A primera vista, Platónico no parece nada extraordinario. Creada y dirigida por Nicholas Stoller y Francesca Delbanco, esta comedia acogedora y ligera, ambientada en Los Ángeles, continúa con las desventuras de Will y Sylvia. Dos cuarentones que recuperaron su amistad en la primera temporada, y que tratan de sobrevivir cada uno en medio de su propia crisis de madurez. La temporada 2 de Platónico está disponible desde el 6 de agosto de 2025 en Apple TV.
Crítica de 'Platónico (Temporada 2)'
Resumen
Ficha Técnica
Título: Platónico
Título original: Platonic
Reparto:
Seth Rogen (Will)
Rose Byrne (Sylvia)
Luke Macfarlane (Charlie)
Carla Gallo (Katie)
Sophie Leonard (Frances)
Max Matenko (Simon)
Sophia Kopera (Maeve)
Andrew Lopez (Reggie)
Tre Hale (Andy)
Vinny Thomas (Omar)
Guy Branum (Stewart)
Ankur Bhatt (Albert)
Año: 2023 / 2025
Duración: 30 min.
País: Estados Unidos
Director: Francesca Delbanco (Creadora), Nicholas Stoller, Francesca Delbanco
Guion: Francesca Delbanco, Nicholas Stoller, Brittany Miller, Guy Endore-Kaiser, Andrew Gurland, Justin Nowell, Ron Weiner
Fotografía: John Guleserian
Música: Michael Andrews
Género: Comedia. Romance
Distribuidor: Apple TV
Tráiler de 'Platónico (Temporada 2)'
Sinopsis
Platónico sigue las andanzas de dos viejos amigos al borde de la mediana edad (Seth Rogen y Rose Byrne) que vuelven a encontrarse después de un largo paréntesis. Su amistad se vuelve tan obsesiva que no tarda en desestabilizar sus vidas con divertidísimas consecuencias. (Apple TV)
Dónde se puede ver la serie en streaming
Comida tradicional con un toque distintivo
Platónico tiene todos los ingredientes de esa comida con toque gourmet diseñada para el consumo masivo. Ritmo ágil, acabado brillante y una pareja de protagonistas con renombre, Seth Rogen y Rose Byrne, que vuelve a demostrar una química total en pantalla. Comedia fácil de digerir y de olvidar, sería lo habitual. Sin embargo Platónico, con su temporada 2, continúa siendo mucho más atractiva e interesante de lo que cabría esperar de las series actuales. Gracias a su destreza a la hora de construir un mundo agradable, quizás lo que más necesitamos y apreciamos. También influyen las sutiles formas en que sigue subvirtiendo las expectativas.
Esa alteración se integra en la premisa, y ya quedó explícita en la primera temporada. Si alguien espera que Platónico se convierta en algo similar a Cuando Harry encontró a Sally, se equivoca por completo de serie. Platónico insiste en el esencialismo de género, reforzando la sensación de que nos encontramos en terreno familiar. Pero nunca llega a ese punto de romanticismo, se divierte jugando con la tensión de las expectativas.
La extraña pareja ataca de nuevo
En esta temporada 2 Platónico se consolida como una comedia con cierta carga sobre las complicadas relaciones adultas y el paso a la mediana edad. Aún así consigue ser tan efervescente y ligera como cualquier sitcom popular de las últimas décadas.
Otra peculiaridad de la serie es su renuncia a ciertos rasgos característicos de la comedia moderna más prestigiosa y pretenciosa. Lo cual no quiere decir que Platónico carezca de sustancia. A pesar de las situaciones absurdas en las que se ven envueltos sus personajes, hay un trasfondo narrativo, bastante doloroso, en la forma en que la serie abraza la naturaleza madura, o supuestamente madura, de sus protagonistas. Will y Sylvia tienen una historia emocional de fondo, pero sus acciones están ancladas en el presente.
Algunos de sus conflictos internos tienen origen en la autorrealización, otro de esos ideales sacados de los manuales de psicología estadounidense. Un proceso imposible de alcanzar en la realidad, y dificultado por las responsabilidades y las consecuencias que derivan de todas las decisiones que han tomado en sus vidas. Sus problemas fuera de las relaciones son de naturaleza adulta. El grado en que los negocios inmobiliarios y el manejo de pequeñas empresas impulsan sus aventuras paralelas, está en completa sintonía con sus fechorías.
Tras toda esa amalgama nos encontramos una vez más con el trasfondo que provoca el conflicto esencial en los personajes. Sigue siendo la incapacidad de aceptar el paso de tiempo y la llegada de la madurez. Platónico habla menos del deseo que de la imposibilidad de alcanzar esos ideales impuestos, o aún más, de ser comprendido en mitad del caos individual. Sus personajes están rodeados de personas cercanas, pero se enfrentan constantemente al solipsismo, la incapacidad de que el resto los conozca realmente.
La infantilización se extiende
La temporada 2 de Platónico se asienta con firmeza sobre esos sólidos cimientos. Ambientada un año después de los acontecimientos de la primera temporada, volvemos a encontrarnos con una Sylvia que está encontrando un nuevo rumbo como organizadora de eventos y un Will que acaba de comprometerse con Jenna, Rachel Rosenbloom, la directora ejecutiva de una cadena de restaurantes.Todo parece ir de maravilla, hasta que deja de ser así.
A partir de ahí, Platónico (Temporada 2) se desarrolla con más complicaciones y crisis, profundizando en el amplio elenco de la serie. Carla Gallo, muy acertada como Katie, la mejor amiga de Sylvia, que en esta ocasión tiene un papel especialmente divertido relacionado con un podcast. Otra muestra del intento en vano de rejuvenecimiento a través de la persecución de tendencias juveniles actuales. Incluso Francesca Delbanco aumenta su presencia en pantalla a través de la agente inmobiliaria Diane, a la que interpreta ella misma.
Mientras Charlie, Luke Macfarlane, se embarca en su propia crisis existencial esta temporada, adquiriendo un protagonismo que refresca aún más el espíritu de la serie. A medida que Sylvia y Will pasan más tiempo juntos, metiéndose en todo tipo de líos, Charlie comienza a sentirse inseguro por su papel en la relación.
Sencilla, absurda y muy divertida
Conforme el mundo de Platónico se establece, ofrece algo que las comedias más efectivas logran, convertirse en un lugar al que te gusta volver. Está a gusto con sus propios ritmos, una cualidad visible en pequeños detalles, como la forma en que el vestuario siempre llamativo de Seth Rogen subraya las predilecciones individualistas de Will. Que básicamente sería el vestuario que un niño de diez años elegiría como ideal para cuando esté en los cuarenta.
El tono sigue siendo ligeramente absurdo, pero a la vez emocionalmente realista, y da el mismo valor a los fragmentos recurrentes que a los chistes estúpidos. Así tenemos por un lado obsesión de Will en la primera temporada por dar patadas a los patinetes se traslada sin problemas a los robots repartidores en esta temporada. Y por otro lado hilarantes gags como el de la bebida energética, que surge de la nada y es tan sencillo que resulta idóneo.
Sylvia como epicentro platónico
La dupla que dirige Platónico hace un uso fenomenal de las cualidades interpretativas de Rose Byrne. La australiana ha construido discretamente una carrera muy versátil, desde dramas como Damages al terror de 28 Semanas después, o la franquicia Insidious, hasta dando voz en inglés a personajes en Las Tortugas Ninja: Caos Mutante o Bluey.
Desde su salto a la comedia en La boda de mi mejor amiga, Byrne se ha labrado un nicho particular en el que destaca. Son los personajes muy rígidos en apariencia, pero que se desmoronan bajo esa superficie. Sylvia es una variante de este tipo de personaje, una madre serena cuyos ojos cansados delatan a alguien que quizá esté padeciendo internamente. Nicholas Stoller y Francesca Delbanco entienden claramente cómo sacar el máximo partido a este aspecto de Byrne. Habitualmente colocan a Sylvia en situaciones en las que el caos estalla a su alrededor. Sus intentos por mantener la compostura o simplemente adaptarse a las circunstancias se convierten, en manos de Byrne, en una comedia visual fantástica y muy corporal por momentos.
Las viejas fórmulas existen por una razón
Todas las decisiones del equipo creativo consiguen que Platónico sea un logro fascinante. Sí, es televisión de fácil absorción, que aprovecha al máximo un entorno relajante como son las vidas de los angelinos de clase alta o acomodada. Las aventuras se desarrollan en una ciudad de Los Ángeles bañada por el sol y con una cálida iluminación, en la cual todo parece precioso en cualquier momento.
Sin embargo, bajo la fantasía, hay una capa de realidad cotidiana que le da a la serie una textura, un cuerpo y un margen de crecimiento que podrían parecer inesperados. Camina por la delgada línea entre la profundidad y la ligereza, la sustancia y la sencillez. Podría alargarse durante varias temporadas si consigue mantener esa frescura y carácter agradable. A veces no es necesario inventar ninguna fórmula nueva para que una serie funcione a la perfección.
Platonismo diseccionado
El mundo occidental es esencialmente platónico, sigue los preceptos del filósofo griego de una forma tan interiorizada que ni siquiera se para a reflexionar sobre ello. Platónico, la serie, acaba analizando esa cotidianeidad de una forma quirúrgica, no utiliza metáforas burdas como hacen las Wachowski en Matrix. De un modo muy ligero y sencillo se disecciona lo verdaderamente platónico, no una representación simplista e infantil con sombras.
Vivir en el idealismo platónico es peligroso, nos hace aspirar a imposibles dentro del capitalismo. El ideal de vivir en la eterna juventud o aún más, en la infancia, frente a la realidad del avance del tiempo no aceptado. Lo cual nos arrastra a una plena desesperación que además conlleva no valorar una parte esencial de nuestra vida. El hecho de compartirla con aquellas personas a las que realmente importamos. Esta temporada 2 de Platónico es un ejemplo perfecto, William y Sylvia durante ciertos momentos no aprecian lo necesarios que son uno para el otro. Y Sylvia por su parte no aprecia a Charlie y su familia, cosa que es recíproca. Perfectamente expresado en la parte inicial de la canción que suena en los títulos de crédito del último episodio de la temporada, Happiness de The Heavy Heavy.
Finalmente lo material acaba ganando al idealismo. La serie de Nicholas Stoller y Francesca Delbanco podría encuadrarse en una corriente materialista. Quizás sea una de las razones por las que provoca esa sensación de bienestar. Tiene ciertas similitudes con Ted Lasso, muy cercanas a lo tangible, lo terrenal y no a lo ideal. Ambas proporcionan una sensación reconfortante, de calidez, a la vez que en cierta forma reflexionan sobre procesos problemáticos entre las personas adultas.
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