Stéphane Demoustier retoma uno de los casos más misteriosos de la historia negra argentina: el crimen de Solange Grabenheimer. Sin embargo, cabe recordar que La chica del brazalete está inspirado, que no basado en el caso argentino, por lo que no es una adaptación rigurosa sobre los acontecimientos de 2007. Hermanada del film "Acusada", de Gonzalo Tobal, explora el juicio a una joven acusada del asesinato de su mejor amiga. A partir de las distintas pesquisas, se pone al frente no solo su posible autoría de los hechos, sino también su estilo de vida y sexualidad. Estuvo presente en certámenes como el Festival Internacional de Cine de Locarno. Llega a los cines españoles este 12 de febrero de 2021.
La chica del brazaletenos presenta a Lise, de 16 años, acusada de haber asesinado a su mejor amiga. Durante el juicio, sus padres la defienden de manera inquebrantable. Sin embargo, a medida que su vida secreta comienza a desvelarse, la verdad se convierte en algo indiscutible. ¿Quién es realmente Lise? ¿Conocemos bien a las personas que amamos? (SURTSEY FILMS).
En 2018 se estrenó en Argentina la película "Acusada", inspirada en hechos reales. Nuevamente, se retoma la historia desde una perspectiva distinta en La chica del brazalete, en esta ocasión, por Stéphane Demoustier. La historia se plantea cómo una gran incógnita en torno a la posible homicida del asesinato de su mejor amiga. Sin embargo, este film ha apostado más por realizar un retrato social y familiar de lo que envuelve a la protagonista. Por lo cual, el propio homicidio no se posiciona en primer plano, sino que las consecuencias que provoca es la principal línea narrativa. Gracias a ello, se van conociendo los detalles de la vida juvenil de ambas, lo que desemboca en un debate que muestra la todavía culpabilización de la sexualidad de la mujer y atribuirlo a un perfil negativo.
Su mayor fuerte se presenta en esa reflexión sobre los vestigios de una educación todavía marcado por el decoro, aprovechándose de episodios de la vida de la joven para perpetrar un juicio paralelo en su estilo de vida. Sin duda, es un reflejo del desfase generacional que hay en la actualidad, manteniendo un aroma fresco ante la escena. Sin embargo, el problema surge, en la historia, por su carácter lineal en la mayor parte del largometraje. A pesar de comprenderse las intenciones, el espectador puede sentir que la energía no tiene momentos que emocionen, por lo que se convierte en una historia demasiado neutral. En consecuencias, la interesante reflexión que se propone pierde efecto al no efectuarse una buena gestión sensitiva. Aun así, no aburre en absoluto y se ve un planteamiento que cuestiona el actual sistema social y público en torno a la figura de la familia.
Impasible dolor
Es difícil lograr construir una interpretación basada en la pasividad más absoluta, pero, al mismo tiempo, no convertirse en un personaje tedioso. Por lo cual, lo que hace Melissa Guers en La chica del brazalete es de aplaudir, al reposar su interpretación, pero con un sutilidad en su expresividad exquisita. Los pequeños estímulos que recibe el espectador indican perfectamente la complejidad psicológica a la que está sometida su personaje. A pesar de no utilizar apenas el diálogo, su ejercicio de contención es magnífico y aporta el alma necesaria a su Lise. Después, Roschdy Zem equilibra la sinergia de la película, con un trabajo actoral más pasional y sentimental, manteniéndose en la sintonía de la identidad propia del film. Su Bruno, padre de Lise, expresa perfectamente el dolor interior que sufre y el arco evolutivo a su alrededor.
La Fiscal General llega envuelta en la piel de Anaïs Demoustier, hermana del realizador y una de las actrices francesas más reconocidas en los últimos años. Una vez más, Demoustier demuestra una fuerza excelente en la pantalla, con una interpretación que llega al espectador. Además, al tener que ser la antagonista del film, esa incomodidad que provoca traspasa la pantalla y el público siente los golpes dramáticos de la actriz. No se puede negar que es la actuación más consolidada del film, con una fuerza arrolladora estupenda. Por otra parte, Chiara Mastroianni comienza de una forma más suave y en un plano más secundario, pero en su momento cumbre, demuestra el carácter y luce totalmente en su monólogo. Para terminar, Paul Aïssaoui-Cuvelier cumple con su función, de una forma muy natural, y una verosimilitud muy bien trabajada.
Las confesiones
Desde el principio se puede ver que La chica del brazalete tiene la intención de seguir los esquemas más predominantes en el género judicial cinematográfico. Realmente, la construcción del espacio en el resto de localizaciones no tienen la misma importancia y su propósito es más circunstancial. Por ello, la dirección artística obtiene una gran atención durante las secuencias del juicio, donde la acción y las palabras toman mayor envergadura. De esta manera, visualmente se vuelve muy atractiva durante el transcurso del juicio, pero se mantiene demasiado ligera en los espacios externos. Por lo cual, hay que aplaudir su labor en gran parte del film, aunque hubieran podido aprovechar aún más las posibilidades artísticas que les ofrecía la propia cinta. Después, el uso del color rojo es predominante, evocando a la propia sangre y pasión, pero también a una fragancia de ansiedad y ahogo, que asienta la identidad de la película.
La dirección de fotografía tiene un acabado muy sugestivo, con una buena elección de planos, que obtienen un resultado estético muy cuidado. En su disposición no se ve una intención de captar la atención con grandes emplazamientos con la cámara, por lo que se da más importancia a cómo capta el propio movimiento. Después, hay algunas secuencias algo explícitas, que no se ven totalmente justificadas en pantalla, aunque tampoco desentonan. Es decir, dan más detalles, pero sin ser éstos imprescindibles. Luego, el ritmo de la cinta cumple con esa impasibilidad antes mencionada, lo que deja tiempo para ir reflexionando el film. A una parte de la audiencia le puede gustar esta estructura, mientras que para otros puede ser algo más densa de lo que se esperase. Para terminar, la simbología que se va utilizando, es acertada, pero sin ir mucho más allá.
Conclusión
La chica del brazalete se centra en el juicio de la liberación femenina, la vida pública y las relaciones familiares. Por lo cual, el suspense se rige más por las sensaciones que afloran en los personajes, más que en el propio concepto de encontrar al culpable. El reparto esta magnífico, con unas interpretaciones elegantes, con fuerza y equilibrio. Asimismo, destacar el gran ejercicio de contención de Melissa Guers y la excelente actuación de Anaïs Demoustier. Luego, a nivel visual, es atractiva en su fotografía, aunque destaca, sobre todo, en las secuencias del juicio. El ritmo puede ser algo denso para una parte del público, al igual que la falta de momentos con más potencia. Aun así, la reflexión que se extrae es interesante. Un juicio a los valores de una sociedad aún culpabilizadora en un relato moderado en pos de la reflexión.
Reportaje de La chica del brazalete en Días de Cine TVE
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