La maldición de Hill House, una de las últimas (y exitosas) propuestas de Netflix, ha sido, de seguro, esa serie que no han parado de recomendarte durante las últimas semanas. Todavía más durante los días cercanos a la festividad de Halloween.
¿Estamos ante la serie de la temporada, o del año, como muchos ya se han apresurado a señalar? Nuestras impresiones, a continuación.
Crítica de La maldición de Hill House
Ficha Técnica
Título: La maldición de Hill House
Título original: The Haunting of Hill House
Reparto:
Michiel Huisman (Steven Crain)
Carla Gugino (Olivia Crain)
Henry Thomas (joven Hugh Crain)
Elizabeth Reaser (Shirley Crain)
Oliver Jackson-Cohen (Luke Crain)
Kate Siegel (Theodora Crain)
Victoria Pedretti (Nell Crain)
Lulu Wilson (joven Shirley)
McKenna Grace (joven Theo)
Paxton Singleton (joven Steven)
Julian Hilliard (joven Luke)
Violet McGraw (joven Nell)
Timothy Hutton (Hugh Crain)
Anthony Ruivivar (Kevin Harris)
Samantha Sloyan (Leigh Crain)
Annabeth Gish (Mrs. Dudley)
Robert Longstreet (Mr. Dudley)
Año: 2018
Duración: 60 min.
País: Estados Unidos
Director: Mike Flanagan
Guion: Mike Flanagan, Elizabeth Ann Phang, Scott Kosar, Meredith Averill, Jeff Howard, Charise Castro Smith, Rebecca Klingel (Libro: Shirley Jackson)
Fotografía: Michael Fimognari
Música: The Newton Brothers
Género: Drama. Terror. Thriller
Distribuidor: Netflix
Te presentamos a los Crain
Sinopsis
La maldición de Hill House es una versión moderna de la icónica novela de Shirley Jackson sobre cinco hermanos que crecieron en la casa embrujada más famosa de EE. UU. El suicidio de la hermana menor vuelve a reunirlos ya de grandes, y juntos enfrentan los fantasmas del pasado que siguen atormentándolos tanto en sus mentes como en los rincones más oscuros de la legendaria Hill House. (Netflix)
Dónde se puede ver la serie
Historia (adentrémonos en Hill House)
La historia, enésima adaptación, alguna tan desastrosa como La guarida (The Haunting), la terrible película protagonizada por Liam Neeson, Catherine Zeta-Jones, Owen Wilson y Lili Taylor, de la popular novela de Shirley Jackson, versa alrededor de una casa maldita. Y aunque ello no parezca especialmente novedoso, La maldición de Hill House ha sido recibida con toda suerte de alabanzas, tanto por parte de la crítica como del público.
Entorno y personajes
Como ya he dicho, la acción principal de la serie se desarrolla en una casa (una suerte de mansión); casa a la que se muda una familia capitaneada por Olivia (Carla Gugino, vista, por ejemplo, en la adaptación cinematográfica de Watchmen y en la serie Wayward Pines) y Hugh Crain (interpretado por Henry Thomas, el niño de E.T.; Timothy Hutton en su versión más adulta); familia que cuenta con cinco hijos: Steven (Michiel Husiman de adulto; Paxton Singleton de niño), Shirley (Elizabeth Reaser de adulta; Lulu Wilson de niña), Theo (Kate Siegel de adulta; Mckenna Grace de niña) y los gemelos Luke (Oliver Jackson-Cohen de adulto; Julian Hilliard de niño) y Nell (Victoria Pedretti de adulta; Violet McGraw de niña).
La importancia de los personajes
Y sí, aunque la casa juegue un papel fundamental en la trama (la cual se nos cuenta en dos tiempos: presente y pasado), los personajes son el gran eje central de la misma.
La maldición de Hill House se toma su tiempo en presentárnoslos (cada uno de los primeros cinco capítulos, de los diez que componen esta primera, y de momento única, temporada, se centra en uno de los hijos de la familia protagonista).
Así, vemos cómo el mayor de los hermanos, Steven, se ha convertido en un escritor (de novelas de terror) de éxito, Shirley regenta una funeraria, Theo rehúye de todo contacto/compromiso y los gemelos viven en un continuo tormento tras su paso por la casa que da título a este trabajo (Luke va, además, de centro de desintoxicación en centro de desintoxicación).
A todos ellos, así como a sus progenitores (tranquilos, no voy a soltar ningún spoiler más), les afectó (como podremos ir viendo/comprobando), de distinta manera, su paso por la imponente Hill House.
Un gran drama familiar
Porque sí, esta serie es, por encima de todo, un (mega) drama familiar.
Mike Flanagan (el creador) se esfuerza por implicarnos en los problemas (sobrenaturales o no) a los que se enfrentan nuestros protagonistas; se toma su tiempo en, como ya he dicho, presentarnos a los personajes, poniéndonos en contexto (como también he dicho, la trama se desarrolla en dos tiempos: presente y pasado) e intentando que empaticemos con sus distintas causas (a pesar de que algunas, sobre todo las paranormales, claro, no nos puedan ser más ajenas).
También ayuda, y mucho, la excelente labor llevada a cabo por un reparto comprometido y mucho más que cumplidor.
Eso por no hablar del notable acabado del que hace gala la serie (todo en ella sobresale, desde los escenarios hasta el trabajo de maquillaje y efectos especiales), muy superior a lo que nos tiene (por desgracia) acostumbrados este tipo de producciones de género (sí, por mucho que, al menos para servidor, La maldición de Hill House se enmarque más en el género de drama que en el de terror; que también, ¡ojo!).
Conclusión de La maldición de Hill House
Los fans más acérrimos del subgénero de casas encantadas puede que se sientan un tanto defraudados/estafados (más por cómo se ha vendido este trabajo que por otra cosa), pero La maldición de Hill House se destapa como una serie altamente recomendable (de factura cuasi impecable) a la que, eso sí, flaco favor hace el factor ‘hype’.
Lo mejor: Prácticamente todo el apartado técnico (sonido, decorados, vestuario, efectos especiales, maquillaje) e interpretativo (los actores se toman su labor muy en serio, algo tristemente inaudito en este tipo de propuestas; siendo justos también conviene señalar que pocas obras de terror pueden contar con el trasfondo de una serie de diez horas como la que nos ocupa). El trabajo de dirección también cuenta como otro de sus puntos álgidos (atención al magnífico uso del plano secuencia).
Lo peor: Que haya sido vendida como una serie de terror cuando en realidad estamos ante un drama con pinceladas de terror sobrenatural (los sustos están más que contados y no siempre son todo lo efectivos que debieran).