Desde Cinemagavia, hemos tenido el inmenso placer de charlar con Enrique Lavigne; uno de los productores cinematográficos españoles más importantes de estas últimas tres décadas, siendo en la actualidad todo un referente del cine español. A lo largo de esta charla, nos habla de diferentes cuestiones relacionadas con la labor de producción, de lo difícil que fue terminar de rodar “La abuela”, o de su fascinación por el western, entre otras cosas.
Resumen
- 1 Entrevista a Enrique Lavigne
- 1.1 Embarcarse en un proyecto
- 1.2 La heterogeneidad en su carrera como productor
- 1.3 Claves de un buen productor
- 1.4 Anteponer la película por encima de todo
- 1.5 'La abuela'
- 1.6 Incertidumbre por el parón del rodaje
- 1.7 Su fascinación por el western
- 1.8 Revival del western
- 1.9 La imposibilidad del cine fronterizo en España
- 1.10 Una brecha latente en España
- 1.11 Anécdotas
Entrevista a Enrique Lavigne
Daniel Jiménez / Cinemagavia: ¿Cuál es la labor que ejerce un productor? Y, ¿cómo te definirías como tal?
Enrique Lavigne: Decirlo desde mi mismo es muy complicado, prefiero que lo diga otro. En cualquier caso, el papel del productor va evolucionando a través del tiempo, dependiendo de cuál es la estructura industrial de cada país. En España o a nivel europeo en general, el productor es un empresario; por lo tanto, es independiente. En España mismamente todos los productores son independientes, porque prácticamente todo el cine es independiente. Sin embargo, desde la entrada de las plataformas de streaming, el productor ejerce un papel diferente; donde las plataformas y los estudios conciben como un encargo la labor que hacemos.
Por eso te digo, que la independencia en la que radica nuestro trabajo es positiva por un lado; ya que te libera de todas las cargas fiscales, de todos los problemas económicos que puedas padecer durante una producción y cercena la creatividad o el origen desde el cual quieres desarrollar esos proyectos. Esto último varía según el proyecto en cuestión, porque lo puedes desarrollar desde el impulso artístico del cineasta o desde la adquisición de una propiedad (ya sea una novela o una franquicia), que puede ir desde videojuegos hasta cualquier elemento creativo, que pueda trasladarse al cine.
Pero ya te digo, esa visión de productor que teníamos en antaño, ha ido cambiando y evolucionando a lo largo del tiempo; es decir, la imagen de productor que se retrataba por ejemplo en “Cautivos del Mal” con el personaje de Kirk Douglas, es muy diferente a la labor que ejerce hoy en día un productor cinematográfico. En definitiva, podemos describir la función del productor, como la de una persona que se encarga de conectar el mundo de la creatividad con el económico, pero también puede ser aquel que impulsa y desarrolla junto al talento un proyecto creativo; es decir, no tiene que ser una cosa o la otra, pueden ser las dos cosas al mismo tiempo.
Embarcarse en un proyecto
Daniel Jiménez / Cinemagavia: Entiendo que lo que te hace embarcar en un proyecto determinado es la calidad misma de él, pero querría saber qué es lo que te impulsa a ir hasta el final con una producción.
Enrique Lavigne: Te diría que hasta ahora, he tenido la gran suerte de haber trabajado en aquellos proyectos que he sentido de una forma intuitiva, como algo que he querido hacer yo y que ha estado dirigido a aquello en lo que podía ser útil. Te puedo asegurar, que todos los proyectos en los que he estado involucrado como productor, han sido trabajos que he querido hacer y he querido ver en pantalla.
Por ejemplo, ahora mismo estoy inmerso en el rodaje de un musical familiar con canciones de los Hombres G, que me interesa enormemente y al que le veo una gran salida comercial; mayormente porque creo que es un muy buen momento para el cine familiar, ya que aglutina esa salida de casa hacia un evento. Siempre me gusta que tenga un elemento diferencial el proyecto, y considero que este musical familiar lo tiene; al igual que el resto de proyectos en los que he trabajado.
Por tanto respondiendo a tu pregunta, lo que me lleva a ir hasta el final con un proyecto es ese elemento de algo que no se ha hecho, más algo que tiene un elemento diferencial y más algo que creativamente sea rompedor; es decir, son elementos donde hay una parte de reto en ellos, y eso es algo que me seduce mucho.
La heterogeneidad en su carrera como productor
Daniel Jiménez / Cinemagavia: Se podría decir que como productor, has participado en proyectos cinematográficos muy diferentes entre sí, al haber producido todo tipo de géneros. ¿Evitas el encasillarte en un género cinematográfico en concreto?
Enrique Lavigne: Yo como productor he crecido con una serie de directores, donde el realismo y el naturalismo que son las señas de identidad del cine europeo, quedaron un poco apartadas a principios de los noventa con esa nueva generación de directores que emergió en España; es decir, hablo de Alex de la Iglesia, Alejandro Amenábar, Juan Carlos Fresnadillo, Paco Plaza, etc… He crecido y he podido trabajar con muchos de esta ola de directores y en los que creo que hay un común denominador en todos ellos: La fantasía; que no necesariamente debe de ser cine fantástico.
Hablo de la fantasía como un elemento discordante de la realidad y un elemento aglutinador de lo formal; algo que se ha trasladado a musicales que he producido anteriormente, a las películas de terror y evidentemente a las películas de cine fantástico. Desde “La llamada” hasta “Un monstruo viene a verme”, todas las películas que he producido han tenido ese elemento de fantasía o de distorsión de la realidad muy palpable, por lo que igual no es tanto enfocarse en un género cinematográfico, sino en lo imaginativo que puede ser dicho proyecto artístico. Más que un sello que pueda tener yo, tiene que ver con los tiempos en los que vivimos, donde estamos aburridos de esa realidad que nos envuelve y que nos agobia.
Claves de un buen productor
Daniel Jiménez / Cinemagavia: ¿Qué crees que tiene que tener un buen productor?
Enrique Lavigne: Lo primero que diría que tiene que tener es sentido de la generosidad; y con generosidad no me refiero a repartir billetes (Risas). Yo creo que un productor que quiere ser primera figura y ocultar al director, es un mal productor. Me parece que un buen productor tiene que estar al servicio de la producción, y cada vez hay más productores con los que los directores no quieren trabajar; cosa que me sorprende muchísimo. Aunque puede que se deba a que muchos pretenden ser capataces de obra, pero que realmente no son productores o no ejercen el rol que deberían ejercer dentro de una producción.
Por lo que diría que tiene que ser ante todo generoso y también valiente; es decir, el hecho de que hipoteques tu casa por una película, indica a lo mejor la estupidez romántica de considerar que eso que se está haciendo en equipo es algo casi quijotesco. Digamos que es una especie de empresa quijotesca, que algún día tendrá una validación popular; algo que considero importante, porque al final no se trata tanto del dinero, sino del tiempo y de lo que supone.
No obstante te puedo decir, que ese espíritu está poco a poco desapareciendo, porque son más los productores que he conocido que se han arruinado, que los que han acabado acumulando una riqueza; de hecho los más importantes han muerto arruinados, como fue el caso de Elías Querejeta. Es algo que te hace pensar, pero al mismo tiempo uno debe mantener esa generosidad y valentía de la que hablaba; dos facetas indispensables de un buen productor, a la que le sumaría una tercera que es la de la ambición. Un productor tiene que tener esa ambición de comandar un barco pirata, que tiene que arribar a una tierra.
Anteponer la película por encima de todo
Daniel Jiménez / Cinemagavia: Pese a que pueda haber discrepancias e incluso que surjan enemistades durante la producción, ¿crees que siempre hay que anteponer la película por encima de todo lo demás?
Enrique Lavigne: Siempre, porque tú puedes tener un desencuentro con el director, que de hecho es algo muy habitual que pase y que debe de pasar; ya que si eso no se diera, igual es un indicativo de que la película te importa un comino. Pero muchas veces en lo que es el intercambio de ideas que hay antes de un rodaje, algunas de ellas no quedan claras o se cambian a medida que va avanzando la producción. Los rodajes tienen dinámicas de mucha tensión, que colisiona muchas veces con situaciones del punto de vista personal o técnico; debido a que en un rodaje te pasa de todo, desde accidentes de actores hasta situaciones de estrés que hacen que no se pueda rodar lo que estaba planeado.
Yo siempre en esas situaciones lo que he hecho es decir, bueno, al final cada película la tiene que pilotar alguien y siempre confío en los directores con los que he trabajado para que lo hicieran. A lo mejor hay una discrepancia de opiniones con el director, pero siempre abogo por seguir su línea y luego ver con que nos encontramos en la sala de montaje; problemas que ya para aquel entonces, veo que quizás no se van a poder solucionar. Pero eso no es malo, porque de las crisis se sale crecido, siempre y cuando las personas que están involucradas sean inteligentes; y siempre y cuando, la película sea lo que hay que proteger y no los egos.
'La abuela'
Daniel Jiménez / Cinemagavia: Entiendo que ya de por sí, la labor de un productor tiene que acarrear mucho estrés. No obstante, ¿cómo viviste el estar rodando “La abuela” de Paco Plaza y tener que parar por culpa de la pandemia?
Enrique Lavigne: Todos los rodajes como dices, conllevan una carga de estrés y de problemas de todo tipo; muchos económicos y otros de índole personal. ¿Por qué? Pues muy sencillo, porque se concentra en un número determinado de semanas, todo el trabajo que se hace durante años; y no te hablo de seis meses, sino en ocasiones como me pasó con “Lo imposible”, un trabajo de cuatro años. Entonces, condensar en ese número de semanas y maximizar todos los recursos en ese tiempo, pues es una tarea muy compleja que exige de profesionales fantásticos.
Por lo que sí que me he encontrado con situaciones muy comprometidas y difíciles a lo largo de mi carrera. Sin embargo, al echar la vista atrás, veo que las películas en las que estuve involucrado siguen ahí y que la mayoría acabaron siendo éxitos comerciales o éxitos de otro tipo; por lo que te sientes satisfecho con el trabajo que has realizado y útil al mismo tiempo.
En el caso de “La abuela” está ese condicionante que es nuevo, que es como cuando te pilla una guerra o se muere un director durante un rodaje; algo que me pasó con Ricardo Franco durante el rodaje de “Lágrimas negras”. Digamos que en este último caso, pensaba que no había un caso más definitivo que ese, hasta que llegó la pandemia. Durante la pandemia al haber una imposibilidad de movimiento y de juntarse, sumado al desconocimiento que había a lo que nos estábamos enfrentando y el tiempo que iba a durar eso, hizo que se volviera también un escenario casi definitivo.
Primero, una de las mayores dificultades con las que me encontraba era de que los seguros no cubren una situación como esa; es decir, si no hubiéramos podido terminar la película, me hubiera arruinado. Lo segundo, es que esa posibilidad se multiplicaba por mil cuando tu protagonista principal se llama “La abuela”, y es una señora de ochenta y cinco años con un enfisema pulmonar; no está solo en el primer grupo de riesgo, sino en el porcentaje más alto de personas que han perdido la vida durante esta pandemia.
Entonces a partir de ahí, empiezas a elaborar todo tipo de opciones alternativas junto al director; que todo sea dicho, ninguno de los dos dormimos una sola noche durante el tiempo que nos llevó terminarla. Pero mira, al final pudimos terminar “La abuela” y lo que es más importante, pudimos terminarla bien.
Incertidumbre por el parón del rodaje
Daniel Jiménez / Cinemagavia: ¿Se te pasó por la cabeza, en algún momento, que no ibais a poder terminarla?
Enrique Lavigne: Si esta misma pregunta se la hicieras a Paco Plaza, probablemente te diría que sí, pero en mi caso te diré que no; ya que hay muchas maneras de acabar una película. Es que si te pones a pensar, una película podría ser mismamente una película sobre ese momento; es decir, en donde la película no fuera más que una excusa para contar la historia de un director y un productor, envueltos en un problema como ese. Y cuando hablo de que siempre hay una forma de acabar una película, no me refiero de cualquier manera, sino de una película que de verdad llegue a interesar a la gente.
Su fascinación por el western
Daniel Jiménez / Cinemagavia: Siempre has manifestado un profundo amor cinematográfico por el género del western. ¿Cuál ha sido el western que más te ha marcado en tu vida?
Enrique Lavigne: Recuerdo de ir solo a un pase en los antiguos cines Tívoli, donde tendría no más siete u ocho años, para ver “La muerte tenía un precio”. Yo como casi todos los niños de esa época, veíamos constantemente westerns en la televisión; mayoritariamente westerns de la época de los cuarenta y cincuenta en blanco y negro. En ese sentido, el cine te daba la posibilidad de romper con el blanco y negro y acercarte al color. “La muerte tenía un precio” la vi diez años después de su estreno en ese cine, porque por aquella época no distinguíamos entre lo que era de estreno y lo que estaba de reestreno.
Tuve esa posibilidad de verla en color y aunque yo desde bien pequeño había visto muchos westerns y me encantaba jugar con los indios y vaqueros, me sorprendió la violencia, la estética cómic que tenía y lo directa que era la imagen. Sobretodo recuerdo quedarme fascinado por los primeros acordes de la banda sonora de Morricone y en general con toda su estética; digamos que todo aquello que nos fascina en la actualidad del cine de Tarantino, ya estaba en su momento con el cine de Sergio Leone.
Y cuando la fui a ver no sabía ni quien era Leone, fui porque ese cine estaba en frente de la casa de mi abuela y me escapé a verla a una sesión de las cuatro de la tarde. Como te digo, me quede totalmente impresionado con esa película, porque piensa que es una película que hoy en día los más cursis la considerarían como una cinta “seminal”, pero en ese momento era una película popular y que rompía con lo que estábamos acostumbrados a ver; es decir, es una película grandiosa a nivel artístico, pero que también consiguió llegar en su tiempo a mucha gente. Es verdad que no es la película que inicia la moda de los Spaghetti Westerns en España, porque ya directores como Joaquín Romero Marchent, empezaron a rodar ese tipo de films a principios de los sesenta.
No obstante, sí creo que fue la primera película que mandó la señal al resto del mundo, empezándose a tomar en consideración el western europeo a nivel internacional. Date cuenta que desde el año 1965 hasta el año 1977, se ruedan en España más de 560 westerns; lo que te da una sensación del impacto, que tuvo el género a nivel nacional. Es decir, que fue un género que se consumía de una forma brutal, que no solo tenía ese matiz popular, sino que también estaba el hecho de que evolucionó a lo largo de aquellos años; desde imitar los modelos americanos, hasta liberarse de ellos y convertirse en una comedia bufa.
Revival del western
Daniel Jiménez / Cinemagavia: Parece que ahora vuelve a resurgir el western dentro del panorama cinematográfico actual. ¿Cuál crees que es la causa de ello?
Enrique Lavigne: A ver, la llegada de las plataformas de streaming, ha liberado un poco esa tensión y presión que creaba, la idea de que el western no podía ser un género de interés popular o comercial en la actualidad. Es verdad que ha habido neowesterns o remakes de westerns importantes, que han funcionado bastante bien en los últimos años; por ejemplo, “El tren de las 3:10” o “Los siete magníficos”, sin ir más lejos. Y por otro lado, también ha habido una estela de directores legendarios, que han seguido haciendo westerns hasta la fecha; por lo que se podría decir que ha habido un revival del género cada cierto tiempo.
Un revival que no deja de ser algo glamuroso, ya que en realidad estamos muy lejos de los pioneros y de la razón principal del western. Piensa que cuando John Ford hace “La diligencia” en 1939, habían pasado apenas cincuenta años desde que sus padres y sus abuelos habían luchado contra los indios; por lo que estamos hablando de una generación. A día de hoy, esa realidad y esas figuras nos quedan demasiado lejos, por lo que es entendible que el género no tenga la fuerza de antaño.
Pero me parece muy interesante que esto vuelva una y otra vez, porque tiene mucho que ver con que el western y el musical sean los dos géneros puramente cinematográficos; lo que da la sensación de que el cine, sigue estando construido alrededor de estos dos mitos. Ambos géneros son puramente evasivos, pero que también sirven para muchas cosas; al final el western cuenta la historia de un país y sus raíces, entre otras cuestiones.
Nosotros teníamos nuestro propio western, que no supimos explotar ¡A saber por qué! Teníamos las películas de bandoleros como las que hacía José María Forqué, películas como “Duelo en la cañada” de Manuel Mur Oti y luego el western definitivo, que no supimos y no sabemos abordar por problemas políticos o de conciencia política, derivados principalmente de la conquista de américa. Una época histórica que duró muchísimas décadas y en la que nosotros mismos descubrimos las cosas californianas y los paisajes del western. Por ejemplo, el otro día viendo “Siete ciudades de Oro”, una película de 1955 ambientada en esa época, que cuenta la vida de Fray Junípero Serra; es cierto que grotesca y americanizada, pero que hizo que me preguntara de por qué nosotros no fuimos capaces de desarrollar nuestro propio cine fronterizo.
La imposibilidad del cine fronterizo en España
Daniel Jiménez / Cinemagavia: ¿Por qué crees que nosotros no fuimos capaces de llevar a cabo ese cine aquí?
Enrique Lavigne: Yo creo que no fuimos capaces, porque las bases no estaban sentadas en los años cuarenta y cincuenta como para desarrollar ese concepto; seguramente por cuestiones muy ligadas al franquismo y porque esas elites estaban acomplejadas de poder adelantarse y tratar ese tema. En mi caso como productor lo intenté hacer con “Oro”, de Agustín Díaz Yanes, con la supervisión y el guion de Arturo Pérez-Reverte, pero aun siendo una película magnifica, no pareció interesar mucho a la gente. Es decir, que entendí que de alguna manera hay temas en España que siguen siendo difíciles de tratar y uno es este. Nos sigue sin interesar como país el tratar y revisitar la conquista de américa y es una lástima, porque al final es nuestro cine fronterizo o lo que pudo haber sido nuestro propio western.
Una brecha latente en España
Daniel Jiménez / Cinemagavia: ¿Te entristece que haya algunos temas que te encantaría abordar, pero que igual suscitarían cierta polémica en nuestro país?
Enrique Lavigne: A ver, hay novelas sobre la guerra civil española y sobre la conquista de américa que me encantaría poder adaptar, pero sigue siendo algo complicado de sacar a la luz. Es muy fuerte que tuviera que venir un director británico como Kean Loach en “Tierra y libertad”, para contar episodios de hazañas bélicas, cuando había pasado más de medio siglo desde que finalizara la guerra civil española.
En Estados Unidos en la década de los setenta, cuando habían pasado cien años de la masacre de los indios en Norteamérica, fueron capaces de crear un western revisionista con el propósito de contar sus propias miserias como nación; un tipo de western, que curiosamente fue muy aceptado en su momento.
Por lo que creo que si lo comparamos con nuestro caso, siempre ha habido una brecha en ese sentido, ya que siempre que se ha intentado hacer lo mismo trasladado a nuestro contexto histórico, no ha habido un apoyo por parte del público. Es decir, seguimos inmersos en una brecha política y social en España que no hemos sido capaces de superar. Cuando seamos capaces de superar esa brecha, ahí sí que podremos contar estas historias.
Anécdotas
Daniel Jiménez / Cinemagavia: A parte de ser uno de los mejores productores de este país (por no decir el mejor), también te destacas por ser una personalidad muy desenfadada y a la que le gusta vivir la vida al máximo con lo que hace. En ese sentido, ¿nos podrías contar alguna que otra anécdota que hayas tenido a lo largo de todos estos años como productor?
Enrique Lavigne: Mira, te voy a contar tres así que me vienen a la mente ahora (Risas). La primera de ellas fue, que en mi primer trabajo mentí al rellenar en el curriculum, diciendo que había hecho la mili. Al ir a mi primer Festival de Cannes al inicio de la Guerra del Golfo, al pasar la Aduana francesa en el aeropuerto, fui esposado por prófugo de la armada francesa y puesto a disposición de la brigada de paracaidistas de Perpiñán.
La segunda también tiene que ver con el Festival de Cannes y en este caso con Steven Spielberg. Recuerdo estar en los urinarios del “Hotel du Cap” en Cannes, cuando de repente me di cuenta que el hombre que se había puesto a mi lado era Steven Spielberg; director al que había conocido un año atrás, cuando me encontraba desarrollando para él junto con Fresnadillo, una película que se llamaba “Wednesday”; película que no salió adelante, por la huelga de guionistas y actores que bloqueó Hollywood. La situación era ridícula, dos tipos meando uno al lado del otro mirando al frente, hasta que decidí romper el hielo y decirle “Hi Steven”. Mientras me subía la bragueta, entablamos una microconversación; un momento muy absurdo, como recién salido de un episodio de Larry David.
La última anécdota, pasó en la sala de montaje de “28 semanas después”. Nos dimos cuenta que con el final que teníamos la película no cerraba y nos íbamos a video. Es por ello, que planeamos un plan a espaldas de la Fox, que consistía en irnos sin dinero ni infraestructura, a robar planos en los Jardines del Trocadero en frente de la Torre Eiffel, y con un puñado de infectados (elegidos entre transeúntes franceses y yo), caminando hacia el amanecer zombi. Cogimos el tren subacuático y nos plantamos allí Juan Carlos, Bernie y yo, y acabamos rodando un final cojonudo. La película se estrenó el 14 de julio; tan solo dos meses tras ese día y fuimos segundos en taquilla tras “Spiderman 3”.
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