Plumas es el primer largometraje que dirige el egipcio Omar El Zohairy, que además coescribe el guion con Ahmed Amer. Se trata de una comedia con tintes de drama y del género fantástico. En 2021 recibió el gran premio de la semana de la crítica de Cannes. Producida por Still Moving junto con Film Clinic, Lagoonie Film Production, Kepler Film, Heretic y Verona Meier, es una coproducción internacional (Francia, Egipto, Países Bajos y Grecia). Distribuye Heretic Outreach. Estreno en cines el 2 de septiembre de 2022.
Crítica de 'Plumas'
Resumen
Ficha Técnica
Título: Plumas
Título original: Feathers
Reparto:
Samy Bassouny
Fady Mina Fawzy
Mohamed Abd El Hady
Abo Sefen Nabil Wesa
Año: 2021
Duración: 112 min.
País: Egipto
Director: Omar El Zohairy
Guion: Omar El Zohairy, Ahmed Amer
Fotografía: Kamal Samy
Música:
Género: Drama. Fantástico
Distribuidor: Flamingo Films
Tráiler de Plumas
Sinopsis
En una fiesta de cumpleaños infantil, un mago convierte al autoritario padre del niño en una gallina. Los problemas de la familia empezarán cuando el mago sea incapaz de revertir la transformación. La abnegada madre deberá tomar las riendas de la situación para sacar adelante a su familia en una sociedad patriarcal que no le pondrá las cosas fáciles. Mientras mueve cielo y tierra para traer de regreso a su esposo y asegurar su supervivencia, la mujer atravesará una transformación total. (Flamingo Films España)
Dónde se puede ver la película en streaming
Plumas es mucho más que una comedia absurda
Plumas, el debut tras las cámaras de Omar El Zohairy, es mucho más que una comedia absurda. En la cual, durante la fiesta de cumpleaños de uno de sus hijos, un padre se ofrece a un mago de pacotilla para que lo haga desaparecer de una caja fuerte. Todo son risas cuando sale de la caja una gallina blanca hasta que se hace patente que es un truco de magia barata que no tiene garantía de devolución. A partir de ese momento, la madre tiene que hacerse cargo de tres críos y un ave de granja en un apartamento diminuto y lúgubre. Nadie dudaría de su capacidad para sacar adelante a su familia si no fuera porque vive en un contexto retrógrado, machista y precario, por no decir tercermundista. Es decir, la película, a partir de una burda maldición, esconde un fuerte mensaje de denuncia social.
Desde la primavera árabe en 2011, el pueblo egipcio sufre la censura religiosa. De algún modo, aunque se desconozca el lugar de la historia, aquí se hace evidente. Quizá el director egipcio decidió contar al mundo, con la mirada de un niño, lo que ocurre allí después de cuestionarse la realidad en la que vive. Por eso, se sirve de un humor naíf que recuerda a Wes Anderson para relatar el viaje de superación personal de una madre desamparada. Porque la maldición de la familia no acaba ahí, sino que continúa con las facturas y deudas que pagar, la obligación de alimentar a cuatro bocas, y todo eso sin las mismas oportunidades laborales que una mujer occidental. Rodeada predominantemente de hombres en su entorno, esta mujer se ve obligada a aceptar chantajes de toda guisa para encontrar al mago responsable.
La interpretación y los decorados son auténticos
Antes del suceso, la realidad de la familia era monótona, donde el padre imponía su ley mientras ella se limitaba a servir y callar. Promesas del cuento de la lechera como comprar un chalet con piscina a la familia y gestos de manirroto como colocar una fuente ornamental de agua en el interior del piso. Y luego comían donde dormían. De modo que la madre no solo tiene que hacer frente a las tareas domésticas, sino también a deudas ocultas del marido, así como traer el pan a una familia. Y, cómo no, sin tener la autoridad ni el derecho de un hombre árabe.
La historia de Plumas está compuesta de personajes anónimos y escenarios imaginarios. Sin embargo, la interpretación y los decorados son auténticos. Repite la fórmula de las recientes y aclamadas Espíritu Sagrado (Chema García Ibarra, 2021) y Alcarràs (Carla Simón, 2022), esto es, cuenta con actores no profesionales.
Al igual que en estos títulos, uno más fantástico, otro más realista, aquí la representación no requiere mucha sensibilidad para narrar los acontecimientos. Aparte de la coherente inexpresividad de los personajes, el estilo artístico y visual se mueve entre los ‘indies’ Kaurismäki y Jarmusch. Satírica, en Plumas se dan situaciones cómicas que funcionan como capas que envuelven un relato cruel. Algo que recuerda bastante al neorrealismo italiano y al cine de Buñuel o Berlanga. El ritmo, sin embargo, va en detrimento del humor. Es decir, a medida que avanza la trama, esta se vuelve más oscura y más pesada, por lo que el humor se diluye y la película acaba pidiendo la hora antes de tiempo.
Conclusión de 'Plumas'
La falta de elocuencia en sus diálogos no impide entender lo que ocurre en Plumas y empatizar con ella. El debutante El Zohairy logra conectar al espectador con una historia tan absurda como original, pero que esconde una gran verdad. La mujer tiene un rol testimonial en la historia de la cultura de oriente medio. Y, sin embargo, Plumas demuestra que una madre, abandonada por el hombre a su lado, puede coger las riendas de una familia.
Pese a su corta trayectoria, El Zohairy tiene el aplomo para haber hecho de su primera película la ganadora del gran premio de la crítica en Cannes sin trucos baratos. Y solo le ha hecho falta reunir un grupo de actores amateurs en una puesta en escena austera para conseguirlo. Una historia con una realidad tan perturbadora que, de no ser por su humor negro, sería imposible de ver hasta el final.
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No la veo en absoluto de género fantástico. Tiene algo de humor pero es muy negro. Es una de las películas de realismo más terribles que he visto en mi vida. Aún así, me pareció con su minimalismo una descripción muy acertada de la realidad sociopolítica de Egipto. Alejada de cualquier clase de idealización de ese país muy común en estos lares. Con unas interpretaciones fantásticas, sobre todo de la protagonista principal.