Jesús Amate, conocido dramaturgo gracias a obras como "Erotic Massage", vuelve con Margarita, o el lenguaje de los signos. En esta ocasión, la Sala Lola Membrives del Teatro Lara ha sido la encargada de acoger esta comedia, que aborda los roles de género desde una perspectiva donde el humor es su principal vehículo. Aisha Wizuete y José Luis Valverde son los encargados de dar vida a Margarita y El Chico, respectivamente. La obra se puede disfrutar todos los domingos de febrero a las 17:00 horas.



Margarita o el lenguaje de los signos

Crítica de 'Margarita, o el lenguaje de los signos'

Ficha Técnica

Título: Margarita, o el lenguaje de los signos
Título original: Margarita, o el lenguaje de los signos

Reparto:
Aisha Wizuete (Margarita)
José Luis Valverde (El Chico)

Duración: 80 min. apróx.
Dirección: Jesús Amate
Dramaturgia: Jesús Amate
Producción: Benamate

Entrevista al equipo de 'Margarita, o el lenguaje de los signos'

Sinopsis de 'Margarita, o el lenguaje de los signos'

Margarita, o el lenguaje de los signos nos presenta a Margarita, mujer de ideas claras (o eso piensa ella), experta en lenguaje verbal y no verbal y sobre los usos del género en el lenguaje castellano, así como los diferentes significados de las palabras del género neutro. Acude a  dar una conferencia sobre el lenguaje, para subsanar ciertas desigualdades e interpretaciones sexistas del mismo.

La conferencia de Margarita está formada por explicaciones ingeniosas sobre el lenguaje y sus usos. Lo que ella nunca se habría imaginado es lo  que supondría el encuentro con el chico de mantenimiento, 20 años más joven que ella. La conferencia se transforma en confesiones, como en una reunión de amigos, con la que sentirnos cómicamente reflejados.

Una experiencia en vivo de la que todos somos partícipes y unas risas compartidas con la loca vida de Margarita. (TEATRO LARA).



Margarita o el lenguaje de los signos
Foto de Benamate

Un debate surrealistamente real

El estilo teatral de Jesús Amate vuelve a hacer acto de presencia en Margarita, o el lenguaje de los signos. Esta obra plantea una reflexión sobre los roles de géneros, a través de un disparatada aventura donde el lenguaje se convierte en un vehículo de expresión de lo que se busca internamente. Por lo cual, el mensaje subyace en aquellos subtextos que se esconden dentro de la comedia más disparatada y alocada. De esta forma, reformulan el concepto más manido de las relaciones personales, para dar rienda suelta a un turbulento y animado encuentro entre los dos personajes protagonistas. Además, la inteligencia de la comedia se halla en la riqueza del texto que hay, mientras que también sabe aprovechar también el propio concepto del humor más físico. Por lo cual, demuestra una calidad interesante en su narrativa.

No obstante, no es una obra que simplifique los conceptos, por lo que, al principio, el espectador debe situarse ante el maremoto que acontece. Una vez ubicado e inmerso en la pieza teatral, no se tarda en conectar con ambos personajes. La personalidad esperpéntica de los dos teje también unas inquietudes personales, que amenizan la principal motivación de la obra. Aun así, no se encuentran apartadas por otra línea narrativa, sino que confluyen con la principal, aportando más detalles acerca del contexto personal de los dos personajes. Hacia el último tramo de la obra, se produce un tira y afloja desternillante. En esos momentos, esa parte de fantasía y realismo exagerado terminan por unirse. Por último, destacar que las preguntas que se hacen, exponen la complejidad de la obra, que va más allá de lo aparente.

Jesús Amate
Foto de Benamate

Ellos son ellxs

Ya desde la entrada en Margarita, o el lenguaje de los signos los asistentes se encuentran con José Luis Valverde, que da vida al conserje de la Sala de conferencias. Ya en esa primera toma de contacto se puede ver la complicidad que tiene el actor con el espacio y el propio ejercicio de expresividad. La razón no es otra que su personaje se basa más en el lenguaje no verbal que en el uso del diálogo, por lo que tiene que hacerlo frente desde el cuerpo. Resuelve a la perfección los retos que se le ponen sobre la escena, entrando de lleno en la obra y viéndose totalmente cómodo sobre las tablas. A pesar de encontrarse más escondido en las primeras escenas, su evolución hace que luzca de una manera muy favorable.

Pronto entra en escena Aisha Wizuete, que realiza una presentación llena de energía y pura dinamita. Ese soliloquio accidentado muestra la gran capacidad de la intérprete para la comedia desde el primer minuto. Al tener que defender un texto tan extenso en su personaje, la actriz lo acompaña de una buena lectura expresiva en su forma de ejecutarlo. El espectador queda obnubilado por la atracción que surge de la personalidad arrolladora de la artista. Asimismo, se palpa en el ambiente el disfrute que tiene sobre el escenario, al mismo tiempo que congenia con los espectadores en las escenas más interactivas de la obra. También sería importante subrayar la naturalidad con la que va dejando salir esa rareza única, que es lo que consolida la construcción de su Margarita hasta el final. Los dos actores triunfan en la sinergia que crean entre ellos.

Jesús Amate
Foto de Benamate

Entre sueños y verdades

La puesta en escena de Margarita, o el lenguaje de los signos apuesta por un ambiente minimalista, sin adornar la escena más que con lo necesario. Esta decisión les permite focalizarse en los movimientos sobre el escenario y cultivar el humor desde una vertiente más visual. Por lo cual, la ausencia de más objetos se suple con la vorágine de actividad que se disfruta de principio a fin. La dirección es de aplaudir, ya que no se echa de menos que haya un mayor apoyo sobre la escenografía que forma parte de la escena. Además, se valora que el uso de los elementos en sala esté totalmente justificado y sea un medio simbólico de lo que acontece. De esta forma, hay un significado más literal, que en el diálogo se expande a uno figurativo.

Sin embargo, ese torrente de energía puede resultar algo confuso en las primeras escenas, pero sirve de enganche y curiosidad en el espectador. Una vez iniciada la marcha, el ritmo es muy ameno, haciéndose muy disfrutable por los distintos estados por los que pasa la obra. Por otra parte, la coreografía es uno de sus mayores puntos fuertes, al elaborar un planteamiento que aproveche la Sala Lola Membrives en todo su esplendor. Inclusive, las conversaciones con el público, siempre manteniendo la distancia de seguridad, forman parte del propio diseño de la acción. Así logran una atmósfera muy natural y constantemente resolutiva. Para terminar, agradecer los fuera de escena, que ubican los cambios en el tono de la pieza de una manera absolutamente orgánica. A ello se suma las continuas risas y carcajadas en el público, que encumbran el resultado por las buenas sensaciones que deja.

Margarita o el lenguaje de los signos
Foto de Benamate

Conclusión

Margarita, o el lenguaje de los signos aborda el género se través del lenguaje en una comedia disparatada, inteligente y con un gran uso del humor físico. Jesús Amate logra seducir al espectador con su particular mirada y dejar la reflexión aderezada con hilaridad. Luego, Aisha Wizuete y José Luis Valverde están magníficos, disfrutando de su trabajo y haciendo que el espectador conecte con ellos muy fácilmente. La propuesta escénica es minimalista, pero obtiene su poder en lo físico, simbólico y en la sucesión de carcajadas que se provocan en el público. Una obra viva. La complejidad de los roles de género en un maremoto humorístico, que se crece en lo disparatadamente divertido e interesante que resulta ser.

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CINEMAGAVIA
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Diego Da Costa
Subdirector de Cinemagavia. Comunicólogo audiovisual por la UCM y Máster en Comunicación en la Red por la UNED. Miembro de EGEDA (Premios Forqué) e Ingeniero Audiovisual en Ricoh España. Co-creador de la compañía artística La Joie de la Colina. Como diría Elizabeth Taylor: "Las ideas mueven el mundo sólo si antes se han transformado en sentimientos".
margarita-o-el-lenguaje-de-los-signos-critica-teatroAborda el género se través del lenguaje en una comedia disparatada, inteligente y con un gran uso del humor físico. Jesús Amate logra seducir al espectador con su particular mirada y dejar la reflexión aderezada con hilaridad. Aisha Wizuete y José Luis Valverde están magníficos, disfrutando de su trabajo. La propuesta escénica es minimalista, pero obtiene su poder en lo físico, simbólico y en la sucesión de carcajadas que se provocan en el público. Una obra viva. La complejidad de los roles de género en un maremoto humorístico, que se crece en lo disparatadamente divertido e interesante que resulta ser.

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