Supernormales es una obra escrita por Esther F. Carrodeaguas y dirigida por Iñaki Rikarte que aborda el tema de la sexualidad de las personas con diversidad funcional. Estará en el Teatro Valle Inclánhasta el 28 de mayo.
Título: Supernormales Título original: Supernormales
Reparto: José Manuel Blanco
Carlota Gaviño
Emilio Gavira
Natalia Huarte
Jorge Kent
Mónica Lamberti
Anna Marchessi
Marcos Mayo
Inma Nieto
Irene Serrano
Duración: 100 min. apróx. Dirección: Iñaki Rikarte Dramaturgia: Esther F. Carrodeguas Escenografía: Mónica Boromello Iluminación: Felipe Ramos Vestuario: Ikerne Giménez Música y espacio sonoro: Luis Miguel Cobo Ayudante de dirección: Rolando San Martín Ayudante de escenografía y vestuario: María Abad Tráiler: Bárbara Sánchez Palomero Fotos: Luz Soria Diseño de cartel: Equipo SOPA Asesora de inclusión: Inés Enciso Coaching de interpretación y apoyo en inclusión:Kube Escudero y Andrés Valera Goñi (AMÁS Escena) Producción: Centro Dramático Nacional
Tráiler de 'Supernormales'
Sinopsis de 'Supernormales'
Supernormales es un juego cómico que nos enfrenta a nuestros propios prejuicios alrededor del colectivo de personas con diversidad funcional, generados dentro de una sociedad neoliberal y patriarcal pero sobre todo 100 % capacitista en la que los cuerpos, las realidades, las necesidades y las vidas de las personas que no pueden producir al ritmo que viene impuesto no les queda más remedio que ver cómo les pasan por delante casi todes.
Por el camino, a la mayoría de estas personas se les ha prácticamente negado [históricamente] la vivencia de una sexualidad propia y natural. Y se las ha colocado [además] fuera del DESEO. Es justamente desde este punto desde el que pretendo reflexionar sobre lo anterior, incluyendo la propia reflexión sobre la creación con personas diversas y sobre la dificultad de eliminar las barreras existentes para la entrada, comprensión o disfrute de la propia obra teatral que se está viendo [o no!] (CENTRO DRAMÁTICO NACIONAL).
Mi mirada es como la tuya
A mí también me gusta la belleza, yo también quiero ser deseado porque tengo deseos y necesidad de amar. ¿Y por qué no puedo elegir, como lo hace todo el mundo, con quien quiero tener sexo? Mis ojos son como los tuyos, aunque mi cuerpo te parezca feo y no tenga tus mismas capacidades. Yo también merezco que me amen y amar, que me toquen y tocar que me penetren y penetrar.
En escena, un pequeño jardín con una escultura en el centro que sube al cielo ayudado por un grupo de operarios de jardinería. La elevación de la estructura deja visible una cama en la que un chico con diversidad funcional (Marcos Mayo) es acariciado por una mujer (Natalia Huarte). La escena es interrumpida por la novia de ésta (Irene Serrano) que entra furibunda preguntándole qué hace y por qué. Y así comienza Supernormales, una obra con diez intérpretes que entran y salen de escena dibujando un mosaico de personajes que nos harán reír y reflexionar a partes iguales.
No solo se pone de manifiesto la sexualidad de las personas con discapacidad, Supernormales también aborda los extremos de paternalismo y abuso a los que es sometido el colectivo. Por lo tanto, no se centra en el trabajo de las asistentes sexuales, como ya hizo Helen Hunt en “Las sesiones”, sino que va mucho más allá.
Nada es blanco o negro y la contradicción se hace tan patente que al tiempo que ríes con las ocurrencias de cada personaje, te apesadumbras por su situación y por la sociedad que les ha tocado. Gracias a un texto valiente y mordaz y a un elenco del que cabe destacar a todos, Supernormales es uno de los montajes que está llevado a ser de los más transgresores de la cartelera actual. El tono elegido para la obra, sin tapujos y con críticas profusamente repartidas se me antoja perfecto para abordar un tema tan complejo y delicado (y urgente).
Lo que no se nombra no existe
El elenco de Supernormales rompe la cuarta pared en varios momentos de la obra para golpear nuestra cabezota dura llena de prejuicios. Una especie de Toc, toc al honorable en el que entran en nuestros pensamientos para recordarnos que saben lo que estamos pensando, que son conscientes de que no sabemos si reír o llorar ante lo que estamos viendo.
Preguntas muchas. Respuestas pocas. Pero estamos en el teatro y nadie nos obliga a tomar una decisión, aunque una no entra al teatro para salir como entró. El escenario tiene el poder de transformarnos, solo sea prender la chispa que puede llevar algún día a encender la hoguera del cambio. Como dicen al final de Supernormales, no hay final perfecto para esta obra, pero sí podría ser el principio y, a partir de aquí, hacer camino. Un camino pedregoso, sin duda, pero necesario. No podemos seguir metiendo la cabeza en el hueco de la tierra, cual avestruces, para evitar plantearnos problemáticas que creemos que nos pillan lejos. Hay que actuar y acudir a ver obras como esta es una forma de empezar.
Lo que no se nombra no existe, por eso hay que verlo y nombrarlo para que la incomodidad desaparezca o, al menos, no sea un impedimento para su normalización.
Conclusión
Supernormales, sorteando muy bien la moralina, lanza un órdago a la sociedad para que empiece a tomar conciencia de una cuestión hasta hace bien poco invisibilizada. El arte y la ficción ayudan a crear narrativas que sirven de apoyo a lo real y el teatro tiene la facultad de enfrentarnos a problemáticas que desconocemos. Además, nos ayuda a abrir los ojos a los mundos de otros y a tender puentes que nos permitan salir de nuestra isla. El arte, mucho antes que la política, es capaz de romper la burbuja en la que vivimos y hacernos mirar en otras direcciones, más allá de nuestra pequeña realidad.