en el filme como una intención por parte del italiano para o bien señalarnos algo, o simplemente crear una atmósfera onírica. Focos y luces que se encuentran repetidamente en la película, especialmente durante la noche, que es cuando Argento consigue plasmar toda su imaginería. Pero no solo tenemos luces de discoteca. Hay que resaltar una puesta en escena con la que Argento experimenta continuamente, pese a que para ello tenga que sacrificar a sus propios personajes y a la propia narrativa.
Cuadro de Escher
Las muertes de los personajes por ejemplo, son solo un espectáculo para la propia dirección, y siendo consciente de ello, el propio director no se guarda de meter ciertos guiños cómicas en varias de estas escenas. O el montaje, donde también encontramos ciertos momentos interesantes, como el momento en el que mientras está sucediendo un asesinato se intercalan unas imágenes un tanto inquietantes.
Además, Inferno es en cierta medida un cuadro de Escher, con construcciones imposibles, donde realmente los edificios que nos presenta el filme no tienen ningún tipo de raccord lógico, que se fusiona con la propia estética del romano.
La mitología de las tres madres no funciona
Esto no es un secreto, pero donde fracasa más estrepitosamente Inferno es en la ambiciosa construcción de la mitología que proponía Argento para la película. Para empezar, porque a Argento se le ve demasiado obsesionado con el tema, metiendo con calzador material que en realidad no es para nada profundo.
El asunto de las tres madres acaba siendo algo demasiado superficial, y la parte esotérica de la película no tiene demasiada miga más allá de los cuatro clichés que todo el mundo, incluso los que no hayan abierto un libro sobre el tema, conocen, a saber: Brujas, gatos como animal del diablo, hechizos...Incluso en algunos aspectos la mitología no solo es que resulte propiamente confusa (¿La chica atractiva que aparece en las clases de música es una de las brujas?), sino que resulta ridícula, por incoherente (mismamente en el final de la película, cuando la bruja dice que en realidad es la muerte).
Una música ténebre
Para la banda sonora el cineasta romano contactó con Keith Emerson, un músico británico que construyó una banda sonora muy en la línea de la que Goblin construyó para Suspiria. La música pues, es también un elemento indispensable para Inferno, no solo porque en ella en parte se sustenta el director para construir la atmósfera de terror, sino porque tiene parte de importancia dentro de la propia trama.
Conclusión
Inferno es una obra indispensable para aquel cinéfilo activo que esté dispuesto a nuevos retos. Quizá, la película peque en exceso de pretenciosa y por ende se coloque unos pasos por detrás de la obra magna del director, Suspiria, pero aún así esto no la desmerece en lo más mínimo.