Lena Kitsopoulou escribe MARILULA, bajo la dirección de César Barló con la interpretación principal de Olga Goded, además, ambos se ha encargado de la adaptación de la pieza. Después de dos meses de éxito en el Teatro Nueve Norte, llegó el pasado 4 de marzo al ciclo MUSAS en El Umbral de Primavera. Después, se representó el 11 de marzo, siendo, por el momento, su última función. Una pieza que combina poesía, teatro contemporáneo con cotidianidad. Una producción de Surca Teatro.
Título: MARILULA Título original: M.A.R.I.L.U.L.A.
Reparto: Olga Goded
Duración: 60 min. apróx. Dirección: César Barló Dramaturgia: Lena Kitsopoulou Versión: César Barló y Olga Goded
Espacio escénico: César Barló y Olga Goded
Vestuario: Karmen Abarca
Iluminación: César Barló
Espacio sonoro: Tato Sáez
Traducción: Kyriaki Cristoforidi
Vídeo: Carlos Goded
Fotografía: Sara Janini Producción: Surca Teatro
Tráiler de 'MARILULA'
Sinopsis de 'MARILULA'
MARILULA nos presenta Ella, una mujer profesional, con carrera, trabajo y todo a lo que una puede aspirar, que se da cuenta que no funciona la cosa. Y ese es el gatillo que desencadena toda una serie de reflexiones en su habitación de un estudio de 30 m2. Un viaje por la precariedad, por la presión que sufren las mujeres, por la pérdida de expectativas, la falta de sueños, etc., pero con mucho humor y mucha mala baba. Y con un final que te invita a salir de la casa a vivir a tope, que la vida es corta y hay que vivirla.
Una intérprete brillante para una obra llena de fuerza, humor y ganas de decir verdades. (SURCA TEATRO).
Una mujer frente a la rutina
Lena Kitsopoulou realiza un viaje vital lleno de acidez y comedia en MARILULA, una obra que presenta a una artista que desvela aquello que le quita el sueño, mediante una crítica social sin pelos en la lengua. Por tanto, el libreto goza de una rapidez y un dinamismo estupendos, que logran que durante el monólogo se obtengan no sólo momentos de pura hilaridad, sino que ofrece un contraste en aquellos momentos en los que se halla más intimidad. Así, mediante el retrato que hace de su vida, el espectador puede sentirse identificado o, al menos, mantenerse atento ante lo que ve sobre las tablas. No es un personaje común, hay una excentricidad clara, pero ello le permite dar más juego a lo largo del relato. Las temáticas también versan sobre la salud mental, así como del uso de medicamentos, aunque siempre desde un punto de vista fresco y humorístico.
No obstante, en esa comedia se halla una reflexión que logra su cometido. Por otro lado, el estilo lingüístico apuesta por un uso coloquial del lenguaje, dándole así mayor cercanía ante el espectador. Además, se adereza con términos más chabacanos, siendo en muchos momentos la razón por la que se despiertan las carcajadas. El esquema temporal marca bien cómo quiere definir los tempos, dividiéndose el relato en partes que indican la rutina. No es un texto accesible y que navegue en una ligereza para todo los públicos, sino que en su personalidad se encuentra ese punto de corrosión y de incomodidad que hacen que sea un claro ejemplo de lo políticamente incorrecto. Con lo cual, su personalidad se encuentra ahí, no siempre teniendo que estar de acuerdo con lo que profesa.
Ella se lo guisa, ella se lo come
Olga Goded es el alma que sirve de expresión completa de MARILULA. En primer lugar, asume todo el peso de la acción, al ser la única actriz sobre las tablas. Por tanto, únicamente cuenta con la interacción con la escenografía y los distintos objetos que adornan la propuesta escénica. Sin embargo, Goded no necesita de más, está pletórica desde el principio, derrocha una energía en su punto. Así, logra que su personaje se llene de excentricidad y al mismo tiempo cree un vínculo con el público al poner toda la carne en el asador. No es nada fácil lo que desarrolla sobre las tablas, dado que debe saber medir hasta dónde llevar ese histrionismo. Gracias a ello, se ve un ejercicio de control, contrastando con la locura que expone.
Otro de los puntos que mejor sientan a Goded, y donde potencia su labor dramática, es en el lenguaje expresivo y corporal. Por un lado, se puede ver cómo transmite a la perfección ese maremoto de situaciones en una coreografía y movimiento muy bien escogidos. En todo momento se ve su concentración y una ejecución perfecta. Por otro, se presenta una expresividad facial y gestual llena de matices y grandilocuencia, sabe dar a su interpretación ese espacio que se comprende sin necesidad de la palabra. Con lo cual, es innegable que a lo largo de la pieza se deja la piel en ella y la actividad a desarrollar es alta. Todas estas piezas hacen que la obra gane gracias a la interpretación de Goded, que está totalmente entregada a ella.
Eficaz y directa
La estrategia estética de MARILULA logra establecer un espacio escénico llamativo y para nada minimalista. Por ello, se agradece una propuesta que busca realizar un cuadro donde se van colocando distintos símbolos que enlazan directamente con su protagonista. De esta forma, se obtiene una simbología sólida del microuniverso que desea mostrar. También se utiliza positivamente la influencia cultural de la propuesta, que contrasta rápidamente con el lenguaje rápido de la dramaturgia. El vestuario logra ambientar al espectador e indicarle en qué punto de la obra está. Una muestra de cómo los pequeños detalles son lo que acaban por hacer triunfar esta pieza. Además, hay que aplaudir la dirección de César Barló, ya que consigue que no se perciba vacío o falta de material sobre las tablas con los elementos que utiliza y con una sola intérprete.
El ritmo de la obra es fluido, se disfruta desde el principio, y no sólo por su duración. Al ser un monólogo, corre el riesgo de no ser lo suficientemente dinámico si se repite el esquema principal y en esta obra logran no caer en ello. Por lo que, satisfactoriamente, se desvela un dinamismo que hace que se pase volando esta experiencia teatral. Únicamente, se presenta algún momento en el que la catarsis de su protagonista hace que necesite de momentos de menos visceralidad y en alguna parte se relaja en exceso. En consecuencia, pueden verse escenas algo menos lúcidas, aunque no acaba por ralentizar el montaje. Para terminar, es importante recalcar que es una propuesta que deja una buena sensación en la audiencia, con momentos muy disfrutables y un planteamiento llamativo.
Conclusión
MARILULA es un viaje vital lleno de energía, deslenguado, histriónico y con una personalidad llamativa. Así, se formula una dramaturgia que no deja indiferente y destaca por su rapidez. También hay que aplaudir la labor de Olga Goded, que se entrega absolutamente a la pieza. Por otro lado, la puesta en escena lleva una dirección exquisita, donde se cuida la estética, el simbolismo y poner el foco en su protagonista. Únicamente, algo momento algo más flojo, aunque no ralentiza el ritmo. Una reflexión teatral llena de locura, que llama a lo políticamente incorrecto para prender la mecha en los espectadores.