“El cuidador”: ¿Es posible la convivencia?

Harold Pinter, Premio Nobel de Literatura en 2005, escribió El cuidador en 1959. Es por lo tanto un clásico contemporáneo y una de sus mejores obras, también se la considera como una de sus obras con mejor funcionamiento comercial. El humor y la ironía circulan con comodidad en este texto que bebe mucho de la portentosa tradición de la comedia británica. De una manera sutil e intrigante, la obra va desvelando cómo detrás de la risa y la actitud de los personajes se descubre una crítica lúcida y humana a lo absurdo y crueles que pueden llegar a ser las circunstancias y condiciones de nuestra existencia.
(TEATRO BELLAS ARTES). 

Un clásico del siglo XX

Harold Pinter es uno de los dramaturgos más importantes del siglo XX. En 1959 fue galardonado con el premio Nobel de Literatura. Fue un hombre polifacético, que también trabajó como actor y como director y guionista de cine, con varias nominaciones a los Óscar en su haber.

El cuidador es un drama articulado en tres actos, en el que tres personajes, dos hermanos y un vagabundo, se ven obligados a convivir en un angosto apartamento. Se estrenó en el West End de Londres el 27 de abril de 1960 y no ha dejado de representarse en todo el mundo  a lo largo de las décadas.

Aston (Juan Díaz) es un hombre apocado que invita a un vagabundo a su apartamento. Davies (Joaquín Climent) resulta ser un individuo invasivo y racista, con una visión distorsionada de sí mismo. Pronto entra en escena el hermano de Aston, Mike (Álex Barahona), mucho más vivaz y emprendedor que el primero. En un principio Aston intenta ocuparse de las necesidades de Davis y lo nombra conserje del edificio. Sin embargo, Davis no es agradecido y pronto empieza a confabular con Mike. El cuidador pertenece así, dentro de la obra de Pinter, a las llamadas comedias de amenaza, donde se genera un clima de tensión a partir de una situación cotidiana.

Una convivencia claustrofóbica

Toda la obra tiene lugar en un espacio cerrado, el apartamento de los hermanos Aston y Mike. Pinter elaboró unas detalladas acotaciones en las que incidía en la acumulación desordenada de objetos. La escenografía, diseñada por Paco Azorín y Alessandro Arcangeli, apuesta por enmarcar el espacio en una caja vacía. Es a través de la ventana y de la puerta que los objetos invaden el interior. También del techo cuelga un cubo, que recoge el agua de las goteras. La escenografía adquiere así un valor simbólico en el que no estamos seguros de encontrarnos verdaderamente ante un hogar.

La adaptación de El cuidador opta por ubicar la historia en Madrid, mencionando muchos espacios familiares para los espectadores de la capital. Además se incluyen algunos gags, que aligeran el texto.

Conclusión

En El cuidador de Harold Pinter explora la naturaleza humana a partir de tres personajes, que adquieren una tremenda carga simbólica. La propuesta de Antonio Simón  acerca el texto a nuestra geografía y amplifica algunos elementos humorísticos. Joaquín Climent, Álex Barahona y Juan Díaz dan vida a los protagonistas en un espectáculo que no pasa de correcto.

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