Carmen Sánchez Molina escribe Tardes con Colombine, bajo la dirección de Juan Carlos Talavera. La obra se centra en la vida de Carmen de Burgos, periodista, escritora y activista de los derechos de la mujer perteneciente a la Edad de Plata española. Perteneció a la generación del 98 y se la considera la primera periodista profesional de España y la primera corresponsal de guerra. Durante el régimen franquista su nombre fue incluido en la lista de autores prohibidos y desapareció su obra de bibliotecas y librerías. Producida por Producciones La Culebra, se encuentra en el Teatro Nueve Norte los sábados de diciembre a las 19:30.



Tardes con Colombine

Crítica de 'Tardes con Colombine'

Ficha Técnica

Título: Tardes con Colombine
Título original: Tardes con Colombine

Reparto:
Carmen Sánchez Molina
Cristina Palomo / Luz Juanes

Duración: 70 min
Dirección: Juan Carlos Talavera
Dramaturgia: Carmen Sánchez Molina
Escenografía: Producciones La Culebra
Diseño de iluminación: Pablo Jaenicke
Diseño gráfico: Judith Rial
Ilustración: Paula Weinberg
Fotografía: Baroc Solla
Producción: Aitana Blanco
Género: Histórico
Productora: Producciones La Culebra

Tráiler de 'Tardes con Colombine'

Sinopsis de 'Tardes con Colombine'

Tardes con Colombine presenta a Carmen de Burgos, afamada escritora y feminista, que ha decidido enseñar a leer y a escribir a Dolores, portera del inmueble donde vive. Pero una fría mañana del 8 de diciembre de 1929, Carmen recibe una terrible noticia: su hija María, actriz, tiene una aventura con el que ha sido su amante durante los últimos veintiún años. Somos así testigos de una conversación privada entre dos mujeres, Carmen y Dolores, en las que podemos ver retratadas a las dos Españas de 1929. (LA CULEBRA PRODUCCIONES).



Tardes con Colombine
Foto de Producciones La Culebra

Revolucionaria sin pedir perdón

Es imposible no aplaudir el guion de Tardes con Colombine y la necesaria lección histórica que rescata de uno de los personajes más revolucionarios a la par que olvidados de España. A lo largo de su duración recrea a través de una dramaturgia muy elegante y visceral las distintas facciones que recorría la imagen de Carmen de Burgos. Es importante destacar el equilibrio entre la parte más personal, más íntima frente a la más reivindicativa e intelectual. Carmen Sánchez Molina ha sabido captar la personalidad de Carmen y encontrar los momentos claves para realizar un retrato verosímil y sin endiosar su figura. Esos claroscuros que se van viendo a lo largo de su vida, permiten al público conectar en todo momento con lo que ocurre en el escenario. Las palabras y las situaciones son tan cercanas como certeras. Pura verdad.

Además, no se limita a ofrecer una descripción en profundidad de su protagonista, sino que aprovecha para arrojar luz sobre la situación de la mujer española a principios del siglo XX. El contexto socio-cultural adquiere importancia, no solamente por cómo se enlazan las distintas relaciones de los personajes que aparecen en escena, sino también para crear ese símil con la sociedad actual. Le da a los asistentes la posibilidad de debatir si realmente se ha avanzado tanto o sigue siendo la sociedad heredera de un pensamiento heteropatriarcal. Las relaciones que nacen entre cada uno de los implicados tiene una candidez, aderezadas con cierto desgarro y humanidad que las elevan a un nivel superior. Germina la semilla de querer saber más sobre Carmen de Burgos y de una España en guerra con una pasión por el cambio de una herida todavía hoy abierta.

Foto de Producciones La Culebra

Sinceridad interpretativa

Las interpretaciones de Tardes con Colombine están a cargo de Carmen Sánchez Molina y Cristina Palomo. La primera, guionista y creadora de la obra, pone sobre sus hombros la dificultad de interpretar y mostrar al público la visión de Carmen de Burgos. Curiosamente, se ve esa emoción en su forma de actuar, cómo mastica las palabras, el sentimiento en sus movimientos y en su expresividad no verbal. Conoce a la perfección a su personaje y tiene esa fuerza y sensibilidad que consigue transmitirlo a todos los asistentes del teatro. Se deja la piel en la interpretación, sin necesidad de buscar el dramatismo puro y con cierta moderación. Una madurez sobre las tablas en la que se pueden ver esa energía y cariño hacia el personaje. Hay una vorágine sensitiva, que se ve bien mezclada con el rigor histórico.

Por otro lado, Cristina Palomo realiza un trabajo interpretativo muy activo y le permite jugar con el escenario y cada una de las escenas. Le da personalidad a todas las facetas que muestra y se convierte perfectamente en el vehículo que une a la ficción con las reacciones del público. Hay que subrayar que mientras se mete en las entrañas de Dolores, hay una mimetización con su personaje muy complejo. Lo que podría ser una interpretación sin matices, ni complejidades, lo lleva a otro grado y expresa con la mirada, la inocencia de la ignorancia y ese miedo interno ante la habladuría. Palomo sabe enseñar ese desasosiego y el prototipo de la mujer en España, de clase baja, de aquellos años. Brilla con ese personaje más que con otros. Igualmente, la conexión entre las dos actrices es increíble y se puede percibir la química entre ellas.

Foto de Producciones La Culebra

Entre cuatro paredes

La puesta en escena de Tardes con Colombine juega con el minimalismo de aprovechar el espacio, pero tiene un cuidado de los detalles que la hace magnífica y, sobre todo, perfecta para el relato que se va a contar sobre las tablas. El atrezzo que se utiliza recrea las vivencias de Carmen de Burgos y el significado que hay detrás de cada una de ellos. Además, son varios los elementos en escena que cobran vida y les permite dar ese ritmo dinámico y activo. Los personajes interactúan en todo momento con el escenario y lo que hay en él, por lo que se borra el efecto meramente decorativo y le da mayor sentido a todo lo que se ve. La puesta en escena transmite la esencia de la obra teatral totalmente: la simetría personal y profesional de Carmen y su entorno.

Luego, hay que destacar también la gama cromática predominante en la obra y que evocan un efecto en una nube de realismo y la amenizan. Las transiciones no son estáticas y no dificultan el ritmo de la obra, por lo que lo mantiene en todo momento con eficacia. Los fuera de escena adquieren notoriedad en partes de la escena, pero les permite expandir la acción que hay sobre las tablas y transportan al espectador a otros espacios. También hay que destacar la dosis de comedia, no es un humor básico, sino que hay una crítica mordaz detrás. Por último, el aspecto técnico de la iluminación, que realiza una función expresiva y ubica a los asistentes en todo momento. Una gran dirección de Juan Carlos Talavera, que se comprueba en su resultado global.

Tardes con Colombine
Foto de Producciones La Culebra

Conclusión

Tardes con Colombine es una obra muy elegante, inteligente y con una importancia social destacable. Un homenaje a Carmen de Burgos precioso y con una expresividad excelente. Lleva al espectador por todos los recovecos personales, profesionales y emocionales del personaje y de su contexto social e histórico. Las interpretaciones de Carmen Sánchez Molina y Cristina Palomo son sensacionales, tienen una frescura y una técnica interpretativa impresionante. La dramaturgia de Sánchez Molina es completa con los toques cómicos sin dejar la crítica en ningún momento. Una puesta en escena efectiva con una dirección de Juan Carlos Talavera extraordinaria. Un deleite que hará reflexionar al espectador sobre la lucha de la mujer antes y ahora.

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Diego Da Costa
Subdirector de Cinemagavia. Comunicólogo audiovisual por la UCM y Máster en Comunicación en la Red por la UNED. Miembro de EGEDA (Premios Forqué) e Ingeniero Audiovisual en Ricoh España. Co-creador de la compañía artística La Joie de la Colina. Como diría Elizabeth Taylor: "Las ideas mueven el mundo sólo si antes se han transformado en sentimientos".
tardes-con-colombine-critica-teatroEs una obra muy elegante, inteligente y con una importancia social destacable. Un homenaje a Carmen de Burgos precioso y con una expresividad excelente. Lleva al espectador por todos los recovecos personales, profesionales y emocionales del personaje y de su contexto social e histórico. Las interpretaciones de Carmen Sánchez Molina y Cristina Palomo son sensacionales, tienen una frescura y una técnica interpretativa impresionante. La dramaturgia de Sánchez Molina es completa con los toques cómicos sin dejar la crítica en ningún momento. Una puesta en escena efectiva con una dirección de Juan Carlos Talavera extraordinaria. Un deleite que hará reflexionar al espectador sobre la lucha de la mujer antes y ahora.

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