Paola Matienzo dirige y escribe la obra de teatro Balcones (Variaciones sin final), una pieza que habla sobre las consecuencias sufridas por la COVID-19 en clave de comedia y humor ligero. Este título formó parte de la muestra Surge Madrid 2020, representada en la Sala AZarte. Después de su estreno, ha estado desde el 7 de noviembre en dicho espacio teatral, manteniéndose en cartel hasta el 12 de diciembre de 2020. Protagonizada por la propia Matienzo, también cuenta con Alejandro Tous en el elenco actoral.



Balcones (Variaciones sin final)

Crítica de 'Balcones (Variaciones sin final)'

Ficha Técnica

Título: Balcones (Variaciones sin final)
Título original: Balcones (Variaciones sin final)

Reparto:
Paola Matienzo 
Alejandro Tous 

Duración: 70 min. apróx.
Dirección: Paola Matienzo
Dramaturgia: Paola Matienzo
Producción: Producción AZarte

Tráiler de 'Balcones (Variaciones sin final)'

Sinopsis de 'Balcones (Variaciones sin final)'

Balcones (Variaciones sin final) nos presenta a dos personas que se conocen desde su balcón. Son épocas difíciles y poco más se puede hacer para estar en contacto con alguien que hablar con el vecino. Sus vidas se han detenido tanto en lo profesional como en lo personal y lo que comenzó como un castigo puede que empiece a verse diferente después de estos días que pasarán tan juntos como separados.

Teníamos pensado hacer una historia sobre la posibilidad, cuando todo se ha puesto del revés, de recuperar aquello que creíamos debíamos dejar atrás. Pero si hay algo que este año nos ha confirmado, es que las cosas no siempre salen como las planeamos. (SALA AZARTE).



Balcones (Variaciones sin final)
Foto de Sala AZarte

Experiencia pandémica

El año 2020 viene marcado por la grave crisis sanitaria mundial de la COVID-19. Lógicamente, no son pocos los autores que reflexionan en torno a las experiencias vividas durante la pandemia. Paola Matienzo aborda en Balcones (Variaciones sin final) la temática desde una visión más personal y positiva. Además, en este caso, no apuesta por únicamente ficción, sino que entremezcla el propio concepto del metateatro. Así desafía esa línea entre lo real y lo ficcionado, lo que le da un toque más fresco y coloquial a la pieza teatral. A lo largo de las situaciones que se muestran, varios espectadores se pueden sentir identificados por esas sensaciones en común. Sin duda, esta es una de las grandes bazas de la dramaturgia, que habla de lo que todos en algún momento han experimentado.

Al mismo tiempo, hay diálogos en los que se aprecia esa impersonalidad certera, con pensamientos más a fines al propio concepto de lo interior. A través de esa mirada particular va a una más general. De igual manera, las anécdotas y detalles que regalan a la audiencia intensifican esa ligereza y resultan simpáticos para el espectador. No es una obra que busca ir ante un significado más visceral, sino que quiere sacar lo positivo de lo traumático. Sin embargo, esa sencillez jocosa puede provocar una reacción malentendida por su manera de ejecutarse. Al hablar de episodios que exigen responsabilidad civil, al envolverlos en la gracia picarona, pueden sentirse como banalizados. Por lo que, hay espectadores que pueden sentirse violentados al simplificar aquellas acciones que son perjudiciales para la sociedad. Se sabe, perfectamente que no es intencionado, pero hay que tener cuidado con la gestión del humor.

Sala AZarte
Foto de Sala AZarte

El vecino de al lado

Desde el primer momento en el que se entra en Balcones (Variaciones sin final) se comprueba la presencia de sus dos protagonistas: Paola Matienzo y Alejandro Tous. Para comenzar, Matienzo es la principal maestra de ceremonias, conduciendo a los espectadores con soltura y alegría hacia estas vivencias tan personales. Hay varias escenas en las que se pueden ver cómo disfruta de su personaje, controlando la energía en todo momento. No obstante, toda esa luminosidad se ve amainada por una entonación vocal en la que se echa en falta mayor versatilidad. Aun así, sabe equilibrarlo con una energía vibrante, que se expresa más firmemente en su lenguaje corporal. Así, consigue mantener el nivel a lo largo de la obra y suplir algunas flaquezas que se presenta en su lenguaje facial, que no siempre alcanza lo que se propone.

Por otro lado, Alejandro Tous tiene soltura sobre la escena, no tarda en hacerse con el público y echar mano de su capacidad de galán para conectar. Ese planteamiento le viene como anillo al dedo, dado que se puede comprobar fácilmente la comodidad que presenta en él. Por lo cual, en varios momentos se transforma en un perfecto cómplice y provoca fácilmente las risas con el público. No es un papel que le exija un desempeño dramático excesivo, dado que se queda en un planteamiento que le permite lucirse en su espontaneidad y el colegueo que va emergiendo. Mediante esa forma de moverse en escena, inyecta de picardía la propia obra. Al final, lo más importante, es que se nota perfectamente que entre ambos hay una química profesional precisa, que ayuda al resultado final de la obra.

Sala AZarte
Foto de Sala AZarte

Entre lo real y la ficción

La visión de Balcones (Variaciones sin final), desde el principio, es tener esa ambigüedad entre lo que es real y lo que no. Por lo tanto, su puesta en escena se mueve entre los dos mundos. Mientras que hay atrezzo para contar la historia de los personajes ficcionados, luego no es difícil la ruptura de la cuarta pared con la iluminación, el uso de audiovisuales y la propia interacción con el público. Debido a ello, obtiene un aroma más sencillo, sacando todo el partido que pueden, para dejar una sensación agradable entre los espectadores. Lógicamente, esa combinación de realismo, lleva a compartir momentos que, aunque puedan no ser verdad, sirven para potenciar el ambiente hogareño que se requiere. Aun así, sigue siendo más importante el propio texto, ya que el desarrollo propio de los elementos en el escenario no exige una gran complejidad.

El punto donde se ve una realización más interesante y en movimiento son la iluminación y el espacio sonoro. En el caso de la iluminación, permite que sirva de guía para saber en qué momento se encuentra el personaje y cuál es el plano que está desarrollando en ese momento. Luego, por su parte, el espacio sonoro se muestra en una sintonía ya conocida por el gran público, hay partes donde se aprecia esa utilización de la música. No obstante, hay escenas en las que esos puntos musicales podrían simplificarse en el tiempo, ya que no tienen tanto peso como para justificar toda su presencia en el escenario. Para terminar, el ritmo es disfrutable, no se estanca y es una pieza teatral que conoce perfectamente sus intenciones y, por ello, se convierte en un entretenimiento apetecible.

Balcones (Variaciones sin final)
Foto de Sala AZarte

Conclusión

Balcones (Variaciones sin final) reflexiona sobre las consecuencias de la COVID-19, desde una visión más personal y cotidiana. Por lo cual, no va a una realidad más compleja, sino que parte de la luminosidad y la esperanza, de la vivacidad de las experiencias espontáneas. No obstante, hay que vigilar partes muy concretas, que podrían dar la sensación de banalizar acerca de la necesidad de la responsabilidad social. Por tanto, hay matices que todavía se tienen que pulir. Luego, el equipo de Paola Matienzo y Alejandro Tous es enérgico, en constante movimiento y un buen uso de la ruptura de la cuarta pared. La puesta en escena es sencilla, pero eficaz. La nueva normalidad adaptada a un escenario, que divierte por su juego entre verdad ficcionada o ficción realista.

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Diego Da Costa
Subdirector de Cinemagavia. Comunicólogo audiovisual por la UCM y Máster en Comunicación en la Red por la UNED. Miembro de EGEDA (Premios Forqué) e Ingeniero Audiovisual en Ricoh España. Co-creador de la compañía artística La Joie de la Colina. Como diría Elizabeth Taylor: "Las ideas mueven el mundo sólo si antes se han transformado en sentimientos".
balcones-variaciones-sin-final-critica-teatroReflexiona sobre las consecuencias de la COVID-19, desde una visión más personal y cotidiana. No va a una realidad más compleja. Hay que vigilar partes muy concretas, que podrían dar la sensación de banalizar acerca de la necesidad de la responsabilidad social. Hay matices que todavía se tienen que pulir. El equipo de Paola Matienzo y Alejandro Tous es enérgico, en constante movimiento y un buen uso de la ruptura de la cuarta pared. La puesta en escena es sencilla, pero eficaz. La nueva normalidad adaptada a un escenario, que divierte por su juego entre verdad ficcionada o ficción realista.

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