La brillantina y los éxitos de Raffaella Carrá llegan al Teatro La Latina con Para hacer bien el amor hay que venir al sur. Con este musical, Ricard Reguant trae los éxitos de la famosa cantante italiana. Junto con el estreno de "Explota, explota", se convierte en la segunda producción artística realizada a partir de las canciones de Carrá. En esta ocasión, ha contado con Patricia Arizmendi, Marta Arteta, Raquel Martín, Tamia Deniz, Miriam Queba, Mikel Hennet, Javier Enguix y Javier Toca. Se encuentra en el mítico teatro madrileño desde el pasado 1 de octubre de 2020.
Crítica de 'Para hacer bien el amor hay que venir al sur'
Resumen
Ficha Técnica
Título: Para hacer bien el amor hay que venir al sur
Título original: Para hacer bien el amor hay que venir al sur
Reparto:
Patricia Arizmendi
Marta Arteta
Raquel Martín
Tamia Deniz
Miriam Queba
Mikel Hennet
Javier Enguix
Javier Toca
Duración: 100 min. apróx.
Dirección: Ricard Reguant
Dramaturgia: Ricard Reguant
Dirección musical: Ferrán González
Coreografía: Cuca Pon
Diseño de iluminación: Luis Perdiguero
Diseño de sonido: Ricardo Gómez y Jorge Gómez
Técnico de iluminación: Javier García
Técnico de sonido: Laura Cabezas
Escenografía: Pablo Almeida y Gonzalo Buznego
Vestuario: Juan Ortega
Dirección de producción: Juan Carlos Parejo
Jefe de producción: Raúl Pardo
Ayudante regiduría: Jorge Amor
Producción: El negrito Producciones
Distribución: Pentación Espectáculos
Tráiler de 'Para hacer bien el amor hay que venir al sur'
Sinopsis de 'Para hacer bien el amor hay que venir al sur'
Para hacer bien el amor hay que venir al sur nos cuenta la historia de Ella y Él. Quieren hacer un espectáculo musical inspirándose en las canciones que hizo famosa a la cantante Raffaella Carrá, para ello idean 3 historias sobre 3 mujeres que intentan encontrar el amor yéndose de viaje hacia el sur, tal como aconseja la canción.
Amores y desamores, situaciones divertidas, personajes curiosos, romances, baile, mucho ritmo... con estas premisas, Ella y Él nos acaban mostrando un relato en donde todo se mezcla para acabar creando un autentico cóctel explosivo en el que el mismo espectador acabará integrándose como parte esencial del show. (TEATRO LA LATINA).
Algo de Raffaella, poco de Carrá
Parece que el 2020 se ha convertido en el año predilecto en homenaje a Raffaella Carrá y todos sus éxitos. Después del estreno de “Explota, explota” en cines, el teatro de La Latina levantó el telón con Para hacer bien el amor hay que venir al sur. De esta manera, Ricard Reguant utiliza las canciones de la famosa artista italiana para realizar una historia simpática. Sin embargo, el conflicto surge en la génesis primigenia del relato principal, que según va desarrollándose deja una sensación de no estar contando absolutamente nada. Por lo cual, se abusa excesivamente de querer ser una comedia fresca y sin intención de ir más allá, lo que termina por dar una exposición narrativa con falta de sustancia. En consecuencia, navega en una superficialidad bastante mejorable y con falta de carisma.
Los personajes principales tampoco gozan de unos matices impresionantes, dejando ver un cliché tras otro. Por ende, se dibujan unas relaciones amorosas simples y que siguen una estructura ya conocida por el espectador. Luego, están los puntos reivindicativos, que lejos de producirse de una forma orgánica y distendida, llegan con un oportunismo forzado. Aun así, hay momentos en los que arranca ciertas risas del público. Sin embargo, no pasa lo mismo con las canciones, las cuales no se cohesionan como debieran a las tramas principales. Asimismo, su entrada en escena se debe más a la necesidad de introducirlas, al ser un musical, que a su justificación dentro de la propia narración de la historia. Con lo cual, tanto a nivel narrativo, como el propio hilo de las canciones, en pos de la dramaturgia, dejan un resultado descafeinado, con falta de fuerza e imprecisa.
Fiesta entre amigos
El elenco coral de Para hacer bien el amor hay que venir al sur está formado por Patricia Arizmendi, Marta Arteta, Raquel Martín, Tamia Deniz, Miriam Queba, Mikel Hennet, Javier Enguix y Javier Toca. Para comenzar, Arizmendi se convierte en la maestra de ceremonias de este espectáculo un tanto histriónico. De esta forma, la actriz sigue la estela del sello de identidad de la obra, pero le falta vigorosidad como principal pieza conductora interpretativa. Aun así, cumple en varias partes y hay momentos en los que surge cierta sinergia con el espacio. Al contrario que Marta Arteta, la cual brilla con intensidad sobre el escenario, tiene un sello de identidad único y consigue superar algunas de las flaquezas que presenta su personaje desde el guion. A pesar de su magnífica interpretación, y su buen hacer en la danza, a nivel vocal se puede mejorar.
Raquel Martín y Tamia Deniz sufren las consecuencias de una mala ejecución desde la dramaturgia, con lo que se quedan encorsetadas y ofrecen dos actuaciones que tocan casi lo caricaturesco. En cambio, Miriam Queba se mueve como pez en el agua sobre las tablas, con una importante energía sobre el escenario que sabe manejarla. Con ello, se encumbra y derrocha dinamismo. Después, Mikel Hennet y Javier Eguix realizan unas interpretaciones que cumplen, pero hay irregularidad en su forma de proceder. Aunque, en el caso de Eguix, hay más momentos de pura teatralidad mamarracha, que le dan un toque distinto a su personaje y es un acierto. Por último, Javier Toca tiene un salero absoluto en la escena, pero no se observa una evolución a lo largo de la obra, por lo que se percibe que juega sobre seguro, pero lo hace de forma notable.
El brilli-brilli
La composición de la puesta en escena en Para hacer bien el amor hay que venir al sur se sumerge en una confusión, que deja patente la intención del musical. Por tanto, ni siquiera hay una coherencia estética, dado que ya desde el principio se observa un fondo en el que intervienen distintos elementos de la cultura popular española, pero no tienen ninguna importancia durante las tramas a desarrollar. Por este motivo, se busca una plasticidad de la imagen, con unas incesantes ganas de dejar salir ese ambiente erótico-festivo. En consecuencia, se impone esta estética, pese a no tener absolutamente un sentido detrás, ni a nivel narrativo, conceptual, ni creativo. Una pena, realmente, porque toda esa iconografía popular de la idiosincrasia española tiene un jugo exquisito, pero aquí es un complemento que pasa sin más.
Por otro lado, la selección musical es estupenda, variada y con un gran sentido del gusto. Así, se consigue un buen homenaje a la extensa discografía de Raffaella Carrá. Pero, el arreglo musical no llega al nivel que sí tenían las originales, donde se percibía un torbellino de buen rollo y de puro movimiento. Mientras que los cantantes no encuentran su tono en la creación musical que se produce en la escena, las coreografías se quedan a medio gas. No obstante, hay que apuntar que cada uno de los actores tiene puntos muy concretos en sus actuaciones donde se encuentran, pero en la mayoría de los casos no está hecha para sus voces. Por consiguiente, al ser un musical, no triunfa como espectáculo de variedades y tampoco como historia con un mensaje detrás. Entonces, acaba en un limbo artístico superable.
Conclusión
Para hacer bien el amor hay que venir al sur es un musical que se pierde en una falta de narrativa sustancial y en una ejecución descafeinada como espectáculo de variedades. Por lo cual, no se define ni por un lado ni por el otro, mostrando sus taras creativas y una falta de derroche de energía que se necesita para un género como éste. Por suerte, a nivel interpretativo, a pesar de las flaquezas vocales, hay unas buenas interpretaciones de Marta Arteta, Miriam Queba y Javier Toca, con personalidad. Al contrario de la puesta en escena, que cae en una irregularidad y una inconsistencia notorias. Una fiesta fallida obsesionada con brillar, que se queda en un vacío creativo apabullante.
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Gran decepción. 🙁
Esperaba un rato simpático con el fondo musical de nuestra querida Raffaella. Fui con mis hermanas y las tres salimos con la misma sensación. Historia insulsa, lenguaje soez, "bromas" previsibles... Uf, a pesar de las ganas de cantar y bailar con las gratas melodías de nuestra infancia, verdaderamente decepcionadas. Una pena.
Decepción!!! He ido con 4 amigas a pasarlo genial y bailar y cantar canciones de Rafaela Carrá y nos daba vergüenza ajena muchas de las escenas.
Bailes pobres, casi todas la voces malas, chistes sin ninguna gracia… Ganas absolutas de irme a los 15 min pero por si mejoraba la cosa y por educación nos hemos quedado hasta el final. 20€ y hora y media desperdiciados. Un blufff total!