El pasado 7 de mayo fue el estreno de Sweet Dreams, espectáculo de teatro protagonizado y creado por Alberto Velasco. Durante su estancia en Nave 73 ha obtenido un gran éxito de crítica y de público, quiénes han llenado el conocido espacio teatral de Palos de la Frontera. Una propuesta que combina distintos estilos artísticos en una obra que habla del paso del tiempo, de la crisis y de mirarse a uno mismo. Se podrá disfrutar hasta el 29 de mayo en Nave 73, todos los sábados y domingos a las 19 horas. Una de las propuestas más destacadas durante este mes de mayo.
Título: Sweet Dreams Título original: Sweet Dreams
Reparto: Alberto Velasco
Duración: 70 min. apróx. Dirección: Alberto Velasco Dramaturgia: Alberto Velasco Ayudantía: Maria Pizarro
Escenografía: Alessio Meloni
Vestuario: Sara Sánchez de la Morena
Espacio sonoro: The New Carrot Studios
Iluminación: Abel García y Alberto Velasco
Técnico: Abel García
Fotografía: Dominik Valvo
Diseño: Laura Velasco
Dirección vídeo promocional: Afi Oco
Color vídeo promocional: Carmina Riquelme
Grabación vídeo directo: The Black Cactus Studios
Dirección teaser directo: Guillermo Centenera
Producción teaser directo: Marta Hita
Jefa de prensa: Josi Cortés
Intérprete función adaptada en lengua de signos: Laura Castillo
Agradecimientos: Compañía Nacional de Danza (Programa de Residencias), Consejo Regulador de la D. O Ribera del Duero, Filomatic, Carmen Villanueva.
Tráiler de 'Sweet Dreams'
Sinopsis de 'Sweet Dreams'
¿Por qué soy así? No quiero ser así. Quiero poder ser otro y cambiar eso que condiciona mis decisiones, mi modelo de vida, mis anhelos, mis deseos y mis relaciones. Vivir en otra película que no me obligue a seguir unos caminos concretos. Quiero recuperar la ilusión en el amor, la ilusión en general, y no quiero que todas las canciones hablen de ti. Quiero poder dejar de mirar las redes sociales en bucle y ser capaz de mantener una rutina más de una semana.
¿Por qué los dioses nos han abandonado a nuestra suerte? ¿Cómo sigues adelante si no te gusta nada en lo que te has convertido después de intentos fallidos, fracasos, lexatines, decepciones y sin que España gane Eurovisión? Ya te lo adelanto: No puedes. Es imposible cumplir expectativas y no nos merecemos ser una decepción andante. Quiero compartir contigo todo esto porque sé que también es tuyo y precisamente por esa sensación de no sentirnos tan solos en el mundo durante una hora ya habrá merecido la pena esta Sweet Dreams.
Me he propuesto hablar de la sensación de estar perdidos en el mundo y de los pocos recursos emocionales que tenemos para seguir a flote usando precisamente eso que nos libera: la música, el sentido del humor y el arte. Un monólogo en el que se baila. Una pieza de danza en la que se habla. Un espectáculo de humor en el que se llora y un drama en el que hay “playbacks” y clases de cocina. Un espectáculo sobre, a pesar de todo, las ganas de vivir. (NAVE 73).
La crisis vital
Alberto Velasco se enfrenta a uno de sus proyectos más personales y pasionales de su carrera en la obra de teatro Sweet Dreams. Este monólogo se convierte en una combinación de estilos que convergen en uno único, que escenifica a la perfección la personalidad del creador. Gracias a ello, se expone un texto que no abusa de ello, lo que hace que en pequeñas dosis se vea la maestría y la brillantez de la pieza teatral. Por lo cual, se ve un uso del lenguaje de una manera excelente, con puntos de comedia absolutamente desternillante, pero sin dejar atrás la humanidad con la que se impregna todo el espectáculo. Así el público entra de lleno en el universo del artista, sintiéndose identificado en varias ocasiones y en otra se fabrica una empatía tan efectiva que los asistentes lo viven al máximo.
En un principio puede dar la sensación de estar ante una obra más críptica, habiendo algo de ello, pero se mezcla en un universo más cotidiano con la propia carga que adquieren las distintas artes escénicas que entran en acción. Por otra parte hay que destacar uno de los mejores momentos de la obra y es la receta en directo que se lleva en escena. No es nada fácil lograr hacer reír con lo que hace daño y Velasco lo logra con maestría y con total cariño. Por ende, es un perfecto ejemplo de la capacidad narrativa de la obra teatral, que, en este caso, cumple con aquello de menos es más. También apuntillar que ese homenaje al teatro en modo de guiño ácido es muy acertado. Una introspección teatral que logra un efecto cautivador, emocionante e hilarante, obteniendo un gran nivel.
Performance, teatro y humor
El alma de Sweet Dreams es el propio Alberto Velasco, el cual se deja desde el primer momento el cuerpo y alma sobre la escena. Pese a ser conocido más por su faceta como actor, hay que recordar que Velasco también tiene una carrera amplia en el mundo de la danza. Con lo cual, no es de extrañar que comience con una performance donde el baile se convierte en el principal aliciente. Durante el primer momento, se ve el cuidado del movimiento por parte de Velasco, que se mueve con auténtica comodidad y fluidez. Una vez comienzan a tomar la escena otros lenguajes escénicos, se puede ver el gran bagaje artístico que tiene el actor en sus diferentes facetas. Así transporta al espectador a ese universo personal y transmite a la perfección lo que desea con cada parte del espectáculo.
La vis cómica de Velasco es otro de los grandes puntazos de la pieza teatral, dado que lo adereza con una naturalidad exquisita y ese compadreo con los asistentes que hace que se entre de lleno en lo que está ocurriendo en escena. Además, no se limita a ejecutar con gracia y desparpajo sus diálogos, sino que la acompaña con una expresividad llena de humor físico, así como una gestualidad que aporta movimiento. También tiene ese aire de espectacularidad en el momento lipsync, cada vez más popular, así como en ese número de danza con “Sweet Dreams” de fondo, que es un auténtico frenesí de energía. Para quiénes conocen a Velasco, es una demostración, una vez más, de su gran talento y para quiénes lo habían visto solo a través de, por ejemplo, la televisión, es un descubrimiento absoluto y completo.
Receta del éxito
Uno de los aspectos más destacables de Sweet Dreams es la excelente puesta en escena, la cual no solo sirve para que puedan producirse esos encuentros artísticos, sino que cobra vida en varios momentos. Por ello, a diferencia de otras producciones, aquí hay un popurrí de acciones, pero todas ellas encuentran su espacio y no se comen unas a otras. Dicho de otra forma, no obstaculizan el significado visual, estético y narrativo entre ellas, sino que se complementan y consiguen que se forme una metáfora viva de la dificultad del trauma, del paso del tiempo, del amor propio... Todo ello conquista el patio de butacas, lo que muestra la efectividad de la propuesta al hacer sentir todos esos términos sin tener que utilizar la obviedad como camino y poder ilustrar ese maremoto hasta con forma abstracta.
Además, hay una construcción muy estética, atractiva. Un efecto hipnótico entre distintas partes que se refrescan con momentos más distendidos y genuinos. La dirección es excelente, ya que a pesar de hacer uso de la acción de diferentes maneras, sigue una estructura orgánica y fluida. Por lo tanto, el espectador transita por todas ellas, fascinándose por un lado y no pudiendo parar de reír en otras. Después, la escenografía es efectiva, con grandes artilugios, pero sin abusar de artificios. También hay que aplaudir la elección de vestuario y maquillaje, siendo de los elementos escénicos mejor escogidos y que más poso dejan en el montaje. La música luce cuando debe hacerla y la ausencia de ella también. En conclusión, una maravilla teatral, la calidad de esta propuesta es alta, siendo una auténtica joya que merece la pena disfrutar.
Conclusión
Sweet Dreams es una obra de teatro excelente, que escenifica a la perfección ese camino vital con una mezcla de lenguajes artísticos en armonía. Gracias a esa sensibilidad artística, el espectador navega por el universo de Alberto Velasco, esparciendo conexión y empatía. El humor es otro de los puntos mejor realizados, así como la sensibilidad, la cotidianidad y la realidad que conquistan el patio de butacas. Por otra parte, el trabajo dramático de Alberto Velasco es impoluto, extraordinario. La puesta en escena es espléndida, con un efecto cautivador que emociona e impresiona. Un espectáculo exquisito que desprende humanidad, hilaridad y pura sensibilidad. Sensacional.