"La isla del aire": Un naufragio femenino

La isla del aire nos lleva a Menorca, donde una familia de cinco mujeres, guiadas por la vieja Mencía (la matriarca de la familia), se adentran en un viaje en barca a la Isla del Aire. La desaparición de Helena, la nieta mayor de Mencía, está muy presente en la mente de la familia y, durante esta excursión, Mencía obligará a sus hijas y nietas a enfrentarse a la verdad y a los secretos que ocultan. (TEATRO DEL SOHO CAIXABANK). 

Un mar de emociones

Alejandro Palomas, es autor de poemas y de otras novelas que también han sido llevadas al cine y al teatro. En la obra La isla del aire nos presenta las profundas heridas de cinco mujeres, tres generaciones de la misma familia. Heridas en sus almas, las que más duelen, las más complejas de curar.

Así como la sal escuece cicatrizando las llagas, de la misma manera duele escuchar las verdades que no se quieren oír. Afrontar el abandono, la soledad, la ira, la frustración, se lleva mejor en compañía. Y esto lo sabe bien la más anciana de todas, la abuela, Mencía (Núria Espert), quien está al tanto de todo lo que les pasa a las mujeres de su familia. A sus descendientes.

Sobre un austero escenario, unas grandes rocas se convierten, por momentos, mediante las proyecciones de Álvaro Luna, en un oscuro mar, o en un faro que ilumina la zozobra de estos personajes.

Jugando a los secretos

La isla del aire es una obra oscura y al mismo tiempo luminosa. Un sexto personaje que no aparece de manera presencial, es, sin embargo, esencial para comprender el desconsolado duelo que siente Lía (Vicky Peña). Su madre, aparentemente senil, será la única en hacerle afrontar, de una forma un tanto cruel, que Helena, su nieta mayor, no volverá nunca más. El frío e imprevisible mar se la llevó hace un año ya.

Es precisamente la abuela, la matriarca de estas mujeres heridas y amargadas, quien dará comienzo al peligroso juego de contar secretos. A destapar la caja de Pandora. Secretos que ella conoce bien porque nada se le escapa, porque conoce bien a sus hijas y nietas. Porque sabe que no han elegido bien a los hombres que decidieron como pareja, al igual que ella.

Claro que, Mencía también tendrá que escuchar duras palabras de sus hijas. Reproches que tambalean su integridad, que le recuerdan los errores que cometió con ambas. Flavia (Teresa Vallicrosa), la detesta y culpa de su amargo destino. Lía, de que no la acogiera cuando lo necesitó.

Las nietas, Bea (Clàudia Benito) e Inés (Candela Serrat), tampoco son felices. Y, lo peor, es que no parece que vayan a mejorar su situación.

Conclusión

Sólo depurando el pasado, se puede pasar página, es lo que sostiene el autor de la novela. La isla del aire es una necesaria catarsis de sus personajes, con diálogos ácidos, a veces, sarcásticos, otras, y jocosos por parte de la abuela, la siempre maravillosa Núria Espert. La matriarca ya de vuelta de todo y a quien no le importa nada.

Un excelente trabajo de todas las intérpretes, las que proclaman con reproches que la familia no se elige; el perdón, afortunadamente, sí. Una espléndida obra con más luces que sombras.

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