Las inviernas Teatro estrenó su tercera producción, La cofradía de las invisibles, el pasado 26 de octubre dentro del Surge Madrid 2022. Esta pieza teatral transporta al espectador a la memoria de las mujeres silenciadas, donde mediante su experiencia catártica recuperan su memoria oculta. Escrita por Xus de la Cruz, cuenta en su reparto con Ángel Villalón, Silvana Navas y Cristina Subirats. Asimismo, tiene un equipo técnico artístico de lujo, formado por Rubén Martín Vaya, Alessio Meloni, Igone Teso, León Velásquez, Ricardo Márquez y Andrea Serrat. Se pudo disfrutar hasta el 30 de octubre en Nave 73. Se esperan próximamente nuevas fechas.
Duración: 90 min. apróx. Dirección: Xus de la Cruz Dramaturgia: Xus de la Cruz Diseño de vestuario: Igone Teso
Diseño de iluminación: Rubén Martín Vaya
Escenografía y atrezzo: Alessio Meloni
Creación audiovisual y fotografía: León Velásquez Espacio sonoro: Ricardo Márquez Diseño gráfico: Andrea Serrat Fotografía Surge Madrid: Virginia Rota Compañía: Las Inviernas Teatro
Tráiler de 'La cofradía de las invisibles'
Sinopsis de 'La cofradía de las invisibles'
Mujeres próximas al deceso quedan bajo el amparo de una cofradía. Carentes de identidad propia y desdibujadas en rostro, buscan entre esas cuatro paredes encontrar respuesta. Brotan ante los ojos de su memoria personajes que se proyectan en la cofradía, lugar que las protege de la sociedad que ha decidido olvidarlas. El público será testigo y eco de esas ensoñaciones. La cofradía de las invisibles edifica los orígenes de una nueva y sólida memoria basada en la verdad oculta de nuestras progenitoras. Conmemora las raíces de nuestra estirpe y devuelve su lugar a las mujeres. (NAVE 73).
Al margen de la sociedad
Tercera producción de Las Inviernas Teatro, estrenada dentro del marco de Surge Madrid 2022. Xus de la Cruz se sumerge en La cofradía de las invisibles ante una obra que narra cómo tres mujeres desean encontrarse a sí misma ante una cofradía de la que deben hacerse cargo. Sin embargo, De la Cruz se deshace de significados explícitos, lanzándose ante una creación que va más allá de lo aparente. Se degustan imaginarios, retorciéndose ante una metáfora imposible en varias ocasiones, pero que deja patente temas de vital importancia como la feminidad, la maternidad, la identidad personal... Por ende, se encuentra la catarsis en cómo la evolución por cada uno de sus personajes revuelve al espectador en una vorágine abstracta que termina engatusándole. Gracias a ello, a pesar de poder no entenderse todo para un público generalista, impresiona.
En efecto, no es una obra para todo tipo de públicos, pero tampoco busca serlo. Desde el principio se puede ver cómo entremezcla simbolismos que distan a primera vista de estar unidos, pero De la Cruz ha sabido cohesionarlos de una manera estupenda. No obstante, hay momentos en los que la incertidumbre se vuelve excesivamente sofocante, llevándose ante una evolución que puede sentirse que no logra arrancar. Con lo cual, hay partes en las que podría no cautivar a la audiencia al adormecerse en su ejecución. A pesar de ello, ese entumecimiento narrativo no sentencia a la pieza teatral, dado que sabe revolverse y retornar ante ese misticismo indeterminado que acaba con un final apoteósico, donde se comprende todo ese viaje vital. Una carta no solo a las mujeres, sino a aquellas olvidadas y marginadas por la sociedad, con una crítica a la moral.
Tres mujeres luchando
Silvana Navas, Ángel Villalón y Cristina Subirats son los encargados de dar vida a La cofradía de las invisibles. Los tres formulan una labor en conjunto que les permite apoyarse el uno en el otro para confeccionar una sinergia que obtiene su fuerza en lo físico, en lo carnal. Por lo cual, funcionan como si fueran un solo órgano, sin perder de vista el lucimiento individual de cada uno de ellos. Sin embargo, su mayor fuerza es la unión que obtienen, apostando por una química que plantea una actuación rozando lo espiritual, sin dejar de lado una comedia bien planteada. Son personajes esperpénticos, pero también les dan un punto de humanidad, con el que conectan los espectadores de alguna manera. Así, ese proceso de encuentro artístico se siente en sus cuerpos, las cuales no tienen miedo a ser el vehículo de expresión.
Por otro lado, a nivel individual, Silvana Navas ofrece una interpretación que puede rozar lo caricaturesco, lo paródico. Sin embargo, lo combina con una vertiente más purificadora, dejando escenas en las que transmite un misticismo muy especial. E, incluso, con dichos contrastes, mantiene la personalidad y el arco evolutivo de su personaje en coherencia, por lo que expone el cuidado que tiene dicho trabajo dramático. Después Ángel Villalón disfruta sobre la escena y así hace que el público lo haga al verle sobre las tablas. Con una expresión llevada al extremo, estruja, revuelve, deforma y lleva hasta el final todo ese lenguaje expresivo corporal y facial. Además, se aplaude el cambio de voz, la manera de conservarlo y el significado que adquiere. Un trabajo estupendo. Por último, Cristina Subirats potencia su trabajo sobre la escena, con una escucha y una comprensión del lenguaje que debe usar sobre escena.
El ahogo se convierte en excarcelación
Se agradecen propuestas que van más allá de las convenciones tradicionales de lo considerado género teatral. Por ello, La cofradía de las invisibles se mueve en un lenguaje que roza lo dadaísta, lo extravagante, no se rige por una coherencia o un estándar más próximo a lo generalista. De esta manera, la puesta en escena se fundamenta en una mística que mezcla el costumbrismo más español, con simbologías muy claras, y al mismo tiempo la denuncia social con elementos realmente bien escogidos como lo que contiene el bote principal. El diseño de escenografía es una maravilla, uno de los aspectos más atractivos de esta propuesta, destacando el buen encaje estético y cómo la identidad de la pieza teatral se puede extraer propiamente de lo visual y artístico que regala este departamento.
Asimismo, se aplaude la selección de objetos sobre las tablas, habiendo un máximo cuidado en todos ellos y no siendo colocados en desorden, sino con una función suficientemente sólida como para no sentirse gratuita. La música obedece a esa combinación de estilos, siendo un acierto al mantener una congruencia con el universo que se ha formado en esta obra teatral. Además, permite que los actores puedan expresar mediante movimientos coreográficos en la escena, utilizando el espacio de una forma absolutamente visual y siendo en sí mismo un lenguaje. Por otro lado, el ritmo de la pieza es sosegado, pero no calmo, sino que va cociéndose a fuego lento. Únicamente, hay algunos momentos en los que la moderación del dinamismo le pasa factura. Para terminar, el final es un auténtico frenesí, dejando esa especie de extrañeza en el público, que con el paso de los días lo termina asentando.
Conclusión
La cofradía de las invisibles navega en un universo abstracto, donde se lanzan temas de vital importancia como la feminidad, la maternidad, la identidad, la búsqueda personal, mediante un lenguaje que va más allá de lo convencional. Así se establece una creación singular, que juega entre lo extravagante, lo místico y el humor bien traído. Gracias a ello, este viaje catártico se termina asentando en los espectadores, que en un primer momento pudieran sentirse extrañados con lo visto sobre las tablas. Además, cuentan con un reparto que triunfa en su expresividad no verbal, aprovechando todo lo que pudieran de sus papeles. Su trabajo sobre las tablas es uno de los mejores aspectos. Después, la puesta en escena goza de un puzzle de significados, que dota de una riqueza artística, estética y visual de gran altura. El rezo se reinterpreta ante una pieza que estruja los simbolismos para obtener un cosmos peculiar y enigmático.