Tras alguna dificultad a causa del comienzo de la pandemia, el cortometraje Amianto ha resultado ser un éxito rotundo allá donde ha ido. Cuando aún era un proyecto, fue el ganador del VIII Certamen de Cortometrajes de la Villa de Coslada. A este empujón se añadió el premio del Festival Cinema Jove y del Proyecto Corto de Movistar+. Gracias a ello, Javier Marco y su equipo convirtieron el proyecto Amianto en una realidad.



Amianto

Crítica de 'Amianto'

Ficha Técnica

Título: Amianto
Título original: Amianto

Reparto:
Sonia Almarcha (Noelia)
Patxi Freytez (Pedro)

Año: 2021
Duración: 13 min
País: España
Dirección: Javier Marco
Guion: Belén Sánchez-Arévalo
Fotografía: Fran Velázquez
Género: Drama
Producción: Langosta Films

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Tráiler de 'Amianto'

Sinopsis de 'Amianto'

Amianto muestra cómo la verdad de la vida de una pareja que subsiste vendiendo chatarra, se revela cuando, en uno de sus viajes al vertedero, encuentran un viejo disfraz de erizo cubierto de amianto.



Amianto
Foto de Langosta Films

La base es un buen equipo

El anterior cortometraje de Javier Marco, A la cara, del que puedes leer nuestra crítica aquí, consiguió la friolera de tres galardones en los Premios Fugaz y, como colofón, el Goya a Mejor cortometraje de ficción. Amianto ha conseguido ocho nominaciones en los Premios Fugaz, que incluyen guion, dirección y Mejor actor para Patxi Freytez.

Como es habitual, Javier Marco ha formado equipo con su pareja, la guionista Belén Sánchez-Arévalo. El trabajo de Belén como guionista ha sido premiado en anteriores ocasiones en el Festival de Cine Internacional de Almería y el Festival de Cine Ibérico de Badajoz entre otros. Actualmente, ambos se encuentran en la posproducción de su primer largometraje, Josefina, del que estaremos pendientes. En Amianto, una vez más, este tándem consigue un resultado de calidad que solo una buena conexión creativa puede conseguir.

Langosta Films
Foto de Langosta Films

El disfraz de Amianto

Amianto es un cortometraje de 18 minutos de duración que el espectador disfrutará desde una cierta intimidad. Le llevará, por momentos, a construir su propia historia de trasfondo. Poco sabemos de sus protagonistas, aunque visualmente cazamos pistas al vuelo. Con el vestuario y la puesta en escena cuidados al detalle, vislumbramos la desidia y la tristeza que les acompaña. Percibimos el sobrevivir, sin demasiadas ganas, con lo poco que la vida les brinda. Un mobiliario sin armonía y una decoración prácticamente nula dicen mucho más de lo que parece.

Con forma de ajado disfraz que irrumpe en sus vidas, el fantasma de la desilusión y la derrota les rodea. Un disfraz pesado, de difícil manejo al que el amianto devora poco a poco como la tristeza devora al alma. Una metáfora bien estructurada que da vida a las cosas que nunca se dijeron, las experiencias que no se vivieron y la ilusión perdida o quizás nunca encontrada.

Langosta Films
Foto de Langosta Films

Los dos rostros de Amianto

Patxi Freytez, nominado al Premio Fugaz como mejor actor, ofrece una interpretación corporal comedida y llena de naturalidad. Su expresión facial consigue mostrarnos a un hombre que simplemente sobrevive un día tras otro, apagado, resignado, más triste que malhumorado. Patxi sabe medir sus movimientos para transmitir la oscuridad que rodea a su personaje sin despertar antipatías.

Como guinda, Sonia Almarcha repite con Javier Marco tras "A la cara", cortometraje que le valió un galardón en el Festival de Cine de Málaga. Almarcha nos regala tres minutos de monólogo interpretado con una solemnidad pasmosa. Al igual que ocurre con Freytez, su personaje se adueña de ella, moldeando su expresión, tomando su voz pausada y derrotada en Amianto. Tan diferente del personaje que interpreta en "A la cara", es de disfrute general observar cómo Sonia casi parece dos personas de apariencia muy distinta.

Amianto
Foto de Langosta Films

Conclusión

Amianto es una historia en particular rodeada de emociones por desgracia demasiado generalizadas en nuestra sociedad. Vemos este cortometraje desde una visión muy analítica ya que nos da la libertad de partir de nuestra propia interpretación. Un desencadenante en apariencia sencillo nos conduce a la búsqueda de pistas. Nos sentimos invitados a elucubrar nuestras propias teorías alrededor del disfraz mientras nos lleva de forma sibilina a una reflexión personal. Sin apenas respuestas, elipsis o desenlaces mostrados, desciframos con facilidad el mensaje que se nos quiere dar. Aunque la moraleja, de haberla, corre de nuestra cuenta.

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