Música a bordo (Fisherman's Friends) es una amable comedia británica que cuenta las peripecias, inspiradas en una historia real, de un grupo de música folk formado por pescadores de Cornualles que colaron su disco debut entro los 10 más vendidos del Reino Unido. La película está dirigida por Chris Foggin (Kids in love). En el reparto destacan Daniel Mays (1917, White lines), James Purefoy (Solomon Kane, Templario) y Tuppence Middleton (Mank, Sense8). La película se estrenará directamente en España a través de Movistar el 15 de enero.



Música a bordo (Fisherman's Friends)

Crítica de 'Música a bordo (Fisherman's Friends)'

Ficha Técnica

Título: Música a bordo
Título original: Fisherman's Friends

Reparto:
James Purefoy (Jim)
Daniel Mays (Danny)
Tuppence Middleton (Alwyn)
Noel Clarke (Troy)
Dave Johns (Leadville)
Sam Swainsbury (Rowan)
David Hayman (Jago)
Christian Brassington (Henry)
Sarah Winter (Sian Thompson)
Maggie Steed (Maggie)
Christopher Villiers (Charles Montegue)
Jade Anouka (Leah Jordon)
Julian Seager (Quiz Team Captain)

Año: 2019
Duración: 112 min.
País: Reino Unido
Director: Chris Foggin
Guion: Piers Ashworth, Meg Leonard, Nick Moorcroft
Fotografía: Simon Tindall
Música: Rupert Christie
Género: Comedia. Drama
Distribuidor: Diamond Films

Filmaffinity

IMDB

Tráiler de 'Música a bordo (Fisherman's Friends)'

Sinopsis

Diez marineros de Cornualles, que forman el grupo de folk Fisherman's Friends, firman un contrato con una importante multinacional de la industria musical. Inspirada en una historia real, narra el ascenso de la banda al conseguir colocar su disco de debut entre los 10 álbumes más vendidos de Reino Unido. (Diamond Films)

Dónde se puede ver la película en streaming



Urbanitas fuera de sitio

Música a bordo (Fisherman's Friends), en primera instancia, parece una de esas película en las que se confronta el estilo de vida de los urbanitas, incapaces de ver más allá de su ciudad de residencia, y  el de los habitantes de un pueblo más o menos remoto, que miran con desconfianza a los forasteros. Ha habido casos célebres, con sus peculiares variaciones, como Bienvenidos al norte (2008) o su versión italiana Bienvenidos al sur (2010). En este caso la historia comienza con la visita a Port Isaac, un pueblo de Cornualles (Cornwall en inglés), de cuatro ejecutivos de una discográfica.

El objetivo de estos cínicos habitantes de Londres es tomar una yate en esta población y celebrar durante dos días la despedida de soltero de uno de ellos. Cornualles, que está en el suroeste de Inglaterra, en principio es un lugar al que miran por encima del hombro. Sobre todo cuando se desbarata su plan del yate. Uno de ellos, Danny (Daniel Mays), es engañado por sus compañeros para que trate de firmar un contrato discográfico a un grupo de pescadores que cantan canciones tradicionales de la región (llamadas shanty), mientras ellos se marchan a Londres de vuelta.

Lo que no sospechaba nadie es que Danny se siente sinceramente interesado por las canciones de este grupo, los Fisherman's Friends. De este modo, decide quedarse en Port Isaac para convencer a los pescadores de grabar un disco. Por eso, y porque se siente atraído por Alwyn (Tuppence Middleton), la hija del líder del grupo, Jim (James Purefoy).

Música a bordo
Foto de IMDB

Siguiendo la receta

Música a bordo (Fisherman's Friends) en muchos aspectos es una película tirando a facilona. El guion utiliza una serie de ingredientes de eficacia probada para conseguir una feel good movie de manual. Todos previsibles y esperables. Tiene una importante cuota de buen humor, algo de romance, una historia de superación y unas ingentes cantidades de moralina. El asunto es que Chris Hoggins, consigue que esta receta funcione y que, a ratos, encuentra una genuina complicidad con el espectador.

Música a bordo (Fisherman's Friends) tiene varias subtramas partiendo de esta receta. La de Danny integrándose cada vez más en Port Isaac. Los esfuerzo que tiene que hacer para la grabación de un disco con el grupo del pueblo. El acercamiento romántico entre Danny y Alwyn. Y a partir de aquí, una especie de filosofía, tanto para la música como para la vida.

Música a bordo (Fisherman's Friends) es un elogio a la vida tranquila del pueblecito marinero en contraposición al tráfago enervante de la gran ciudad. Alaba el sentido de comunidad que existe en Port Isaac, y la honradez y la camaradería, algo brusca pero leal y afectuosa, de los habitantes de Cornualles. En contraposición a los habitantes de grandes urbes, que son presentados como unos snobs arrogantes y embusteros. La visión es un tanto maniquea y basa su filosofía en la búsqueda de una Arcadia feliz, reduciendo las tipologías de personajes a arquetipos. Aunque no deja de haber algo de corazón en la historia.

Fisherman's Friends
Foto de IMDB

Una música auténtica

Las canciones de Música a bordo (Fisherman's Friends) son mayoritariamente canciones de marineros cantadas por los Fisherman's Friends (aunque se incluye alguna canción conocida, como la joya  Fisherman's blues, de The Waterboys). La película tiene también un componente de defensa de esta música, como epítome de autenticidad, raíces y sinceridad. Además de tener canciones realmente pegadizas. A la hora de contactar con las compañías discográficas, se contrapone cierta música pop moderna (se menciona a Factor X unas cuantas veces) como ejemplo de material prefabricado y de consumo rápido.

Para gustos colores, no deja de ser una tesis amplia. No obstante, dentro del guion chirría el inmediato enamoramiento de Danny por este tipo música, hasta el punto de apostar su carrera por los Fisherman's Friends. Más que un descubrimiento, parece que Danny tiene una epifanía. Es bastante inverosímil el cambio de actitud de un ejecutivo discográfico en cuestión de segundos. Dicho esto, los momentos más divertidos de Música a bordo (Fisherman's Friends), en su mayor parte, están relacionados con las actuaciones de los entrañables pescadores.

No se puede negar que hay una corriente de simpatía del espectador hacia los Fisherman's Friends que, en buena medida, se basa en la correcta dirección de Chris Foggin. El realizador apuesta por un estilo exento de retórica, basado en dejarse llevar por el pintoresquismo de Cornualles y el carácter de sus habitantes. Todo ello aderezado con una simpática historia romántica (entre Danny y Alwyn) y particularmente, con una edificante historia en la que un puñado de  gente humilde, acostumbrada a los peligros del mar, acaban adquiriendo notoriedad.

Música a bordo
Foto de IMDB

La pandilla de Música a bordo

Dado que Música a bordo (Fisherman's Friends) se basa en un sencillo sentido de la empatía, es conveniente revisar a los personajes y las actuaciones. Dentro de los habitantes de Port Isaac destaca Jim (James Purefoy). Purefoy realizada una actuación ruda, como de hombre duro con buen corazón, y además no se le puede negar cierto carisma. Tuppence Middleton es uno de los puntos de interés de Música a bordo (Fisherman's Friends). No es que haga una actuación memorable, pero su desempeño es cálido y espontáneo.

Otros actores como David Hayman aportan una saludable dosis de campechanía burlona para que el espectador se sienta más cercano a la historia. En todo caso, el protagonista es Danny. Daniel Mays lleva a cabo una actuación entre cómica y seria. De un lado es un patoso propenso a meter la pata en su periodo de adaptación a Cornualles, pero su fe inquebrantable en la música de los pescadores y el cariño espontáneo a la vida sencilla del pueblo, aportan un componente serio. Aun así, es un personaje esquemático, que tiene una conversión en su filosofía de vida tan súbita como inverosímil.

La factura de la película se beneficia de los bellos paisajes marinos de Cornualles. Verdeantes, brumosos y bucólicos. Más allá de ello no hay grandes fastos en la dirección, limitándose Chris Foggin a mantener un sentido del ritmo atrayente para el espectador. En su favor diremos que, en su mayor parte, lo consigue.

Fisherman's Friends
Foto de IMDB

Conclusiones de 'Música a bordo'

Música a bordo (Fisherman's Friends) funciona a base de un mecanismo sencillo, pero ello no logra encubrir que la película tiene cierto encanto. Todo parece estar calculado para programar la risa o la lágrima del espectador en momentos clave, como si se siguiera un manual. De todos modos, la película no tiene más aspiraciones que hacer pasar un rato agradable, y desde ese punto de vista los resultados son satisfactorios. Un puñado de buena música y un trabajo artesanal consiguen que, a ratos, empaticemos con Cornualles y su gente.

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