"Kinky Boots, el musical": El rojo del sexo

Kinky Boots, el musical nos muestra cómo Charlie está luchando por mantener el negocio familiar, una fábrica de calzado. Por otro lado, Lola es una artista con una idea salvajemente excitante. Con mucha empatía y comprensión mutua, esta peculiar pareja es capaz de abrazar sus diferencias y crear una fabulosa línea de stilettos como el mundo no ha visto nunca antes. Aunque realmente el mayor de los logros es su amistad. (LETSGO ENTERTAINMENT). 

En tacones y a lo loco

El fenómeno de Kinky Boots, el musical nació en 2005 con el estreno de la película homónima, de Julian Jarrold. Pasarían 7 años cuando se decidió realizar la versión teatralizada. Después de casi 10 años de la primera producción, Lets Go Company y Rimas Producciones se unen para traer la versión en España, siendo la primera vez que se representa en el país europeo. En primer lugar, Silvia Montesinos ha sido la encargada de adaptar el texto, que lleva a los espectadores a Northampton, en Reino Unido. Desde el principio se puede ver el carácter familiar y cercano de la historia, que se mezcla con unos elementos más luminosos y alegres. Sin embargo, su principal baza se encuentra en el descubrimiento del personaje de Lola, quién es el eje central de la acción del musical.

Por un lado, reivindica esa diversión, locura y picardía, con una muestra de una cultura drag que hasta hace no tanto no optaba a una visiblidad más pública. Y, por otro, lleva un mensaje de superación y de trabajo, que aunque, a veces, peque de naif, encaja a la perfección con la identidad del propio musical. También hay varios puntos en los que hay una comedia desenfadada, con varios números que encandilan a los asistentes. A pesar de su apariencia accesible, hay que subrayar que se reflexiona sobre temas como la herencia familiar, las aspiraciones vitales, el encontrase a uno mismo y la identidad de una persona. Además, tampoco falta el canto a la diversidad y a la aceptación de que la gente sea como sea. No obstante, puede que haya espectadores que sientan que se podría profundizar todavía más en la historia.

Nicho de mercado

Los montajes españoles se encuentran en constante ascenso, presentándose una mejora meritoria tanto en su puesta en escena como en su elenco actoral. Kinky Boots, el musical es una muestra de ello. Para comenzar, ¡qué gran elección la de Tiago Barbosa! De principio a fin tiene una calidad como artista que traspasa en todo momento al patio de butacas. Por esta razón, envuelve al espectador en esa transformación cautivadora, llena de bailes, de dinamismo, de una luz muy personal. El brasileño regala su talento en la escena y disfruta de ello en todo momento. Después, Daniel Diges mantiene el nivel, con una concentración y una expresividad magníficas. No solo impacta por su gran capacidad vocal, sino también por una sensibilidad muy especial, que se queda impregnada en su forma de actuar.

Angy Fernández pone ese toque fresco y divertido con su papel en esta producción. Se encuentra cómoda sobre las tablas, lo que le permite desarrollar una evolución dramática sutil y muy eficiente. Asimismo, se une su forma de cantar, que es su principal fuerza escénica, es genuina, una voz muy agradable. Así crea su propio sello personal a partir de ella. No es extraño que se encuentre inmersa de lleno en las producciones de teatro musical. Para completar el reparto, en el caso de la función que se pudo ver, Jimena González dio vida a Nicola. Supo dar forma a ese aire de divinismo y hacerlo suyo, por lo que obtuvo un trabajo favorable sobre el escenario. Con lo cual, encajó sin problemas con el resto de sus compañeros, fomentando una fluidez muy orgánica. Por último, sería importante mencionar que el reparto al completo realizó un trabajo en equipo exquisito.

La magia de la música

Hay que aplaudir la producción de Kinky Boots, el musical, siendo uno de los montajes más potentes de este inicio de temporada de 2021-2022. En primer lugar, hay que destacar la labor de Julio Awad, quién dirige musicalmente este espectáculo. Por tanto, la música es uno de los elementos mejor valorados de la obra, siendo una auténtica delicia para los espectadores. También sucede lo mismo con la coreografía, de Gillian Bruce, que encumbra el resultado global del espectáculo. Debido a lo cual, estos dos apartados, que son imprescindibles en el género musical, logran satisfactoriamente su cometido. Gracias al excelente trabajo en conjunto, actores y equipo técnico forman una sinergia que se transforma en una celebración en continuo movimiento y acción. Por ese motivo, los espectadores se dejan contagiar por esta brillante propuesta escénica y, prueba de ello, es lo comprometidos que están durante toda la obra.

La construcción de la escenografía no defrauda, con grandes decorados y una fabricación de ensueño. Así recrea distintos espacios de una forma muy natural. Los cambios entre las distintas localizaciones, que muestra el relato, siguen un coherencia artística y visual, que permite que el público pueda seguir fácilmente la acción, sin distraerse. De esta manera, consigue que no dé la sensación de estática y al mismo tiempo que la magia del teatro pueda llevar esa metamorfosis sin parar la obra para mover los distintos componentes de la escena. Para terminar, hay que incidir en cómo, a pesar de su duración, es una experiencia que se deleita de una forma muy rápida. Por consiguiente, la confluencia de las distintas partes que completan el espectáculo ensamblan a la perfección, dejando una demostración de talento sublime.

Conclusión

Kinky Boots, el musical es una versión fascinante, que ha sabido captar absolutamente la esencia de la obra original y transfiere esa magnitud de los musicales internacionales. Por tanto, esta producción expone un alto nivel, en especial, en la puesta en escena, en las interpretaciones y en la dirección global del musical. A nivel actoral, el trío protagonista brilla sobre las tablas, con una energía exquisita, haciendo soñar y vibrar a los espectadores. Por lo cual, se puede considerar uno de los musicales mejor realizados en los últimos años. Una fiesta que habla de diversidad, amor propio y revolución, aderezada con un show apoteósico lleno de movimiento, luces y música a gran escala.

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