Manuel Menchón lanzó a través de datos y declaraciones contrastadas las irregularidades que se cometieron en la muerte de Miguel de Unamuno. A partir de este proyecto, nació el documental Palabras para un fin del mundo. Estrenado en el prestigioso Festival Internacional de Cine de Valladolid, conocido como la SEMINCI, llegó a las salas de cine el 25 de octubre de 2020. Se ha convertido en uno de los documentales más llamativos del 2020, al exponer una teoría que ha removido el debate en la sociedad española, en torno al fallecimiento de Unamuno.
Título: Palabras para un fin del mundo Título original: Palabras para un fin del mundo
Año: 2020 Duración: 93 min País: España Dirección: Manuel Menchón Guion: Manuel Menchón Música: Iván Palomares Fotografía: Javier Calvo Género: Documental Distribución: Imagine! Factory Films
En Palabras para un fin del mundo comienza en el nacimiento de la Segunda República, Miguel de Unamuno es considerado una de las piedras fundacionales del nuevo régimen. Solo 5 años más tarde, el 31 de diciembre de 1936, Unamuno muere en su propia casa para ser enterrado 24 horas después, el 1 de enero de 1937, con honores falangistas. ¿Qué ocurrió en esos años?
“Le escribo esta carta desde mi casa, donde estoy desde hace días encarcelado disfrazadamente. Me retienen en rehén, no sé de qué ni para qué. Pero si me han de asesinar, como a otros, será aquí, en mi casa.” Miguel de Unamuno escribe esto el 11 de diciembre de 1936. España está en guerra y Salamanca es el centro de la actividad de Prensa y Propaganda de las tropas de Franco, con Millán-Astray a la cabeza. Veinte días después, Unamuno muere de forma repentina. Solo existe un testigo de aquel momento. (FILMIN).
La muerte de Miguel de Unamuno volvió a ser noticia por la posibilidad de ser un asesinato, en vez de una muerte natural. Manuel Menchón analiza la figura del famoso escritor durante la contienda de la Guerra Civil española en Palabras para un fin del mundo. Para comenzar, el realizador busca un análisis realista de la posición del vasco durante la República y, después, su supuesto apoyo a los golpistas militares. Desde el principio se puede ver una coherencia que explica el estado y la posición de Unamuno, dando un retrato humano, pero también histórico. Gracias a este planteamiento, el espectador va conociendo el contexto en el que suceden los hechos y también las motivaciones que recorren el 1936 para el escritor. Por lo cual, no lanza directamente la teoría sobre el posible asesinato de Unamuno, sino que lo va cocinando a fuego lento.
Ahí se puede ver una buena contextualización para poder luego expresar las bases en las que se soportan los indicios de un posible plan para acabar con la vida de Unamuno. Así consiguen obtener una atención muy interesante sobre el espectador, que queda encandilado con los distintos detalles que se dan sobre los acontecimientos vividos. Al mismo tiempo, desmitifica y clarifica cuál fue la posición del intelectual, aportando más datos a los ya conocidos por el gran público. Únicamente, al pasar a su extraña muerte, la transición se produce de una manera no tan fluida como el resto del relato. Aun así, sigue manteniendo su capacidad crítica de análisis, dejando la duda salir y que sea el público quién reflexione sobre las conclusiones que se extraen de dicha teoría y los documentos que hay tras ella. Un ejercicio de historia a través del cine muy bien llevado.
Arde la verdad
Una de las particularidades de Palabras para un fin del mundo es el omitir tener entrevistados, o personas relacionadas con Miguel de Unamuno, u otras personas a las que se hace alusión. Por lo cual, se apoya fundamentalmente en la imagen y la narración. Para ello, han contado con unos profesionales de la industria de la talla de José Sacristán, Marián Álvarez, Antonio de la Torre, Víctor Clavijo y Andrés Gertrudix. En primer lugar, Sacristán es el encargado de dar voz al propio Miguel de Unamuno, con una contundencia exquisita y una fuerza que hacen de él el perfecto narrador de la vida y de las palabras del escritor. Por ende, es uno de los elementos más brillantes, en cuanto a realización artística, ya que su forma de transmitir, a través de la voz, es impresionante.
Luego, Marián Álvarez pone voz a la investigadora e hilo conductor de toda la historia. Tiene una tonalidad más suave, más neutral, ajustada al tipo de personaje que representa. Por ello, se comprende que no haya una mayor progresión emotiva o expresiva, pero se aprecia ese carácter informativo que encaja con la esencia de documental. Por otro lado, Antonio de la Torre participa en el proyecto como el general Mola, una de las figuras decisivas del golpe de Estado de 1936. Cumple su cometido sin problemas y aporta una narrativa eficaz y con matices que ayudan a concluir su trabajo. Después, Víctor Clavijo es José Millán-Astray, el fundador de la Legión e íntimo amigo de Franco. El actor sabe llevar bien la personalidad del militar a través de su dicción y de la potencia que utiliza en su narración. Por último, Andrés Gertrudix como Bartolomé Aragón obtiene un buen resultado.
Material inédito de las dos España
No se puede negar que el material audiovisual que ofrece Palabras para un fin del mundo es lo que hace que su resultado sea todavía más atrayente. Manuel Menchón ha sabido traer a los espectadores distintos documentos en imagen o vídeo que muestran la España de 1936, en concreto, los vestigios de una patria dividida, que demuestran que conocer la historia es fundamental para poder atajar errores que pudieran ocurrir en la actualidad. Luego, el montaje une todas esas piezas, junto con las narraciones correspondientes, que logran un relato con un ritmo muy dinámico, que deja al espectador atento y no se observa ninguna distracción que le pudiera alejar del foco principal del largometraje. Por lo cual, hay que aplaudir que hayan sabido componer el documental de tal manera que no decae el interés.
Otro de los puntos que llama la atención es la banda sonora que forma parte del proyecto. Gracias al buen hacer de Iván Palomares, la historia toma unos tonos expresivos precisos y con una sensibilidad certeras, que hacen que no se estanque en una neutralidad artística. Inclusive, ese hilo musical que, en muchas ocasiones, funciona de acompañamiento, logra envolver la imagen en una preciosidad artística totalmente bien ejecutada. Los efectos relacionados con el fuego otorgan al film un aspecto más enérgico. Sin embargo, se puede llegar a echar en falta que haya momentos en los que se utilicen otros recursos visualmente más atractivos. Así culminaría la cinta con un acabado todavía más contundente en sus imágenes. A pesar de ello, el resultado del documental, en su conjunto, es más que notable y funciona perfectamente.
Conclusión
Palabras para un fin del mundo transfiere la incertidumbre sobre la muerte de Miguel de Unamuno con una narrativa y contexto histórico fascinantes. Gracias al material audiovisual y un montaje dinámico, el espectador se queda expectante ante los detalles que se dan acerca de la figura del escritor y su extraña relación política con España. Asimismo, hay que aplaudir la labor de la dirección de Manuel Menchón, al mismo tiempo que la banda sonora de Iván Palomares. El conjunto técnico es atrayente, aunque haya partes donde falte más fuerza. Luego, los actores escogidos para la narración logran un resultado estupendo, en especial, José Sacristán como Unamuno. La duda culmina en una película documental que cautiva por una utilización precisa del bagaje histórico.
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