"Whitehorse, Canadá": Verbalizando un deseo universal

Whitehorse, Canadá es la historia de Alonso. Alonso quiere desaparecer. Abandonar su ciudad, irse lejos para siempre. Darse la oportunidad de empezar de cero para vivir mejor y más plenamente. Su deseo es abrirse a una nueva vida, aunque le cueste renunciar a su trabajo, a su familia y a sus amigos. Su destino será Whitehorse, una ciudad del noroeste de Canadá, en la que su madre vivió de joven. Cuando decide iniciar ese camino sin vuelta atrás y comienza a despedirse se da cuenta de que cambiar de vida no es tan fácil como pensaba… (NAVE 73). 

Un lugar en el mapa

Según el libro Guiness de los récords, Whitehorse es la ciudad con menos contaminación atmosférica del mundo. Se fundó a finales del S. XIX con la fiebre del oro y es la ciudad más grande al norte de Canadá. Alonso, el protagonista de Whitehorse, Canadá , recuerda las historias que le contaba su madre de aquel lugar mágico donde todo era posible. Recuerdos que se mezclan con los sueños, con la imaginación y con la necesidad de encontrar un lugar identitario. La huida hacia delante tras revisar el presente y, sobre todo, el pasado. O quizás es una huida hacia atrás, hacia un lugar imaginario que conociste de niño a través de los relatos de una madre novelera y vivaz.

Juan Jiménez Estepa se adentra (y nos adentra) de nuevo en la crisis de los 40 y la necesidad de un cambio de vida. En este caso, no se trata de recuperar el tiempo perdido (como ya nos mostrara en “Cuando sea mayor”) sino de huir, física y emocionalmente, a un lugar lejano para construir otro futuro. Alonso, interpretado notablemente por Carlos Algaba, ha construido esa otra vida en su cabeza y quiere ponerla en marcha cuanto antes. Una vida que solo será posible si rompe todos sus vínculos presentes. Romper con todo para empezar de cero, sin embargo, puede ser muy doloroso, entonces ¿qué sentido tiene?

Los sueños y las renuncias

En escena pueden verse repartidos unos cuantos troncos a modo de asientos. Son suficiente escenografía para una obra que se pone el foco en la historia y sus personajes. El texto transita por lugares que, sin dejar de ser comunes, exploran nuevos desafíos. La familia, la aceptación, la pérdida, la incertidumbre… pero Juan Jiménez Estepa no se olvida del humor. De otro modo, ciertas crudezas serían insoportables.

El elenco, formado por Elisa Berriozabal, Eva García-Vacas, Teresa Mencía y Patrick Martino, completa el protagonismo de Carlos Algaba y regala momentos entrañables, tanto en sus intervenciones individuales como de forma coral. Cada uno de ellos representa un vínculo diferente, un amarre a la vida de la que Alonso quiere huir. Aunque, según avanza la obra y va despidiéndose de ellos, nuestro protagonista va teniendo un poco menos claro que Whitehorse merezca la pena.

En el teatro no hay solo una historia, sino una por cada personaje y otra por cada asistente al patio de butacas. Por eso es tan inabarcable y se dice siempre que está vivo, porque la historia no se agota en cada función, continua y se expande a muchos lugares como fuerza polinizadora.

Conclusión

Cambiar de vida, romper con todo, empezar de cero. Esa es la premisa de la que parte el director para contarnos la vida corriente de gente corriente, pero no por eso menos extraordinaria.

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