Tras la larga lista de premios que cosecharon con Handia y Loreak, Aitor Arregi, José Mari Goenaga y Jon Garaño unen fuerzas en la dirección de La Trinchera Infinita para poner el foco sobre los “topos” de la postguerra, hombre que permanecieron ocultos en sus casas durante más de 30 años por miedo a la represión. En cines desde el 31 de octubre. Puedes leer otras críticas realizada por Cinemagavia de esta película AQUÍ y AQUÍ.
Crítica de 'La Trinchera Infinita'
Resumen
Ficha Técnica
Título: La Trinchera Infinita
Título original: La Trinchera Infinita
Reparto:
Antonio de la Torre (Higinio Blanco)
Belén Cuesta (Rosa)
Vicente Vergara (Gonzalo)
José Manuel Poga (Rodrigo)
Emilio Palacios (Jaime)
José María del Castillo
Carlos Bernardino (Falangista)
Año: 2019
Duración: 147 min.
País: España
Director: Jon Garaño, Aitor Arregi, José Mari Goenaga
Guion: Luiso Berdejo, José Mari Goenaga
Fotografía: Javier Agirre Erauso
Música: Pascal Gaigne
Género: Drama
Distribuidor: Entertainment One Films Spain
Tráiler de 'La Trinchera Infinita'
Sinopsis
Cuando la Guerra Civil estalla, Higinio se esconde en un agujero bajo el suelo de su casa. El miedo le acompaña durante más de treinta años mientras Rosa, su mujer, lo mantiene oculto a riesgo de su propia vida.
Premios
- Festival de San Sebastián: 4 premios, incluyendo Mejor dirección y guión. 2019
Dónde se puede ver la película
El topo
Disparos, huida, miedo, correr para salvar la vida, correr aunque te falte el aire, correr sin saber a dónde y toparse con muros y rejas hasta enterrarse en vida. Una bala con tu nombre en la nuca. Respirar sin hacer ruido. Tragar saliva en voz baja. Morir en vida.
Comienza La Trinchera Infinita con un sonido profundo, semejante a una respiración aterrorizada, oculta, escondida bajo el suelo, que nos coloca desde el principio a metros de la luz solar. Vivimos en un agujero junto a Higinio. Sentimos lo que él siente, escuchamos lo que él escucha y esperamos.
El miedo entra por el oído
Los sonidos se amplifican y el fuera de campo dibuja en nuestra cabeza el horror de las escenas que se suceden al otro lado de esa ratonera, donde Rosa lucha por mantener a su marido oculto y con vida. Asistimos así a una de las secuencias más crudas, que parte de un espectacular plano de Antonio de la Torre siendo testigo, desde su escondite, de los horrores de la guerra. Sus ojos lo dicen todo y el recelo, la impotencia y el miedo traspasan la pantalla de forma mucho más potente que la mejor demostración gráfica de represión.
El ritmo de las secuencias acompaña a la intensidad de la trama, de manera que Arregi, Goenaga y Garaño narran el estallido de la guerra con dinamismo creando una atmósfera asfixiante que mengua según avanza la película. El correr del tiempo se hace más lento y esperamos que pase algo de la misma forma que espera Higinio esa amnistía que le permita ver el sol.
La segunda mitad de La Trinchera Infinita se torna así más apacible a medida que la tumba del topo se hace menos inhóspita. De manera que, cuando la triste rutina engulle su vida, las pesadillas echan abajo la puerta de su casa para gritarle que saben dónde está e impedirnos relajar el miedo.
El tiempo se lo lleva todo
La lucha ideológica y las guerras que no terminan ponen los cimientos, pero la historia es de Higinio y Rosa: su intimidad descarnada y la relación que se ven obligados a construir de espaldas a un mundo que quiere acabar con ellos. La política queda fuera de esa cárcel que comienza siendo un hueco en la pared y termina ciñendo toda la casa. El peso de las mentiras cae sobre Rosa que, interpretada por una brillante Belén Cuesta, se va quemando con los años, el cuidado de su marido y una existencia vigilada con lupa mientras no se resigna a perder su vida.
Junto a Antonio de la Torre, ambos construyen personajes que evolucionan tanto individualmente como dentro de la pareja, paralelamente al avance de la posguerra. El paso de los años deja muy atrás las batallas que llevaron a Higinio a enterrarse en vida y los personajes secundarios aportan frescura a la trama con puntos de vista hasta entonces ignorados.
Conclusión de 'La Trinchera Infinita'
La Trinchera Infinita es un drama de posguerra íntimo y crudo. Junto a una excelente escenografía, Belén Cuesta traspasa la pantalla y Antonio de la Torre la llena con la mirada. Si bien algunos pasajes son más lentos, el ritmo lo marca la intensidad de la trama. Los sonidos construyen el horror de la represión y el fuera de campo crea una atmósfera asfixiante que eleva el miedo hasta convertirlo en agorafobia.
Reportaje de La Trinchera Infinita en Días de Cine TVE
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