"Los precursores": La mejor forma de contar historias

La obra teatral Los precursores presenta un Fin del Mundo llega. Dos niños y una niña son llevados a mitad del bosque. La misión que reciben de los padres: ahora tenéis que contar todas las historias. Tenéis que contarlo todo.

Y estos tres niños, mientras afuera todo se desintegra, cada día han ido contando una historia: historias de finales, de momentos de abismo, de muertes. Y a la vez esperan.

Pasan los años, los niños han crecido. Ahora son tres jóvenes que desde ese mismo lugar, junto a su tienda de campaña, lo siguen contando todo. Atrapados en un no-tiempo y en este bosque que tal vez no sea lo que parece.

¿Son estas todas las historias?

¿Seremos capaces de contar otras historias?

Y enfrentados al fin, ¿de qué vamos a ser los precursores? Descúbrelo en Los precursores, obra de Luis Sorolla. (EL UMBRAL DE PRIMAVERA).

Las grandes preguntas del ser humano

Luis Sorolla, haciendo eco de las grandes preguntas de la humanidad: ¿dónde estamos?, ¿para qué?, ¿por qué estamos aquí?, ¿quién nos trajo?, reflexiona sobre el recuerdo, la realidad y la imaginación. Nos preguntamos hasta qué punto recordamos lo que vivimos o si, realmente, nuestro recuerdo es el recuerdo de lo que nos han contado. Cuántas veces contamos lo que nos cuentan pensando que lo hemos vivido y sin embargo, ni siquiera estuvimos ahí, o cuántas otras, imaginamos a partir de una situación real sí vivida. A todo esto, se le añade la ansiedad derivada de la pérdida del recuerdo, muy bien señalada en alguno de los episodios de pérdida de memoria por parte de los niños. Incrementada además, por el hecho de que no tienen forma de recuperar lo olvidado, no hay Internet, no hay familia que les pueda hacer recordar, no hay libros… Sólo unas cerillas a través de las que cuentan historias que no saben muy bien de dónde vienen pero que temen que sean las causantes de la eliminación de los sujetos de los que hablan en ellas.

Los precursores tiene un final diferente (voy a intentar no descubrir nada al público que todavía no hay ido) que lleva a recordar la película de El show de Truman, ¿somos unas marionetas? ¿Hay un espectador ahí fuera? ¿Nos han traído aquí para cumplir las órdenes de un ser superior? ¿Hacemos realmente lo que queremos o no tenemos manejo de nuestros actos y éstos siempre serán órdenes?

Las historias mejor contadas

El elenco es homogéneo y con mucha complicidad, menos, posiblemente en el momento inicial, el monólogo coral que, siendo una propuesta potente y atractiva, es complicado mantenerla durante los 10/15 minutos que puede llegar a durar. En este inicio se echaba en falta un poco de claridad vocal. Los tres tienen cambios de registro interesantes y los juegos de niños los llevan con diversión y buena gestión corporal. Destacando, sobre todo, el gran trabajo en equipo a la hora de contar las historias. Sin embargo, a veces se nota cierta falta de consistencia de los personajes en algunas de las reacciones.

Es interesante las intervenciones del director durante Los precursores que mantienen en vilo hasta el final y que, sin ser en ningún momento explicativo, se pueden entender por las metáforas del texto y por el transcurso de la obra.

La escenografía tierna, la iluminación precisa y el sonido como valor adicional hacen viajar al espectador al ambiente del mundo planteado: un bosque en mitad de la nada. Se podría considerar, que estos tres elementos también están compuestos entre la realidad y la fantasía.

Conclusiones

Los precursores es un montaje de dos horas largas que tiene picos de gran dinamismo escénico pero que en momentos cae y corre el riesgo de hacerse larga debido a la extrema reiteración de muchos términos. Destacaría brillantemente las historias contadas por los actores con solo unas cerillas y puntos de luz con linternas, una genialidad en el montaje que genera expectativa y mantiene al espectador enganchado con la historia.

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