"El Ventrílocuo": Todos somos Jaime

Jaime, “El ventrílocuo” siempre llega solo, se presenta solo, actúa solo y, desde luego, habla solo. Sin embargo, cuando él está en escena, una multitud de seres nos acompañan y las cosas, hasta las más insignificantes, toman la palabra: un trozo de papel, un verdadero circo de pulgas o un buitre leonado que canta Gospel.

¡Por primera vez, en el nuevo Circo Price, un espectáculo de ventriloquía!

En el antiguo Circo Price estuvimos acostumbrados a ver ventrílocuos como Los hermanos Wences y Felipe Moreno ¡Pero habían desaparecido! Ahora Jaime nos trae esta fiesta de la risa y la magia que es la ventriloquía. (¿serás capaz de pillarle moviendo los labios durante el espectáculo?).

Jaime Figueroa, que lleva años estudiando el arte de hacer reír mediante la ventriloquía, se ha propuesto actualizar esta técnica ancestral para acercarla al gusto y a la sensibilidad contemporáneas, sin renunciar por ello al rigor y la maestría. Y todo ello aderezado con su peculiar sentido del humor. Un espectáculo para la vista, pero sobre todo para los oídos, lleno de canciones y con música en directo de piano y violín. (TEATRO CIRCO PRICE). 

Jaime Figueroa, ventrílocuo

“Soy Jaime Figueroa, soy mago, cómico, idiota, ventrílocuo, cosas así… soy el hombre arte afín. Hago magia desde niño y la comedia llegó después. Es una fascinación brutal por ambas cosas”.

¡Por primera vez en el Price un espectáculo de ventriloquia! Así anuncia el Price este espectáculo de Jaime Figueroa y así lo recibe una servidora al entrar en el grandioso escenario del Circo Price, al que siempre da emoción volver. Cruzar las cortinas del teatro para entrar en la platea, o en cualquiera de las gradas, es como saltar al otro lado del espejo y entrar en el País de las Maravillas de la mano de Alicia. Y, para hacer la experiencia aún más mágica, el propio Jaime Figueroa se pasea entre las butacas saludando al público antes de dar comienzo la función. Lo hace de una forma natural y risueña, bromea, pero sin ofender y pregunta sin invadir, es como ese amigo al que hace tiempo que no ves, pero sabes que siempre está ahí para reconfortarte.

Jaime Figueroa crea un vínculo con los espectadores desde el inicio y de esta forma El Ventrílocuo se convierte en una experiencia mucho más emocionante. En escena, una violinista y un pianista amenizan el show desde minutos antes que dé comienzo. El público, algo impuntual, es, para compensar, devoto del artista, muchos son auténticos groupies del ventrílocuo, le siguen por todo Madrid y comentan a otros sus veleidades. Yo me sigo preguntando ¿quién es Jaime Figueroa? y él mismo me contesta dando luz a un espectáculo cargado de humor, música y creatividad.

“Cierra la boca”, le decían

Así empezó todo, nos cuenta Jaime, con esa frase que le decían su madre, su padre, sus profesores… y, claro, él cerró la boca, pero siguió hablando y hablando. Es solo que ya no era él, sino otro, a veces, otros. La esquizofrenia, nos dice, es lo que tiene. Puede ser divertida y puede ser el germen de una profesión o de un arte. El arte de Jaime Figueroa es el de la ventriloquia, ciertamente no mueve la boca ni un milímetro, pero también el del humor y es divertidísimo a la vez que entrañable. Es capaz de hacer varias voces casi al mismo tiempo, cantar a dos voces sin perder el ritmo de ninguna (y sin dejar de mover cuando toca la boca del muppet), interaccionar con el público y bailar claqué con una pulga que, por supuesto, habla.

También hace magia cómica. Uno de los momentos más divertidos del show irrumpe cuando se rompe el clima cálido de la música en directo y suenan a todo trapo las sevillanas al tiempo que aparece una iluminación de discoteca. La violinista y el pianista se marchan y Jaime se queda solo ante el peligro intentando lograr alguna ilusión decente al ritmo de sevillanas. Las carcajadas del público no mienten, Jaime Figueroa es un mago del humor.

Varios personajes protagonizan El Ventrílocuo: su yo del futuro, las pulgas (la que baila claqué y la que dimite), el príncipe de las tinieblas o el buitre. En un momento dado, aparece también el señor Wences, el ventrílocuo salmantino que triunfó en los Estados Unidos y que hacía hablar a sus personajes hasta en ocho idiomas. Un maestro para todos los ventrílocuos posteriores, incluido su sobrino José Luis Moreno.

Conclusión

Jaime Figueroa es ventrílocuo y en su espectáculo El Ventrílocuo se pregunta por qué se hizo ventrílocuo. No es un juego de palabras ni una redundancia, sino una forma honesta de presentar a este artista que, valga la redundancia, no solo es ventrílocuo, porque también canta y hace reír. Además, es Campeón Nacional de Magia Cómica en 2011 y más “cosas así” como dice él.

Vayan a verlo, vayan ya y no pierdan el tiempo que el mundo y nuestras almas necesitan espectáculos como este.

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