Antonio eMe es el encargado de escribir Hasta el viernes que viene, un drama íntimo que aborda la vida de una pareja, marcada por la tragedia. Esta pieza teatral está dirigida por Zoraida Ballesteros. Además, cuenta con Fran Abellán y Javier Dut en el elenco actoral, en su versión homosexual masculina. Actualmente, con motivo del mes del Orgullo LGBT+ 2021, se encuentra en la Sala AZarte los sábados de junio a las 19 horas.



Hasta el viernes que viene

Crítica de 'Hasta el viernes que viene'

Ficha Técnica

Título: Hasta el viernes que viene
Título original: Hasta el viernes que viene

Reparto:
Javier Dut
Fran Abellán

Duración: 70 min. apróx.
Dirección: Zoraida Ballesteros
Dramaturgia: Antonio eMe
Producción: Compañía Opción Teatral

Tráiler original de 'Hasta el viernes que viene'

Sinopsis de 'Hasta el viernes que viene'

Hasta el viernes que viene nos muestra cómo el arte es el reflejo de la propia persona, de sus sentimientos, de su sencillez y estos reflejan las propias ilusiones ocultas.

La pareja tras unos acontecimientos inesperados solo se pueden reunir los Viernes y gracias a una promesa que se hicieron antes de su fallecimiento.

La cita transcurre como cualquier cita normal, hasta que una de las pinturas revelará algo que cambiará el devenir de este encuentro y el significado de más conversaciones mantenidas entre la pareja hasta el momento.

Será entonces cuando surgirá la duda de si el amor lo puede todo o, como dicen mucho, es todo locura. (SALA AZARTE).



Hasta el viernes que viene
Foto de Lalo Deho

La tragedia envuelta en pasión

Antonio eMe se introduce en un universo que comienza siendo una fantasía o ciencia ficción y acaba por ser un drama íntimo. Con Hasta el viernes que viene, el dramaturgo explora una historia que se basa en el desconcierto. Después, da el golpe de gracia, una vez encajadas todas las piezas. Durante las primeras escenas, navega en una dramedia romántica, que recuerda a películas míticas de los 90 como “Ghost”. Aun así, ya en esos momentos más luminosos, hay pequeños guiños que dejan ver una personalidad que obliga al espectador a estar pendiente de uno de sus protagonistas. No obstante, donde halla su mayor virtud es en el desglose de escenas cotidianas, que impregnan la pieza teatral en una rutina dulce y tierna. Incluso, esas partes más distendidas contrastan con el enrevesado narrativo que culmina en los últimos veinte minutos de la pieza teatral.

No se puede negar que la idea es potente, tiene una estructura que llama la atención y se aprecia que se arriesgue ante una historia que no bebe de un simplismo que hubiera podido deslucir. Sin embargo, el principal problema es la falta de profundidad en un tema que, sin duda, necesita de ésta para poder llegar a buen puerto. Sin desvelar absolutamente nada relevante de la trama, cabe decir que las características de uno de los personajes caen en el estereotipo que se asocia a este tipo de personas. Por lo cual, no se refleja el dolor interno, sino que termina por explotar más una desesperación basada en el grito y la violencia. En consecuencia, la historia demanda más sutilidad, no ser tan literales y, por ende, una mayor complejidad en el trasfondo principal de la obra. Una oportunidad que, bien pulida, podría remover y provocar mayor empatía.

Opción Teatral
Foto de Lalo Deho y Bárbara Acebes

La necesidad de lo sutil

La versión homosexual masculina de Hasta el viernes que viene está protagonizada por Javier Dut y Fran Abellán, éste último pudimos verle en “Los cuerpos desnudos”. En primer lugar, Dut se mueve en una interpretación que se aleja de las pinceladas más introspectiva, para quedarse en un plano más maniqueo. Por tanto, su estrategia en el escenario es dar la mayor luminosidad posible y convertirse en ese ser ingenuo y blanco que se palpa desde el guion. El problema que obtiene es que Dut no tiene la posibilidad de ir más allá, por lo que le pone en una tesitura limitada para su capacidad actoral. Aun así, resuelve bien y hay varias escenas en las que demuestra una gran pasión sobre el escenario. Asimismo, destacar su cercanía y su dulzura, que se convierten, indudablemente, en su mayor fuerte.

Después, su némesis, Fran Abellán, acoge un personaje distinto y, ciertamente, extremadamente complicado. Como se suele llamar, es un auténtico caramelo para un artista, dado que el nivel que exige, bien realizado, es un éxito asegurado. Sin embargo, en este caso, se convierte en un dardo envenenado, dado que Abellán, a pesar de poner toda la carne en el asador, se ve excesivamente exagerado. Seguramente, el problema radique en el planteamiento de la dirección actoral, ya que se ve que el actor podría ir por otros lares, perfectamente. Dicho de otra forma, si siguiese unas directrices más descarnadas, verosímiles y perspicaces, Abellán podría convertir su interpretación en un auténtico trabajo de gran nivel. Por el momento, se mantiene en el tópico, algo que pasa factura, al ser un personaje con un trasfondo sensible y que, desde hace tiempo, se busca una reivindicación y visibilidad alejadas del griterío y lo violento.

Opción Teatral
Foto de Opción Teatral y Miss Cultura

El hogar y el infierno

La propuesta escénica de Hasta el viernes que viene se fundamenta en un estilo minimalista, pero que atina en cómo llena la escena. De esta forma, el espectador disfruta de ese estilo más cotidiano y envuelve a los asistentes en este hogar. Por lo cual, se puede aplaudir el estilo visual que emerge en el escenario, dando una conexión instantánea y dejando al público ser un invitado en esta historia. Por otro lado, el diseño de iluminación tiene una buena intención, con la simbología que se atribuye a cada color para marcar el espacio-tiempo. Pero, esta ejecución técnica no tiene una representación artística, o creativa, detrás, por lo que acaba siendo un recurso únicamente que facilita la guía temporal en la obra. Lo mismo sucede con las transiciones, que se ejecutan en algunas partes de forma fluida, pero no tiene una estructura generalizada.

Uno de los puntos que no brilló en todo su esplendor fue el sonido. Para comenzar, en la función del 23 de mayo de 2021, en la sala aZarte, se mantuvo un pitido constante en los altavoces de la sala, que no facilitaba la comodidad en el visionado de la obra. No obstante, este problema técnico no se atribuye al equipo de la pieza teatral, pero sí influye en los asistentes. Luego, lo que sí concierne al equipo técnico es el manejo de los volúmenes y las transiciones de la música en escena, las cuáles fueron irregulares en la mayor parte de la obra. Además, la falta de mayor diversidad en el leitmotiv musical, hace que se sienta más como una repetición, que como el sello de identidad de la propia dramaturgia de la obra. Por lo cual, sería importante cuidar el estímulo y el paisaje sonoro.Foto de Opción Teatral Hasta el viernes que viene

Hasta el viernes que viene
Foto de Opción Teatral

Conclusión

Hasta el viernes que viene es una obra que intenta hacer reflexionar sobre el trasfondo de aquellos que sufren lo mismo que el protagonista. Además, se valora la intención de sorprender, a través del giro que se presenta en la propia historia. Sin embargo, no se desarrolla con la suficiente profundidad y emoción. Por lo que, termina por diluirse su intención en un producto que puede dar todavía más. A nivel actoral, se presentan dos actores dispuestos a darlo todo sobre la escena, pero en los que se les pueden ver ciertas flaquezas en la forma en la que han sido dirigidos. No obstante, la escenografía se plantea desde una estética bien ejecutada, con un estilo atractivo. Un difícil retrato de una realidad tan compleja que acaba por convertirse en un caramelo envenenado.

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Diego Da Costa
Subdirector de Cinemagavia. Comunicólogo audiovisual por la UCM y Máster en Comunicación en la Red por la UNED. Miembro de EGEDA (Premios Forqué) e Ingeniero Audiovisual en Ricoh España. Co-creador de la compañía artística La Joie de la Colina. Como diría Elizabeth Taylor: "Las ideas mueven el mundo sólo si antes se han transformado en sentimientos".
hasta-el-viernes-que-viene-critica-teatroUna obra que intenta hacer reflexionar sobre el trasfondo de aquellos que sufren lo mismo que el protagonista. No se desarrolla con la suficiente profundidad y emoción. Termina por diluirse su intención en un producto que puede dar todavía más. A nivel actoral, se presentan dos actores dispuestos a darlo todo sobre la escena, pero en los que se les pueden ver ciertas flaquezas en la forma en la que han sido dirigidos. La escenografía se plantea desde una estética bien ejecutada, con un estilo atractivo. Un difícil retrato de una realidad tan compleja que acaba por convertirse en un caramelo envenenado.

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