"We Will Rock You": Música y rock'n'roll

We Will Rock You está ambientada en un futuro distópico en el que la individualidad es perseguida. Killer Queen es la responsable de una sociedad en la que la música, y cualquier otra forma de creación artística, está prohibida.

Solo algunos rebeldes desafían la represión mientras esperan la llegada del Soñador, Galileo, un líder que hará posible el regreso de la música a través del rock y jugará un papel decisivo para restablecer la libertad. (GRAN TEATRO PRÍNCIPE PÍO). 

Buscando su estilo

Después de 20 años regresa We Will Rock You a los escenarios españoles, en esta ocasión, de mano de Queen, Luis Álvarez y Tribeca Theatrical Productions. Este espectáculo fue todo un fenómeno durante principios del 2000 en el Reino Unido. Nuevamente, con el furor del éxito que están teniendo la revisión de los clásicos de siempre, se pone sobre las tablas esta aventura futurista, con la música de Queen como telón de fondo. No obstante, el guion se adapta a tiempos actuales, con una renovación de las referencias populares a las que se hace mención. Esta versión adopta un humor que encaja dentro de la idiosincrasia española. Por otra parte, hay que valorar que el concepto del show esta bien planteado, con una crítica social hacia el sistema de consumo rápido de la cultura y los fenómenos musicales que suceden en la actualidad.

Por tanto, esta idea goza de un buen recibimiento entre el público, sobre todo, por los tintes realistas que ya se viven en estos momentos. Asimismo, transporta a ese universo de ciencia ficción, permitiendo que el espectador navegue en un estilo que no es habitual en la cartelera teatral. Por lo cual, tiene varios ingredientes para ser una propuesta muy interesante. Sin embargo, la ejecución no obtiene la misma brillantez que su origen. Para comenzar, se echa mano del chascarrillo en exceso, perdiendo su gracia en cada reiteración que sucede. Después, invade a la obra un carácter familiar apabullante, lo cual sería plausible sino optará luego por una comedia sexual demasiado explícita para todos los públicos. En consecuencia, se pierde en encontrar su tono y su público objetivo, causando extrañeza y falta de concreción.

Una aventura futurista

Xavi Melero es el encargado de liderar esta aventura futurista, metiéndose en la piel de Galileo. En primer lugar, hay que destacar el gran carisma que muestra sobre el escenario. Desde la manera de moverse hasta la interpretación que realiza en cada número musical señalan las capacidades escénicas del actor. Por tanto, se convierte en un perfecto maestro de ceremonias. Por otra parte, Anabel García comienza con una energía arrolladora, pisando fuerte el escenario y poniendo toda la carne en el asador. Gracias a esa fuerza, se convierte en una perfecta partenaire. Aun así, ese dinamismo va disminuyendo a lo largo de We Will Rock You, aunque nunca se pierde del todo. Por ende, podría dosificar todo el torrente con el que empieza para ir levantando cada una de las partes a las que debe hacer frente. Después, Livia Dabarian tiene una esencia atrayente, que usa a su favor.

Iván Herzog y Cristina Rueda realizan dos interpretaciones que lucen en la escena, con una alegría y picardía en sintonía con el carácter de la obra. Gracias a ello, se convierten en un perfecto alivio cómico, además de ser el nexo de unión perfecto entre ambos mundos presentados en la pieza teatral. Después, Manuel Ramos comienza arramplando sobre las tablas, lo que muestra la capacidad enérgica que tiene. Sin embargo, durante el final del espectáculo, no termina de encontrar su espacio y termina viéndose opacado por sus compañeros. Por último, David Velardo se extralimita en las dosis de dinamismo con las que adorna a su personaje. En consecuencia, provoca una imagen algo enconsertada, lo que no le deja aportar una visión más verosímil de su personaje. Por ende, podría controlar más esa locura que pretende compartir.

Queen como telón de fondo

Gran Teatro Príncipe Pío acoge uno de los éxitos musicales de todos los tiempos, renovando la puesta en escena con los aires renovados de la tecnología actual. Este montaje de We Will Rock You se plantea desde un despliegue técnico de alto nivel, lo que demuestra las capacidades que presenta la producción. Desde el uso de unos LEDs pronunciados, junto a las grandes pantallas que adornan la escena, también se combinan con parte de la esencia del musical original. Esa estética punk rock no podía faltar al hablarse de este espectáculo. Por lo tanto, el resultado, analizado meramente desde un prisma visual, es atractivo y llamativo. Con lo cual, es un aliciente de cara a introducir a los espectadores dentro de este universo futurista. Asimismo, se valora la elección de los visuales y de la gama de colores, que provocan un efecto rompedor dentro de la escena.

Por otra parte, la labor de vestuario es de aplaudir, dado que pasa de lo sencillo se lo estrambótico de una manera coherente. Únicamente, podrían haber ido un paso más allá en el diseño de Killer Queen, el cual tiene un acabado vistoso, pero le falta un golpe de efecto más magnánimo. Después, la selección musical mantiene la frescura de los éxitos de Queen, con un hilo musical acertado. No obstante, en la función del 5 de noviembre, hubo un mal ajuste en los volúmenes de la mezcla y la voz de los intérpretes. En consecuencia, se oía más el instrumental que a los artistas, lo que dificultaba la escucha. Asimismo, el ritmo, aunque es agradable, no termina de arrancar con todo el potencial que demanda el propio carácter del musical.

Conclusión

We Will Rock You tiene todos los ingredientes para ser un auténtico show musical. Sin embargo, el uso excesivo del chascarrillo cómico y la ausencia de un tono claro hacia su público objetivo, termina por obtener un resultado tibio. Aun así, mantiene el entretenimiento gracias a su despliegue artístico y técnico, donde hay una puesta en escena atractiva, con una realización de gran nivel lleno de colores, tecnología y efecto. Por otra parte, el reparto realiza una labor notable, con un carisma y una socarronería destacables. Una versión del clásico que, al igual que sus orígenes, necesita madurar en su proceso narrativo.

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