"No soy tu gitana": Una carcajada bien buscada en la comodidad del discurso

No soy tu gitana es una obra teatral en la que se deconstruye la histórica imagen pública de las mujeres gitanas desde 1499 hasta hoy, ese estereotipo que obedece a unas lógicas patriarcales, machistas, de dominación. No soy esa gitana construida por las mentes de los poderosos: hombres, payos, católicos… a través de las leyes que han perseguido nuestra identidad y a través de la ficción promovida por la cultura dominante. Por lo que, no soy ni Preciosa ni Carmen ni Esmeralda ni Zemfira. Tampoco soy la gitana que te muestran a través de la telebasura.

Estas creaciones de vuestros payos tienen una consecuencia real y directa en nosotras, impactan en nuestra vida y la destrozan. A mí, a nosotras, vuestros tópicos estereotípicos me afectan directamente en mi vida cotidiana.

Rompamos el círculo vicioso y maléfico en el que Preciosa, Esmeralda, Carmen y Zemfira, construidas por hombres payos, ocultan con su fascinante poder invocador a las gitanas reales, de carne y hueso. Este pensamiento crítico nos hará más felices a todas, las mujeres gitanas han resistido 600 años de legislación antigitana y machista, hemos desarrollado estrategias válidas para la lucha feminista actual. (TEATRO DEL BARRIO). 

Contexto e intencionalidad de la obra

No soy tu gitana es una obra que nace como respuesta a un contexto social de discriminación y segregación de los gitanos en la historia española. La intérprete, Silvia Agüero, se sirve de su propia experiencia para elaborar una sarta de chistes y bromas que buscan despertar la simpatía y empatía por su causa. Gitanas, mujeres repudiadas por la sociedad, el estrato más bajo. Ella no rompe con el estereotipo, va más allá. Se llena la boca con sus trazas y lo escupe a borbotones. Ser gitana ha sido históricamente criticado en obras como La Gitanilla, de Cervantes, o Carmen, de Bizet. Ingentes cantidades de hombres se han atrevido a estigmatizar su identidad y Agüero hace justicia por aquellas que fueron perseguidas y criticadas, llegando hasta sí misma. Una cuestión que para entender no hace más falta que salir a la calle, y pasear entre payos y gitanos.

Escenografía, vestuario y decorados

Un escenario sencillo, colorido y cotidiano. Dos mástiles que sostienen cuerdas que a su vez sostienen trapos y elementos de atrezo que serán recurrentes a lo largo de la obra. Allí colgaban mantones, obras cumbre de la literatura universal y hasta un cuadro de Caravaggio. 

Carácter didáctico-humorístico

Si hay algo que resaltar, sin duda es la capacidad de la intérprete para acercar el monólogo al público. En el final de la obra llegaba a pronunciar maldiciones a petición de los allí presentes. El espectador como parte de su interpretación. Naturalidad y cotidianidad. Así adquiría un carácter más familiar, la empatía nacía de la propia naturaleza de la conversación.

Conclusión

Es una obra humorística que hace humor. Pero no puede decirse lo mismo de su carácter crítico. Quedan sueltos muchos eslabones en la feminidad gitana tan oprimida de la que Agüero hace altavoz. ¿Dónde quedan los varones gitanos? ¿Dónde queda la realidad social que es percibida por la sociedad? Creo innecesario vender al pueblo gitano como uno feminista, o repleto de excelentes estudiantes, cuando los datos de absentismo escolar dicen algo realmente distinto. Esta manera de obviar el principal factor por el que el estigma sigue vigente entre los payos a día de hoy, resulta problemático para decir que el monólogo porte toda la credibilidad que podría portar. 

La obra No soy tu gitana permite conocer el trauma que acompaña a los gitanos en sociedad, educa en nombre de un pueblo históricamente oprimido, y permite hacernos saber más sobre sus orígenes y maltratos -muchas veces institucionales- a los payos. No obstante es un discurso cómodo, donde se proyecta la discriminación a la mujer gitana como única de los payos. Un discurso poco autocrítico, pero gracioso, de eso no cabe duda.

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