La tercera temporada en Madrid de Juguetes rotos sigue en pleno funcionamiento. Esta obra escrita por Carolina Román ha sido una de las piezas teatrales mejor valoradas de los últimos años. Obtuvo el Premio Unión de Actores 2020 a mejor actor protagonista para Nacho Guerreros. También Kike Guaza se alzó con un Premio Unión de Actores 2020, a mejor actor revelación. Asimismo, ambos se hicieron con el premio ex aquo a mejor actor en el XXII Certamen Nacional de Teatro Garnacha, La Rioja, 2019. Además, en el mismo certamen se llevó el premio a mejor espectáculo. Igualmente, fueron finalistas a mejor actor protagonista en los Premios Max 2019. Actualmente, se puede disfrutar hasta el 6 de junio de 2021 en el Teatro Infanta Isabel.
Título: Juguetes rotos Título original: Juguetes rotos
Reparto: Nacho Guerreros Kike Guaza
Duración: 90 min. apróx. Dirección: Carolina Román Dramaturgia: Carolina Román Ayudante de dirección: Olga Margallo
Diseño de escenografía: Alessio Meloni (AAPEE)
Luz: David Picazo
Diseño sonoro: Nelson Dante Vestuario: Cristina Rodríguez Ayudante de vestuario: Unai Mateos Fotos: Bárbara Sánchez Palomero
Fotografía cartel: Sergio Parra Diseño de caracterización: Chema Noci Producción: Henar Hernández
Dirección de producción: Fabián Ojeda Producción: Producciones Rokamboleskas
Tráiler de 'Juguetes rotos'
Sinopsis de 'Juguetes rotos'
Juguetes rotos narra la historia de una amistad entre Mario un joven que abandona su pueblo y Dorin una transexual del mundo del espectáculo. Mario trabaja en una peluquería pero Dorin lo lleva a enfrentarse a sus sueños de ser mujer. En este espejo en el que Mario se mira también se refleja un mundo de purpurina peligroso y revelador.
Es la época del barcelonísimo Paral.lel, de las criaturas mágicas ataviadas con las mejores plumas como contrapunto de la España en blanco y negro endurecida por la ley de vagos y maleantes que incluía la represión de los homosexuales. La muerte de su amiga hace que Mario decida por fin ser Marión. Enfundada en el vestido rojo de Dorin regresa a su pueblo, pero esta vez para ser libre como las palomas. Las palabras de Dorin retumbarán siempre en su interior: “Lo importante no es que te vean, sino que te vean como tú quieres que te vean”. (TEATRO INFANTA ISABEL).
Comprender el pasado para luchar por el presente
El recorrido de Juguetes rotos en la cartelera teatral española es amplio, con varios reconocimientos a su espalda, y es lógico. La historia que aborda Carolina Román en esta pieza teatral es magnífica, de la que no se puede sacar absolutamente ningún pero. Desde el principio se plantea una humanidad y nostalgia del dolor, que se adereza con una dulce inocencia y sin caer en victimismos. Por lo tanto, el guion reivindica la imagen de aquellos que tuvieron que ser supervivientes, sin entender del todo por qué lo que hacían se supone que estaba mal. Asimismo, expande el universo a distintos personajes, cuidando todos los detalles, con una propuesta excelente, que te envuelve en todo momento. El recorrido de su principal protagonista se va deshojando como una rosa frágil, pero firme, emocionando cuando debe hacerlo y despertando la alegría en los puntos exactos.
La sensación que deja la obra una vez vista es de jolgorio y una motivación extraordinarias, dado que cala en los espectadores hasta en lo más profundo. También es importante destacar que hace un homenaje a aquellas personas que lucharon por ser ellas mismas, pese a las consecuencias legales y sociales que les rondaba. Por un lado, ese análisis del significado del género, de encontrarse a uno mismo y de enfrentarse al que dirán es apasionante. Mientras, por otro, se desvela esa contraparte oscura, de desasosiego, de riesgo y de pesadumbre, siendo un reflejo de una sociedad no tan lejana a la actual. Por último, sería conveniente destacar el equilibrio de la narrativa en todas sus partes, incluidas aquellas que beben de la música y el espectáculo, siendo una dramaturgia perfecta.
Dos titanes de la interpretación
Una de las virtudes que elevan la calidad de Juguetes rotos es su elenco actoral, formado por Nacho Guerreros y Kike Guaza. Para comenzar, Guerreros vuelve a demostrar una vez más la gran versatilidad actoral que hay en su vasta experiencia en el medio artístico. En las primeras escenas se puede sentir ese aire de ingenuidad, marcado por la curiosidad y por la introspección personal. Además, lo mezcla con esos viajes entre pasado y futuro, que le dan la posibilidad de exponer sus distintos registros. En ningún momento pierde la concentración, sino que profundiza en cada uno de los personajes a los que da vida, dejando escenas de gran valor actoral, como aquella con el marinero y Marion. Por ende, solo se puede alabar la tenacidad y la explosión artística paulatina que desarrolla sobre el escenario. Sin duda, una de las mejores interpretaciones del actor.
Kike Guaza revela el significado de ser actor con esta obra, es absolutamente excepcional todo lo que hace en escena. La transformación que va hilando en sus distintas fases en la obra, hace que exprima al máximo su torrente y su presencia escénica. De esta forma, deja encandilados a cada uno de los asistentes de la obra, que boquiabiertos solo pueden admirar el talento único del actor. Mientras que la musicalidad, la elegancia humorística y ese cáliz de diversión innata triunfan en sus escenas más animadas, por otro lado, es un puñetazo al corazón en las escenas donde la crudeza de la vida azota a su personaje. Por lo cual, su interpretación deja estupefactos a los espectadores y se consolida con un trabajo impoluto de Guaza. Con lo cual, el combo formado por Guerreros y Guaza es imponente y sobrecogedor, arte en estado puro.
La delicadeza de la transformación
Nada más entrar a la sala, se observan unas jaulas como principal motivo de la puesta en escena en Juguetes rotos. Aunque pueda causar extrañeza en una primera impresión, según empieza la obra, se observa el planteamiento distinguido que se ha elaborado alrededor de éstas. La propia metáfora de lo que significan estas jaulas se unifica al buen uso físico y artístico que se hace de ellas a lo largo de la obra. Además, permiten a los actores llevar a cabo escenas de gran dureza, pero sin excederse en la violencia visual ante el espectador. Prueba de ello es aquella entre el primo de Mario y Mario, la cual es un ejemplo perfecto de delicadeza y potencia, al mismo tiempo, sin caer en el morbo. Después, la coreografía y el movimiento escénico están medidos milimétricamente, obteniendo un resultado sensacional.
Sobre la musicalidad de la obra, hay que dividirla en dos secciones: la música y los paisajes sonoros. Para comenzar, la selección musical es una exquisitez, con ese aroma francés que se combina con el propio imaginario español, de la España tradicional. Las canciones seleccionadas llevan al espectador a esos clubs y espectáculos de revista, sentenciando la obra a un acabado sonoro espléndido. Luego, los paisajes sonoros completan la magia del significado de hacer teatro, demostrando que estimular al espectador a través del sonido es una estrategia óptima para completar la escena. Gracias al espacio sonoro, el público realiza el mismo viaje que su protagonista y lo vive al máximo. Por último, el ritmo y el montaje de la obra son inmejorables, ya que toda esa vorágine de sentimientos, sensaciones y vivencias hacen que la obra sea un regalo para el espectador. Insuperable.
Conclusión
Juguetes rotos es pura magia teatral, con una historia que lleva al espectador al interior de la emoción. El recorrido vital de sus protagonistas, junto con una narrativa sensible, profunda y elegante, crean un espectáculo absolutamente impecable. Después, Nacho Guerreros y Kike Guaza demuestran ser dos actores magníficos, con una entrega sobre el escenario que deja obnubilados a los asistentes de la pieza teatral. Dos titanes de la interpretación que dejan el cuerpo y el alma sobre las tablas.
Lo mismo sucede con la puesta en escena, la cual es increíble por la inteligencia que muestra en los elementos utilizados. Además, la utilización de la música y los paisajes sonoros son excelentes, encumbrando la obra a su máximo nivel. Pocas obras dejan la sensación de ser impolutas, y, sin dudarlo, ésta lo consigue. Juguetes rotos es una de las mejores obras que se han visto en la cartelera española en los últimos años.
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