El Dado Teatro presenta Las niñas de Humenné, obra de teatro de Pedro Martín Cedillo, dirigida por Ricardo Goñi. Se ha alzado con el Premio Nacional Buero de Teatro Joven en 2011. Asimismo, ganó el tercer premio en el Festival Ana Frank en Argentina, así como optó a candidatura a mejor espectáculo revelación en los XXV Premios Max. El 24 de noviembre llegó a la Sala Lola Membrives en el Teatro Lara y estará en cartel hasta el 12 de enero, todos los jueves.
Título: Las niñas de Humenné Título original: Las niñas de Humenné
Reparto: Miriam Escabias
Julia Balserini
Gloria Díaz
Andrea Varas
Duración: 60 min. apróx. Dirección: Ricardo Goñi Dramaturgia: Pedro Martín Cedillo Idea original:Pedro Martín Cedillo y Ricardo Goñi
Producción: Andrea Durán
Ayudante de dirección: Claudia Massanet
Grabaciones de audio: Manuel Vigo
Diseño de luces: Trini León
Dibujo cartel: Darifé Producción: El Dado Teatro
Tráiler de 'Las niñas de Humenné'
Sinopsis de 'Las niñas de Humenné'
Las niñas de Humenné es una historia basada en hechos reales que muestra como la unión entre cuatro niñas permite su aguante y lucha en lo que creían que sería una aventura que no podían perderse.
Una mañana de marzo fueron convocadas las chicas judías mayores de 16 años para trabajar como voluntarias contratadas en una fábrica de botas para soldados. Con toda la ilusión de poder ayudar a sus familias comienzan lo que ellas creían una aventura que no se iba a repetir. Las niñas de Humenné fueron parte del primer convoy que llegó a Auschwitz en 1942. Fueron las primeras en llegar y las últimas en salir. (TEATRO LARA).
La esperanza de volver
Los desastres del genocidio provocados por el nazismo sigue siendo una de las grandes heridas de la Historia de la humanidad. En este caso, Las niñas de Humenné reclama la memoria de un grupo de niñas y jóvenes mujeres que salieron de Eslovaquia para ser las primeras en llegar al infierno de Auschwitz. La dramaturgia de Pedro Martín Cedillo se sumerge en una inocencia que se va corrompiendo, llevándose a una oscuridad obligada que estremece a los espectadores. Desde el principio se ve una humanidad que permite empatizar con las protagonistas, siendo un perfecto retrato de las víctimas a las que hacen honor. Por ello, la historia goza de alma, de sensibilidad, de una emoción que se transmite de principio a fin. Además, cabe recalcar que es complicado sorprender al haber ya varios relatos en torno al horror de los campos de concentración.
El desarrollo de la historia presenta rápidamente cuál va a ser el destino de las cuatro mujeres. Sin embargo, se aleja de una estructura lineal para apostar por un transcurso en el que haya cabida para el dolor, para la denuncia, para la dignidad. Gracias a ello, no se columpia en un tremendismo, sino que han sabido equilibrarlo para dar distintos matices para llevarlo en una luminosidad que se refleja en la lucha de sus personajes principales. Asimismo, se revelan pequeñas pinceladas de teatro documental, transmisión de información que se diferencia de la propia dramatización de los hechos, aunque terminan por encajar, hay algunas partes donde no fluye de la misma forma. Aun así, es imprescindible y se agradece su difusión.
Dejarse el alma
Una historia como Las niñas de Humenné exige una labor desde el elenco actoral de gran compromiso y que obtenga una sensibilidad que les permita expresar la gama de emociones y vivencias que transcurren en sus personajes. Y así lo hace este reparto, el cual funciona a la perfección tanto en conjunto como en forma individual. En primer lugar, Miriam Escabias aparece en escena, en un primer momento con aire nervioso, que pronto templa para darle cuerpo a su trabajo sobre la escena. Por tanto, le da una contundencia, que se acompaña de la inocencia y responsabilidad que se puede esperar de una joven de 19 años. Después, Julia Balserini es contundente, tiene una expresividad atractiva, se erige con actitud y personalidad. Con lo cual, se agradece la fuerza con la que afronta su labor.
Gloria Díaz realiza una labor dramática excelente, desde el detalle de su capacidad vocal, la cual es magnífica, hasta la expresividad doliente y frágil que hay en torno a su personaje. El cuidado que tiene en su expresividad corporal y facial hace que le dé sensibilidad y verdad a su personaje, no son pocas las ocasiones en las que el público conecta de una manera muy especial con ella. Por ejemplo, la escena del rezo, es una de aquellas que se queda en la retina sin problema. Por último, pero no menos importante, Andrea Varas logra una actuación a la altura de sus compañeras, se ve un planteamiento menos visceral, pero igual de efectivo. De esta forma, consigue que haya una compensación de lo sentimental a lo más racional, pero sin perder el aspecto real y sensitivo.
La intimidad y elegancia
En muchas ocasiones se piensa que una puesta de escena efectiva debe pasar por una propuesta con una producción que logre un efecto y una escenografía de gran envergadura, pero obras como Las niñas de Humenné demuestran que una construcción más minimalista con una ejecución llena de gusto y talento puede ser no solo suficiente, sino una gran decisión. Para comenzar, la escenografía se forma con dos baúles, que van transformándose según lo que quieren escenificar, como unos vagones de tren, unas camillas... Sin duda, saben conducir estupendamente el ritual teatral. Después, la elección del vestuario es acertado, no solo por cumplir con el imaginario histórico que se tiene, sino por dar protagonismo a elementos como unos zapatos. Por otro lado, el desempeño técnico y lumínico es estéticamente fascinante, con una contraposición artística que capta el sello de identidad de la obra.
El ritmo de la pieza no solo es el adecuado, sino que ha sabido dar espacio a cada parte, con dinamismo y diversión en aquellas partes que lo necesitan hasta el silencio y la pesadumbre que se merecen un tiempo en escena prolongado con el que aumentar la tensión. Asimismo, se plantea una atmósfera donde se tiene claro el carácter histórico y pedagógico que se encuentra en este montaje, es accesible en su desempeño técnico, donde hay un diseño de luces notable. Únicamente, como posible mejora en el montaje, aquellas partes en las que se mencionan datos históricos y reales, no cercan su lugar e intervienen de una manera algo más abrupta. Dicho de otra forma, podría ser interesante que se diferencie el espacio dramático con el meramente documental. Aun así, no afecta al resultado global, que es magnífico.
Conclusión
Las niñas de Humenné es emoción, humanidad, sinceridad y verdad para reivindicar la memoria de un grupo de jóvenes que merecen ser recordadas. Gracias a ello, no solo hay una denuncia contra el horror, contra el infierno, sino una sensibilidad y emoción que llegan hasta el interior de los espectadores. Asimismo, cuenta con un reparto exquisito, lleno de fuerza, de compromiso, que conectan con el patio de butacas y logra un resultado extraordinario. Por otro lado, el desempeño técnico es increíble, saben hacer del minimalismo un auténtico cóctel artístico, estético, muy bien pensado y ejecutado. Magnífica. Una propuesta compleja, difícil y sensacional, convirtiéndose en una emoción conjunta que sigue resonando en la memoria.