Avatar (2009) fue dirigida por el director canadiense James Cameron más de una década después del estreno de ‘Titanic’ (1996). En esta ocasión, Cameron nos narra un fragmento de la historia de Pandora, planeta en el que un grupo de humanos irrumpe en busca de un mineral muy valioso. A través de los ojos de su protagonista, Jake Sully, nos adentraremos en el alma de Pandora, además de poder conocer en profundidad cada especie que habita en ella.



Avatar (2009)

Crítica de 'Avatar (2009)'

Ficha Técnica

Título: Avatar
Título original: Avatar

Reparto:
Sam Worthington (Jake Sully)
Zoë Saldana (Neytiri)
Sigourney Weaver (Doctora Grace Augustine)
Stephen Lang (Coronel Miles Quaritch)
Joel David Moore (Doctor Norm Spellman)
Michelle Rodriguez (Trudy Chacón)
Giovanni Ribisi (Parker Selfridge)

Año: 2009
Duración: 162 min. (versión original)
País: Estados Unidos
Director: James Cameron
Guion: James Cameron
Fotografía: Mauro Fiore
Música: James Horner
Género: Ciencia ficción. Acción
Distribuidor: 20th Century Fox

Filmaffinity

IMDB

Tráiler de Avatar (2009)

Bonus track

Banda sonora completa de Avatar (lista de canciones dentro de la descripción):

Sinopsis

Una aventura épica creada con una nueva generación de efectos especiales, nos lleva a un espectacular nuevo mundo más allá de nuestra imaginación donde un héroe inesperado se embarca en un viaje de autosalvación y descubrimiento mientras lidera una heroica batalla para salvar una civilización...

Dónde se puede ver la película en streaming



Tarde o temprano, siempre hay que despertar

Los primeros instantes de Avatar sobrevuelan una inmensa selva acompañada de la voz en off de Jake Sully (Sam Worthington), nuestro protagonista. En sus palabras, nos deja claro que se encuentra en un hospital de veteranos, con lo que descubrimos que es militar. También que está herido gravemente porque, según él, un agujero le atraviesa la vida. Y soñando que volaba, que era libre, menciona que, tarde o temprano, siempre hay que despertar.

La selva se desvanece y vemos el rostro de Sully, que ha despertado en el interior de una nave que le ha llevado hasta el planeta Pandora. En total, seis años en los que ha viajado criogenizado con una misión muy particular. Su hermano gemelo, Tom, debía ser quien realizara el viaje, pues había sido entrenado para el programa Avatar. Sin embargo, una semana antes de embarcar fue asesinado durante un atraco. Al poseer una genética idéntica, y debido al dinero que habían invertido en su preparación, le propusieron a Jake asumir el contrato de su hermano, algo a lo que accedió.

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Copyright Twentieth Century Studios España

Ya no están en Kansas, están en Pandora

A su llegada a Pandora acudirá a una charla nada motivadora del coronel Miles Quaritch (Stephen Lang). La manera en que Cameron nos presenta al coronel se lleva a cabo en tres sencillos planos detalle. Primero, las botas militares, impolutas; después, una pistola en su cartuchera y, por último, cicatrices de las garras de un animal en el rostro. En la charla, el coronel nos dará a conocer la existencia de los Na’vi, una raza humanoide que habita el planeta. Además, añade a su discurso las armas que utilizan, arcos y flechas, y lo resistentes que llegan a ser gracias a las características de su anatomía.

Seguidamente, Jake conocerá al que fuese compañero y amigo de Tom, el doctor Norm Spellman (Joel David Moore). Norm es un científico que, al igual que su hermano, ha realizado el entrenamiento necesario para llevar a cabo el programa Avatar.

Finalmente nos presentan a la doctora Grace Augustine, interpretado por la genial Sigourney Weaver. Nada más abandonar la cabina, donde estaba conectada a su avatar, decide pedir un cigarro. Su carácter es airado, quizá algo tosco para los que están a su alrededor, en especial con Jake. Augustine esperaba a su hermano, y el Sully que tiene delante es militar, los cuales no soporta, y que para más inri carece de todo conocimiento del programa.

En Pandora, por un lado, los militares se encargan de proteger los intereses económicos de la RDA con el fin de extraer el unobtanium, un mineral que vale millones. Por otro, la doctora Augustine y los avatares, creados mezclando el ADN humano con el de los Na’vi, buscarán establecer contactos pacíficos con los habitantes de Pandora y continuar conociendo sus costumbres.

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La voluntad de Eywa

El programa Avatar cambiará para siempre la vida de Jake, comenzando por la posibilidad de volver a caminar. No habrá realizado ningún curso de entrenamiento, pero enseguida muestra la capacidad necesaria para tomar las riendas de su nuevo cuerpo desde el primer momento.

El coronel, al saber del estatus de marine de Sully en el pasado reciente, hablará con él para llevarle a su terreno. Tratará de hacerle entender que debe lograr que los Na’vi, los salvajes como él los llama, colaboren con ellos. O, por el contrario, darles donde más les duela. Aquí queda más que claro el ideal de Quaritch de que el fin justifica cualquier medio, sobre todo si conlleva utilizar algo de munición.

En una de las incursiones a la selva, de Agustine y su grupo, Jake tendrá que huir de uno de los animales más mortíferos de Pandora: el Thanator. Una vez ha logrado eludirlo, se verá sumido en la noche, obligándole a sobrevivir con una simple antorcha prendida. Y mientras Sully camina en la oscuridad, oculta en las sombras, Neytiri (Zoë Saldana) se prepara para acabar con la vida del invasor.

Pero justo antes de soltar su flecha impregnada con veneno, una semilla de Eywa, la deidad de Pandora, se posa en el extremo de dicha flecha. De este modo, decide retirarse y renunciar a su ataque. Neytiri sabe, en ese preciso momento, que aquel que se hace pasar por uno de los suyos ha sido elegido por Eywa por alguna razón que desconoce. Por ello, su principal objetivo debe ser el de protegerle de cualquier peligro, algo que cumple poco después al abatir varias criaturas que le acorralaban.

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El fuerte se aprovecha del débil

Aquí entra en juego una parte importante para comprender mejor varios aspectos del personaje que encarna Sam Worthington. En la versión extendida de Avatar iniciamos la película con una presentación diferente de Jake Sully. En ella, le vemos en silla de ruedas transitando por una megalópolis al más puro estilo ‘Blade Runner’. Un lugar colmado de acero, cristal, luces de neón y miles de personas por las calles donde nadie conoce a nadie.

Jake ha dado su vida por una causa, y ahora es invisible ante todo cuanto le rodea. Apenas tiene dinero para salir adelante, y no dispone del suficiente para arreglarse la columna, pues no es más que un veterano. Además, la ciudad, su propio planeta parecen haberle dado de lado, quizá llegando a susurrarle al oído que se marche, que allí es un extraño.

Al cabo de unos segundos descubrimos el auténtico espíritu de Jake cuando, tomando algo en un bar, observa a un desgraciado golpeando a una mujer. El propio Jake dice que el fuerte se aprovecha del débil, y que nadie mueve un dedo por nadie. Sin embargo, decide acercarse con su silla de ruedas y tumbarlo con un gesto. Y aunque haya hecho algo digno de aplauso, los vigilantes de seguridad del bar deciden echarle al callejón de atrás, silla de ruedas incluida. Es allí donde se le acercarán dos hombres para informarle de la muerte de su hermano.

Estos pocos minutos extras, que no se incluyeron en la versión original, son sin duda esenciales, pues marcan a fuego el alma de Sully, su forma de ser. Así es como, sumado a la huida y lucha que lleva a cabo en la selva de Pandora, poco antes de conocer a Neytiri, Eywa le escogerá para liderar la guerra frente a los auténticos invasores.

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Los Na’vi: clan Omaticaya

En Pandora habitan diversos clanes influenciados por la zona del planeta donde habitan. En cierto momento de Avatar descubrimos varios de ellos. Sin embargo, el que nos preocupará durante la película es una tribu de los bosques: los Omaticaya. Debido al asentamiento de los humanos a la hora de extraer el mineral, los avatares que controlan, tanto Augustine como su equipo, disfrutan de un aspecto idéntico al de esta tribu.

De aire felino, su piel viste de una tonalidad azul de diferentes intensidades. En su rostro se dibujan varios puntos que se iluminan con la llegada de la noche. Como bien explica en su discurso Quaritch, su esqueleto está reforzado con una fibra de carbono que generan de forma natural, haciéndolos muy resistentes. Y, si observamos bien, veremos que poseen cuatro dedos en cada mano.

Como curiosidad, fíjate la próxima vez en la manera en que los Na'vi sujetan los arcos y tensan las flechas. Como curiosidad, durante la creación del aspecto de los Na’vi se llevaron a cabo decenas de diseños. Pero lo que Cameron quería era que los personajes que iban a tener sus avatares conservaran parte del físico del intérprete, que no se perdiera en la transformación.

Los Omaticaya no soportan a los invasores, alienígenas como llegan a llamar a Sully cuando Neytiri lo presenta ante el jefe del clan. Y aunque los miembros de la tribu han aceptado que la doctora Augustine les de clases de inglés, les muestren sus propias costumbres, hay quienes se resisten. Uno de ellos es Tsu’tey (Laz Alonso), que se niega a quedarse de brazos cruzados para ver cómo un invasor, no solamente le arrebata a su prometida, sino que hace lo posible por escalar posiciones para acceder al liderazgo del clan.

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La red de Pandora

Durante la película vamos descubriendo que Pandora es mucho más de lo que puede apreciarse a simple vista. Si de por sí es un lugar con una riqueza inmensa en cuanto a especies, tanto de fauna como de flora, existe una red que conecta cada ser del planeta. La doctora Augustine lo sabe porque, además de llevar a cabo sus investigaciones, ha tenido tiempo de conocer a los Na’vi, sus costumbres, su cultura y lugares sagrados.

Sin ir más lejos, los propios avatares utilizan idénticas formas de conectar con los animales que los Na’vi usan para desplazarse, ya sean terrestres o aéreos. Es ese tipo de conexión, de unión entre jinete y bestia, la que los lleva a permanecer juntos bajo cualquier circunstancia, a sentir lo que el otro siente o piensa. Una suerte de doma gracias a las colas neuronales que portan los miembros de los clanes y los propios animales.

Pandora y la red de conexión entre sus seres vivos no es tanto una religión para sus habitantes. Al contrario, pues la religión requiere de fe y Pandora muestra cómo es de forma tangible. Para ello disponen de lugares como el Árbol de las Voces, donde poder escuchar las plegarias del pueblo y los susurros de los antepasados.

O el Árbol de las Almas, su vía directa con Eywa, su deidad, y a la que Jake suplicará ayuda en los momentos más sombríos del pueblo Omaticaya. Aunque quizá esta parte sí que requiera un salto de fe, pues en palabras de la propia Neytiri, Eywa no toma nunca partido.

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James Cameron: de los océanos al espacio

El director de éxitos como ‘Terminator 2: el juicio final’ (1991) o ‘Mentiras arriesgadas’ (1994) era un gran dibujante de pequeño. Si a su destreza con el lapicero le sumamos el entorno donde creció, y una gran imaginación, obtenemos una serie de mundos y seres para asentar las bases, por ejemplo, de Avatar.

James Cameron escribió una suerte de guion allá por 1995, al tiempo que se encontraba rodando ‘Titanic’, y algunos de quienes lo leyeron le dijeron que estaba loco. Entonces, se lo mostró al productor Jon Landau, que lo identificó enseguida, por su formato, como una pequeña novela que terminó por gustarle. Sin embargo, la tecnología necesaria para llevarla a cabo aún no existía, o no había evolucionado lo suficiente, de ahí las impresiones de los primeros que leyeron el guion.

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La rebelión de las máquinas (I)

Para que Avatar llegara al mejor de los puertos, Cameron tuvo que atravesar más de un desierto en forma de tecnología que aún debía ser creada. Por tanto, para darle forma a la idea que había germinado en su cabeza, el propio director canadiense inventó un sistema de cámara virtual llamada Simulcam.

Este sistema consiste en una combinación de cámara acompañada de un monitor. La diferencia reside en que, en dicho monitor puede incorporarse un escenario completamente virtual mediante un software generado por ordenador. De este modo, el director posee total libertad de movimientos.

Es decir, que si Cameron girara sobre sí mismo 360º, observaría en su monitor cómo a su alrededor surge un escenario completo como si realmente estuviese en el interior de la selva de Pandora. Eso le ayuda, no solo a rodar en cualquier lugar sin necesidad de tener a su disposición un croma gigante, puesto que ya se ha generado previamente todo el entorno de la escena. También le permite añadir uno o varios actores mientras está rodando, e incluso, a realizar tomas aun cuando no haya nadie del elenco presente en la filmación de la escena.

Porque, al igual que con los escenarios, cada intérprete ha realizado previamente su trabajo, por lo que puede añadirse a la escena en cuestión. Así puede planificar desde distintos ángulos, volver a grabar una toma, además de permitirle poder adelantar los plazos en el plan de rodaje. Finalmente, todo se unifica de manera imperceptible e indistinguible entre lo real y lo generado por ordenador.

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La rebelión de las máquinas (II)

Un segundo sistema es el denominado Fusion 3D, creado por el director de fotografía Vince Pace. Durante siete años trabajaron mano a mano, tanto Pace como Cameron, y fue justo al llegar el rodaje de Avatar cuando lo perfeccionaron. De hecho, el director canadiense ya lo había utilizado en su documental ‘Ghosts of Abyss’ (2003).

El sistema consta de una cámara compuesta por un divisor de haz de luz y varias lentes, dejando a un lado la idea de aunar dos cámaras tratando de imitar la visión humana. Así, este sistema permitía, por ejemplo, poder elegir la profundidad a medida que te acercabas o alejabas de la escena. Este sistema fue utilizado posteriormente en multitud de películas, como ‘Tron: Legacy’ (2010) o ‘Piratas del Caribe: en mareas misteriosas’ (2011).

Otra maravilla de la tecnología utilizada fue el ya clásico sistema de captura de movimientos, que consistía en una cámara de referencia que cada intérprete portaba y que enfocaba en sus rostros, llamadas Head Rake. El objetivo no era otro que captar cada gesto, cada mínimo movimiento de las facciones, teniendo un especial cuidado en los músculos en conjunción con los ojos y la mirada.

Cameron siempre pensó que esta era la parte más delicada de la cara, pues se había percatado de que en otras películas se generaba el llamado efecto de ojos muertos. Digamos que es una especie de desconexión que el espectador genera al ver un personaje creado por ordenador, provocando que deje de tener simpatía por él y sacándole completamente de la película.

Por último, los sensores de movimientos adosados a los trajes de cada miembro del elenco. Este sistema tardó en ser perfeccionado del orden de dos años, con la intención de evitar que atenuara o aumentara las actuaciones de los intérpretes.

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Tú la letra, yo la música

En Avatar nos adentramos en Pandora, junto a sus habitantes, los Na’vi. Y como no podía ser de otra manera, debían poseer un idioma propio. Para ello, Cameron había avanzado un poco en dicha labor de creación, eso sí, sin hablar con lingüistas o expertos en la materia. Simplemente asentó los pilares en base a su experiencia con, por ejemplo, algunas lenguas polinesias, entre otras.

Fue así como llegó Paul Frommer, doctor en lingüística. De esta manera, Frommer tiró del hilo ya conformado por Cameron para componer el grueso del lenguaje Na’vi, muy característico por el chasquido de la lengua que se produce en determinadas palabras.

Para la música, Cameron contó con el compositor James Horner, generador de emociones para el cine donde los haya. Le pidieron crear música para un mundo que no existía, y para ello, debía ser raudo. Ciertas partes de la partitura tenían que estar listas antes de rodar ciertas escenas, que se realizarían mediante captura de movimientos, pues en ellas se tocaban diversos instrumentos musicales.

El compositor llevó a un musicólogo étnico para recopilar sonidos. Además, el equipo de la película diseñó hasta 15 instrumentos que los Na’vi pudieran usar. Su idea era combinar sonidos étnicos en una banda sonora tradicional. Para que así fuese, Horner le pidió a Frommer que le facilitara un listado de consonantes y sílabas para poder utilizarlos en las voces de las canciones.

Horner había trabajado con Cameron en dos ocasiones previas: ‘Aliens, el regreso’ (1986) y ‘Titanic’ (1997). De hecho, fue nominado para los Óscar en las tres películas, llevándose finalmente la estatuilla con su música para ‘Titanic’. Por mi parte destacaría ‘The bioluminiscence of the night’, con el leitmotiv más reconocible, además de los casi diez minutos de ‘War’, toda una montaña rusa de sensaciones.

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Para no pestañear

  • La llegada a Pandora.
  • La bioluminiscencia.
  • El aprendizaje de Sully.
  • Los rituales de los Omaticaya.
  • La llamada a los demás clanes.
  • Toruk.
  • Trudy Chacón (aparece poco, pero es vital cuando lo hace).
  • La música de James Horner.
  • Neytiry y Quaritch.
  • La batalla final.

Conclusión de Avatar (2009)

James Cameron hizo todo lo posible porque la película pudiera verse en cualquier sala, teniendo en cuenta la forma en que había sido rodada. Tanto fue así, que prepararon varias versiones, tanto en el sentido visual como en el formato. Así, fuera como fuese la pantalla, la productora tendría una versión personalizada para ella, pues querían que la experiencia fuese la mejor posible.

Admito que la primera vez que vi Avatar, nada más salir del cine, la realidad se me antojaba muy escasa. Y aunque llevaba mucho tiempo sin verla, salté de la butaca al comprobar que una de las escenas finales no era como yo la recordaba. Y esa escena no era otra que aquella en la que el personaje de Parker Selfridge (Giovanni Ribisi) se dirige a Sully y Neytiri: “Sabes que esto no ha acabado, ¿verdad?”. ¿Qué mejor forma de enlazar directamente con la segunda entrega de la saga?

Como pequeña reflexión, quizá lo más preocupante es que parte de su temática siga estando muy presente. ¿Cuándo hemos dejado de leer noticias relacionadas con alguna multinacional que, con tal de lograr sus objetivos, comete todas las tropelías del mundo? Arrasar un bosque, contaminar una playa, destruir un monte. Quizá algún día no nos quede más remedio que convertirnos en nuestros particulares Sully o Neytiri.

Hay quien dijo que Avatar es una historia que se nos ha contado miles de veces. Supongo que, el hecho de que se nos cuente una misma historia, con un argumento idéntico o parecido a otro, no significa que se tache de una lista y ya se deje de usar para siempre. Independientemente de ello, estaremos de acuerdo en dos cosas: que jamás se nos ha contado como lo hizo Cameron, y que esta película marcó varios hitos en la historia del cine.

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