Gabriel Olivares, director teatral de obras muy conocidas como "Me gusta como eres" o "Burundanga. El final de una banda", realiza la adaptación de la obra teatral Tragedia española, con una versión de Ramón Paso. Thomas Kyd fue el autor del texto original, muy popular desde finales del siglo XVI. Supuso un nuevo género en el teatro inglés: la tragedia de venganza. TeatroLab ha sido la encargada de montar por primera vez en España el clásico de Kyd, con una adaptación que mantiene el libreto original, introduciendo elementos más actuales y cercanos al espectador.  Se estrenó de forma nacional, en España, el pasado 18 de octubre en Torrijos.



Tragedia española

Crítica de 'Tragedia española'

Ficha Técnica

Título: Tragedia española
Título original: The Spanish Tragedy

Reparto:
Silvia Acosta (Bel-Imperia)
Eduard Alejandre (Duque de Castilla)
Abraham Arenas (Don Andrés/Horacio)
Pablo Blanco (Pedringano/Virrey de Portugal)
Carmen Flores (Isabel, ministra de Justicia)
Asier Iturriaga (Baltasar, príncipe de Portugal)
Javier Martín (Rey de España)
Guillermo San Juan (Jerónimo)

Duración: 120 min
Dirección: Gabriel Olivares
Adaptación: Ramón Paso
Composición: Venci Kostov
Iluminación: Carlos Alzueta
Audiovisuales: Ricardo Rey
Diseño de escenografía: Marta Guedán
Vestuario: Mario Pinilla
Género: Tragedia
Producción: TeatroLAB

Tráiler de 'Tragedia española'

Sinopsis de 'Tragedia española'

La tragedia española de Thomas Kyd – el más castellano de los dramas isabelinos – se entremezcla con las intrigas y devaneos sexuales que tienen lugar en el palco presidencial de un conocido estadio de fútbol, durante un encuentro entre las selecciones de España y Portugal.

Don Andrés ha muerto en una refriega entre los ejércitos de España y Portugal, y ahora, desde el Averno, clama venganza, mientras el príncipe portugués, Baltasar, prisionero de los españoles, se conjura contra Horacio – amigo de Andrés y vencedor de Baltasar en combate – por lograr el amor de Bel-Imperia – prometida de Andrés y a su muerte, enamorada de Horacio – junto a Lorenzo, hijo de un grande de Castilla y hermano de Bel-Imperia. A traición, Baltasar y Lorenzo asesinan a Horacio cuando se daba cita con Bel-Imperia, al tiempo que ella es encerrada en una torre con la amenaza de no ser liberada hasta que acepte a Baltasar como marido. Isabel, Justicia del Reino de España, clama venganza y busca la ruina de los asesinos de su hijo. (TEATROLAB).



Foto de TeatroLAB

El partido de sus vidas

Ramón Paso ha sido el encargado de versionar la famosa obra de Thomas Kyd, bajo el nombre de Tragedia española. Bajo las órdenes de Gabriel Olivares, han hecho una revisión del clásico isabelino más castizo de la época. Mezclando elementos actuales como esa pasión desmedida por la Península Ibérica por el fútbol, siguen manteniendo la esencia del texto original. En ningún momento se pierde esa elevación del lenguaje y esa tensión de la tragedia tan característica del teatro inglés. Además, conserva con mucho gusto la inspección del Averno, de la muerte, de los espíritus, de la venganza. Sabe aprovechar el material inicial para estrujarlo y hacerla propia. Tiene personalidad, pero sin romper con la obra que representa. Es, por ello, que hay que subrayar la importancia de jugar con el texto, pero sin banalizarlo y quitarle esa musicalidad que se daba con las palabras de aquellos tiempos.

Sin duda, la historia es maravillosa y no ha sido una de las obras británicas más representadas en el mundo, a diferencia de William Shakespeare. Por lo cual, es una gran decisión llevar a los escenarios este texto tan enriquecido teatralmente. Asimismo, la modernización en la estructura del texto consigue adaptarlo a tiempos actuales, permitiendo que una parte del público menos acostumbrada al teatro del siglo XVI-XVII, pueda disfrutar de ella. La dosis de humor en pequeños frascos durante el montaje permite ser un punto de relajación para el espectador, dado que la pasión y la tensión en escena está muy bien planteado narrativamente. Esas pequeñas piezas de comedia permite evocar un abanico de sensaciones, sin excederse, por lo que crea un equilibrio sensitivo necesario. El poderío de la obra original sube a escena y atrapa al público hasta el final.

Tragedia española
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Desde el Averno, con amor

No se puede negar que Tragedia española seduce al espectador gracias al gran reparto que la forma. Todos los actores de la obra ponen la carne en el asador y transmiten unas energías que están a la altura del texto. Saben hacerlo de una manera individual, pero sin perder de vista a sus compañeros. Una naturalidad y una frescura con una fuerza escénica imponente.

Carmen Flores, conocida por "Mi querida cofradía" y "La reina del sur", deja huella en el escenario. Su lenguaje expresivo es brillante, la manera de mimar el lenguaje de Thomas Kyd, el sentimiento desgarrador... Flores realiza uno de los mejores papeles de la obra. Es una interpretación de las que emociona al público. Sobre ella recae el mayor peso dramático y lo borda de una manera espléndida. Silvia Acosta como Bel-Imperia no defrauda. Sensual, pero herida. Una víctima que se aleja de la tiranía y muestra gran fuerza en escena. Sin artificios y con un manejo del movimiento y la expresión muy destacables.

Abraham Arenas es un Don Andrés y Horacio remarcables, además de demostrar durante los distintos personajes que realiza, la gran versatilidad escénica. Una pasión en su trabajo actoral que transmite al espectador y le deja prendado. Pablo Blanco demuestra un trabajo de contención emocional a destacar. Interpreta dos polos opuestos como Pedringano y el Virrey de Portugal, los resuelve de una forma perspicaz. Se convierte en uno de los puntos de humor más importantes, quedándose en la retina del espectador. Lo mismo ocurre con Asier Iturriaga, enérgico y con una expresión más que cómica, pero sin perder el dramatismo de la obra. Natural y con un aura muy dinámica. Únicamente el acento en su Baltasar le falta algo de fluidez.​

Foto de TeatroLAB

Inesperada sorpresa

El reparto de Tragedia española se completa con Eduard Alejandre como el Duque de Castilla. Tiene una personalidad propia y un temperamento que, pese a no ser uno de los personajes principales, sus escenas poseen una garra interpretativa, importante para la tragedia. Luego, Javier Martín como el Rey de España, al igual que Blanco, transmite una pureza humorística que eleva su papel y equilibra la pasión del resto de personajes. Y por último, pero no menos importante, Guillermo San Juan como Jerónimo, hijo del Duque y hermano de Bel-Imperia. Socarrón, pícaro y con una identidad maliciosa que le convierte en el perfecto villano. Es una de las interpretaciones más activas y ofrece un resultado extraordinario. Por lo cual, todos los actores tienen una gran química sobre las tablas, provocando que el espectador quede impactado con lo ve en escena.

El montaje es una de las piezas principales para el excelente resultado que muestra la obra. Una mezcla audiovisual muy trabajada, centrada en los detalles y creando ambientes que provocan escalofríos en el espectador. El movimiento de la puesta en escena es bárbara, la iluminación elegida para cada momento está hecha a medida, dejando sin aliento al público con, por ejemplo, esas escenas en el Averno. El vestuario, la expresión del cuerpo y la coreografía crean un efecto pasional y muy atractivo. Saben retorcer la escena e ir hasta las entrañas del relato para crear una obra visual que podría hablar por sí sola. Los recursos dramáticos y expresivos brotan y se expanden por toda la sala. La música crea un fondo sonoro que mece toda la energía que se desprende en el escenario, alimentando la experiencia sensitiva de los espectadores. Una obra técnica original y que merece la pena ver.

Tragedia española
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Conclusión

Tragedia española es una obra teatral que rescata las palabras de Thomas Kyd, a través de Ramón Paso y la dirección de Gabriel Olivares y la convierte en una obra con personalidad y fuerza. Respeta la esencia original y mantiene el texto con esa musicalidad y potencia que hay en el teatro isabelino. El reparto coral es brillante, tienen una química y energía que desborda el escenario. Están soberbios y se meten de lleno en la obra. Un montaje muy interesante, que mezcla elementos culturales actuales como el fútbol con la propia tragedia, pero de una manera muy elegante. Es una obra teatral que impacta y no deja indiferente al espectador. Queda seducido de forma sensitiva y le deja sin aliento hasta el final de la obra. Una pasión con la que es imposible no disfrutar.

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