Pablo Remón escribe y dirige Los farsantes, obra teatral que aborda la profesión de la interpretación mediante dos personajes relacionados con el cine y el teatro. Además, cuenta con un reparto de lujo, formado por Javier Cámara, Bárbara Lennie, Francesco Carril y Nuria Mencía. Se puede disfrutar desde el pasado 29 de abril en el Teatro Valle-Inclán del Centro Dramático Nacional. Ha sido tildada por varios profesionales del teatro como una de las mejores obras de esta temporada.



Estreno Los farsantes

Crítica de 'Los farsantes'

Ficha Técnica

Título: Los farsantes
Título original: Los farsantes

Reparto:
Javier Cámara
Bárbara Lennie
Francesco Carril
Nuria Mencía

Duración: 150 min. apróx.
Dirección: Pablo Remón
Dramaturgia: Pablo Remón (con la colaboración de Violeta Canals)
Escenografía: Monica Boromello
Iluminación:
David Picazo
Vestuario:
Ana López Cobos
Diseño de sonido:
Sandra Vicente
Ayudante de dirección:
Raquel Alarcón
Ayte. de escenografía:
María Abad
Ayudante de iluminación:
Daniel Checa
Ayte. de vestuario:
Cristina Martín
Ayudante de sonido:
Benigno Moreno
Alquiler de vestuario:
Peris Costumes
Realizaciones:
Mambo Decorados y Sfumato Pintura y Modelado Escénicos (Escenografía), Pinelly (Vestuario), Betto García (Sombrerería), María Calderón (Ambientación de vestuario)
Diseño de cartel:
Equipo SOPA
Producción: Centro Dramático Nacional
y Buxman Producciones

Tráiler de 'Los farsantes'

Sinopsis de 'Los farsantes'

Los farsantes cuenta la historia de dos personajes relacionados con el mundo del cine y del teatro. Son también varias obras en una: cada una de estas historias tiene un estilo, un tono y una forma particular. Es una comedia donde solo cuatro actores viajan por decenas de personajes, espacios y tiempos. Una sátira sobre el mundo del teatro y del audiovisual, a la vez que una reflexión sobre el éxito, el fracaso y los papeles que encarnamos, en la ficción y fuera de ella. (CENTRO DRAMÁTICO NACIONAL). 



Los farsantes
Foto de Centro Dramático Nacional

Una historia de “y si”

Pablo Remón regresa a los escenarios con Los farsantes, obra teatral que aborda las vivencias de dos artistas relacionados con el mundo del cine, la televisión y el teatro. Mediante estas dos historias principales, la pieza navega por una especie de simbolismo mágico de lo que podría significar la interpretación, los sueños, la dificultad de pertenecer al medio artístico, e, incluso, la herencia mediática de una gran figura del séptimo arte. Por lo cual, se establece una construcción narrativa muy interesante, donde se ve el fin con el que desea engatusar a la audiencia, a la par que una calidad en las ideas escogidas. Gracias a ello, se aplaude la intención del autor por llevar esta reflexión por una especie de dadaísmo, que termina por encontrar su narrativa de una manera sólida y se aleja del surrealismo.

A través de las distintas historias que se van tejiendo, se viven momentos de emoción, de ternura, de risas y de conexión. Con lo cual, hay una parte importante de la escritura que teje ese poder impresionante y que invita a una introspección personal muy apropiada. En un primer momento, se puede recoger las sensaciones de la obra en un nivel de alta intensidad. Sin embargo, ese amor fulgurante que se experimenta al finalizar la función, va menguando en el reposo y la comprensión de lo que se ha visto. Por ende, se experimenta una percepción de un uso excesivo del artificio, quedando un efecto demasiado calculado y que evoca a una fluidez marcada por el intelecto lo que muestra su gran capacidad artística y sensibilidad como creador, pero peca en la la falta de naturalidad en su desarrollo.

Centro Dramático Nacional
Foto de Centro Dramático Nacional

Actores, actrices y artistas

El reparto de Los farsantes es uno de los elementos más destacables del montaje global, lo que indica una excelente elección de cada uno de los intérpretes que aparece en escena. Para comenzar, Javier Cámara demuestra, nuevamente, ser uno de los mejores actores de su generación. Además de aportar una humanidad espléndida en cada una de sus partes, disfruta al máximo de todos ellos. Por lo cual, dentro de ese juego dramático, también establece un conocimiento de la materia que aplica al mismo tiempo que lo aprovecha. Así logra impactar al espectador mediante un trabajo impoluto a la par que realista. Después, Nuria Mencía hace gala de un estilo muy personal con el que afronta las distintas escenas en las que participa. Gracias a ello, se presenta una coherencia artística que causa hilaridad en grandes dosis.

Bárbara Lennie, a la cual se añade la opinión personal de ser una de las actrices con más talento en el panorama artístico, desempeña un papel que le permite jugar con los pequeños detalles, dar todo de sí, desde lo excéntrico hasta lo más banal. Por lo tanto, aprovecha cada ápice de lo que le demanda la escena para llevarlo a un nivel más alto todavía. Es una actriz todoterreno, que hace que ya solo verla en escena sea una razón suficiente para ir a ver esta pieza teatral. Por último, pero igual de importante que sus compañeros, Francesco Carril es maravilloso, un animal escénico que explota todo su potencial de principio a fin. Los distintos prismas que se ven en él sobre las tablas hacen que se expongan sus capacidades artísticas y se vea el gran nivel que tiene. Esperpéntico, deslenguado, sutil, elegante, lleno de comedia... Todo completo.

Centro Dramático Nacional
Foto de Centro Dramático Nacional

La recreación de lo efímero

Uno de los puntos más impresionantes de Los farsantes es la confección de una puesta en escena que recoge a la perfección el sello de identidad de las obras de Pablo Remón. La construcción permite que el espectador sea capaz de vislumbrar dos espacios, uno enlazado a lo racional y otro a lo emocional, a lo expresivo. No obstante, no cae en separarlo de tal forma que parezcan dos obras diferentes, sino que se alimentan entre sí una cohesión bien planteada. Además, se produce una conversión efectiva, con los distintos relatos que se van mostrando y los episodios que forman parte de estos dos personajes principales. Por otro lado, aplaudir la labor de iluminación, así como la de vestuario, dado que no sería posible entrar en esa ambientación sin el cuidado de estos detalles. Incluso, en el caso de la iluminación, aporta un efecto estético y visual muy atractivo.

Por otro lado, la estructura temporal sigue un esquema que últimamente se va perdiendo, como son las obras en las que se plantea un pequeño receso, que permite separar fácilmente una parte de otra. En este caso, se aprovecha de una manera óptima, ya que tanto una como otra logran obtener una energía muy orgánica, lo que hace que el espectador fluya sin problema entre ellas. Por lo cual, hay que concluir que el ritmo es dinámico, manteniéndose viva en todo momento y con puntos de humor muy bien elegidos. Luego, hay que subrayar el excelente trabajo del espacio sonoro, pero también de los técnicos que lo llevan a cabo. La razón es que el cuidado y la calidad son sobresalientes, por lo que hay que apremiar tanto a los creadores como a quiénes lo ejecutan.

Los farsantes
Foto de Centro Dramático Nacional

Conclusión

Los farsantes muestra la calidad del trabajo de Pablo Remón, con una historia que impresiona. Mediante dos historias principales, establece una carta introspectiva a la profesión, con dosis de humor significativas. Sin embargo, una vez reposada, se plantea un artificio demasiado prominente, lo que indica una sensación de estar todo calculado y perderse algo de frescura en el relato. Por otro lado, el elenco está maravilloso, liderados por unos brillantes Javier Cámara y Bárbara Lennie. También la puesta en escena destaca por una construcción y una ejecución maravillosa, que muestra un trabajo con un acabado muy bien planteado. Las reflexiones del mundo de la interpretación que se alejan de los focos y la brillantina para dar paso a una comedia negra que invita a una realidad interesante.

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