Han pasado 20 años desde la última película de William Nicholson. El realizador vuelve con Regreso a Hope Gap a sentarse en la silla de director. A pesar de no ser reconocido como realizador, sí tiene una experiencia amplia con grandes éxitos como guionista. Algunos de sus títulos más famosos son "Gladiator", "Elizabeth: La edad de oro", "Los miserables", o en los últimos años "Una razón para vivir" y "Everest". Con este largometraje, ha obtenido el premio a la mejor película y el premio al mejor actor, para Josh O'Connor, en el BCN Film Fest 2020. También una nominación en el Festival de Cine Romántico de Cabourg a la mejor película en la Sección Oficial . Además, cuenta con dos estrellas del séptimo arte como son Annette Bening y Bill Nighy. En cines españoles desde el 23 de octubre de 2020.



Regreso a Hope Gap

Crítica de 'Regreso a Hope Gap'

Ficha Técnica

Título: Regreso a Hope Gap
Título original: Hope Gap

Reparto:
Annette Bening (Grace)
Bill Nighy (Edward)
Josh O'Connor (Jamie)
Alysha Hart (Jess)
Sally Rogers (Angela)

Año: 2019
Duración: 100 min
País: Reino Unido
Dirección: William Nicholson
Guion: William Nicholson
Música: Alex Heffes
Fotografía: Anna Valdez-Hanks
Género: Drama
Distribución: A Contracorriente Films

Filmaffinity

IMDb

Tráiler de 'Regreso a Hope Gap'

Sinopsis de 'Regreso a Hope Gap'

Regreso a Hope Gap nos muestra cómo Grace y Edward han estado casados durante treinta y tres años. Cuando su hijo Jamie llega a su casa para visitarlos en la ciudad costera en la que creció, Edward le dice que planea dejar a Grace al día siguiente. (A CONTRACORRIENTE FILMS).

Dónde se puede ver la película



Regreso a Hope Gap
Foto de A Contracorriente Films

Amargo destino

William Nicholson se enfrenta a su segunda película con una historia que narra la separación en un matrimonio de larga duración. De esta manera, Regreso a Hope Gap se adentra en la repercusión y consecuencias de tomar una decisión que no suele darse en las parejas más añejas. Sin embargo, en esa singularidad es donde halla su mayor lucidez, al realizar un retrato de una visión del amor distinta. Por lo cual, el planteamiento es sincero y demuestra la complejidad de las relaciones de pareja. A ello se une un buen aderezo donde los matices emocionales se conjugan perfectamente con el cambio de escenario. Asimismo, se deja patente que las separaciones, incluso con los mejores sentimientos que se puedan tener, no son fáciles de abordar y provocan gran dolor entre los que se producen.

Los dos personajes protagonistas tienen una personalidad marcada, al igual que la concepción del hijo de ambos. Por lo que, hay que aplaudir que tenga una profundidad suficiente. Incluso, en el caso de Grace, hay piezas contradictorias, que presentan esa vorágine confusa tras ver que todo tiene un final. A pesar del buen hacer del libreto en sus personajes y en la premisa principal, termina por perderse en una reflexión redundante. En consecuencia, realiza varios recorridos en círculo, que dejan un poso de pesadumbre y se aleja de la introspección que se consigue en otras partes del film. Por esta razón, aunque hay partes notables, se opacan por un exceso de sentimentalismo. Esta falta de definirse le pasa factura, aunque sigue manteniendo un buen resultado en su conjunto completo. Además, el final tiene una atmósfera romántica que deja una sensación agradable.

William Nicholson
Foto de A Contracorriente Films

Caminos separados

Uno de los aspectos que hacen tan especial Regreso a Hope Gap es el duelo interpretativo que se produce entre Annette Bening y Bill Nighy. Al igual que ocurriese con Scarlett Johansson y Adam Driver en su “Historia de un matrimonio”, este dúo lo aborda desde una perspectiva humana. No obstante, no consiguen la misma química y el mismo desgarro interior, al no verse apoyados por un guion más sólido. Aún así, Bening se encuentra ante una interpretación llena de claroscuros, que le dejan dar rienda suelta a esos detalles expresivos tan sutiles, pero totalmente perceptibles. Asimismo, sabe cómo equilibrar su parte más dramática, con un uso del humor ácido con soltura y disfrute. De esta forma, se muestra cómoda en todo momento en pantalla, dejándose llevar por ese camino existencial que le regala su personaje. Totalmente verosímil.

El otro contendiente, Billy Nighy, se mantiene en un perfil más templado y menos visceral. Pese a ello, no deja en absoluto una sensación de planitud, sino de un sentimiento más íntimo, más pausado. Por esa razón, forma tan buen equipo con Bening. Sin embargo, hay momentos en los que podría cuidar un poco más su presencia escénica, dándole un punto de vigorosidad elegante. En cambio, sus mejores momentos son cuando él mismo se convierte en una metáfora de la melancolía solitaria. Después, una de las gratas sorpresas de la cinta es Josh O’Connor, el cual evoluciona durante el largometraje de una forma favorable. Mientras que al principio es una pieza circunstancial, acaba por ser el catalizador del torbellino de recuerdos y de sentimientos, con una luminosidad característica. También da gotas de ternura, que conectan perfectamente con el espectador.

William Nicholson
Foto de A Contracorriente Films

El envoltorio del caramelo

El propio nombre de Regreso a Hope Gap indica perfectamente cuál va a ser el telón de fondo de esta situación tan cotidiana, pero pasional. Para comenzar, la dirección de fotografía sabe captar el influjo de Hope Gap sobre toda la película, dando unos encuadres realmente hermosos. Así, logra dar una potencia y vigorosidad al significado de este emplazamiento acuático, que envuelve al público con su magnificencia. Por esta razón, hay que aplaudir la decisión de dar tanto poder a la imagen, ya que se convierte en uno de los atributos de la película más brillantes en su realización. La importancia que se da a ese mundo exterior, que forma parte del interior, es pura poesía visual, lo que da un carácter con personalidad al film. El público realiza ese retorno junto a los personajes, sin ningún problema.

La dirección artística también ha sabido sacar partido a esa simbología, que significa tanto para la historia y sus personajes. Por lo cual, la puesta en escena se torna más compleja en los pequeños detalles, como las piezas de colección o las tazas de té. Por este motivo, se echa en falta que se hubiera aprovechado más todo este influjo que goza de tanta sensibilidad de una manera narrativa más extensa y significativa. Aun así, por esa delicadeza técnica, merece la pena disfrutar de esta película. Luego, el montaje es ameno, tranquilo, lo que provoca que se eche en falta algún punto de momentos cumbres y no sea todo tan sencillo. Por último, a pesar de las mejorías que pudiera presentar el guion, el final es un cierre que encandila por el viaje personal que se realiza durante todo el largometraje.

Regreso a Hope Gap
Foto de A Contracorriente Films

Conclusión

Regreso a Hope Gap es una película que muestra una separación que no se suele ver en la ficción, dejando un buen planteamiento emocional y sentimental. Sin embargo, divaga en su desarrollo, dejando un relato que no llega a completarse y se queda a medio gas. Aun así, el final es toda una metáfora en sí misma. Por otro lado, el poder de la imagen es excelente, siendo uno de los mejores aspectos del film. Hay un cuidado, que es pura poesía visual. Después, Annette Bening está soberbia, acompañada de un notable Bill Nighy y un sorprendente Josh O’Connor. Una despedida emocional interna, que se deja cosas por decir, pero reivindica la complejidad del sentir.

Reportaje de Regreso a Hope Gap en Días de Cine TVE

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CINEMAGAVIA
6/10
60 %
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Diego Da Costa
Subdirector de Cinemagavia. Comunicólogo audiovisual por la UCM y Máster en Comunicación en la Red por la UNED. Miembro de EGEDA (Premios Forqué) e Ingeniero Audiovisual en Ricoh España. Co-creador de la compañía artística La Joie de la Colina. Como diría Elizabeth Taylor: "Las ideas mueven el mundo sólo si antes se han transformado en sentimientos".
regreso-a-hope-gap-critica-peliculaMuestra una separación que no se suele ver en la ficción, dejando un buen planteamiento emocional y sentimental. Sin embargo, divaga en su desarrollo, dejando un relato que no llega a completarse. Aun así, el final es toda una metáfora en sí misma. El poder de la imagen es excelente, siendo uno de los mejores aspectos del film. Hay un cuidado, que es pura poesía visual. Después, Annette Bening está soberbia, acompañada de un notable Bill Nighy y un sorprendente Josh O’Connor. Una despedida emocional interna, que se deja cosas por decir, pero reivindica la complejidad del sentir.

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