Para bien y para lo demás, a día de hoy las facetas más descarnadas de la fama que cosechó en vida Marilyn Monroe se mantienen tan vigentes como en 1962. El concepto Marilyn superó hace ya mucho al producto Marilyn Monroe. Más atrás aún quedaron la actriz y la californiana Norma Jane Baker.

Su estela sigue siendo tan popular como para posarse tiernamente en nuestra retina con solo mencionar a una rubia sexy, u ocupar varias casillas en los rodillos de  una de las tragaperras más populares desde que se lanzase para homenajear el 50 aniversario de su muerte. Si no nos crees, puedes probar una demo de su slot aquí.

Lo mejor de una diva clásica, sin sentirse nunca divina

“¿De verdad cree que soy bonita?” Le preguntaba unas semanas antes de su muerte al fotógrafo con el que realizó su última sesión de fotos. Los mitos son perfectos… y a la vez perfectamente humanos. Todo lo que podamos pensar sobre Marilyn cabe en esta definición gracias a su inteligente sensualidad, y su empatía para seducir desde cerebros teóricos del encuadre hasta masas envueltas en nubes de testosterona.

Hubo que esperar hasta 2010 para conocer lo que realmente pensaba (y sentía), con la publicación de Fragmentos: la selección de textos personales de Marilyn más completa hasta el momento, en los que se perfila su espíritu sensible, curioso y creativo. Por primera vez, con este libro se le dio voz para legitimar su vulnerabilidad y alejar los ecos de ingenua alocada o neurótica depresiva que resonaban de fondo en la mayoría de papeles que interpretó, dentro y fuera de pantalla, y a los que siguen refiriéndose la mayoría de sus biografías.

Marilyn Monroe

"¡¡¡Sola!!! Estoy sola. Siempre estoy sola, sea como sea"

Con más de medio siglo de perspectiva para tratar de comprender quién (o más bien qué) era Marilyn, parece más fácil ver cómo pasó de ofrecer un 101% al Star-System y casar a la perfección con la figura de mujer deseada, a ser mentada como devora-hombres, ingobernable, poco profesional e incómoda para los estudios de cine.

Caras tan opuestas nos abren los ojos a la constante contradicción a la que se vio sometida durante toda su vida adulta: la niña de la que nadie había cuidado era ahora a la que todos querían tener cerca, pero se sentía siempre sola. Quizá fuera eso mismo lo que hizo que unos años antes otro mito erótico rubio, Greta Garbo, decidiera dejar el mundo del cine a la misma edad que Marilyn dejó este mundo. Paradójicamente Garbo justificó su retiro a los 36 años precisamente porque deseaba estar sola.

El misterio de una personalidad auténtica tras ondas rubias falsas

“En Hollywood la virtud de una chica importa mucho menos que su peinado”, es una de esas perlas geniales que nos dejó Marilyn, junto con algunas de las frases en boca de sus compañeros de reparto en los diálogos de Con faldas y a lo loco, que realmente le correspondían más a ella: “Bueno, en realidad no soy rubia”.

Que el icono pop superase al símbolo sexual creado por la maquinaria del cine, se debe sobre todo al hecho de haberse mostrado siempre auténtica, pese a sus estilismos exuberantes, maquillajes marcados y enormes joyas ¿Hasta dónde llegaba Marilyn y dónde empezaba Norma Jane? Su secreto (y perdición) es que no había límite, trampa ni cartón. Arthur Miller elogió y le achacó “su absoluta, irremediable, a veces intolerable, incapacidad para mentir".

Ella siempre lo dejó claro, pero nadie supo entenderla. Ni rubia, ni atolondrada ni mucho menos ingenua patológica ignorante de su atractivo ¿Acaso sería Madonna la ambición rubia si antes Marilyn no hubiera sido la bomba rubia? Ni siquiera la archi-reproducida Hepburn o la mediática Grace Kelly y el delirio royalty monegasco que aún sigue coleando en las portadas, se pueden comparar con sus ondas rubias y labios rojos.

El tiempo ha pasado, su estilo de femineidad se ha superado, y para la mayoría el icono ha sepultado a la actriz. Pero cada vez que vemos una falda plisada blanca mecerse al viento, o unas gafas de pasta negra escurrirse por el puente de una nariz, seguimos pensando en ella.

 

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