¿El frío de la adversidad puede detener un corazón? En una aventura singular y extraordinaria las respuestas se irán descongelando dentro de cada uno. La película Frozen. El reino del hielo se estrenó en salas de cine españolas el 29 de noviembre de 2013. Se puede ver en la plataforma Disney+.
Crítica de 'Frozen. El reino del hielo'
Resumen
Ficha Técnica
Título: Frozen. El reino del hielo
Título original: Frozen / Frozen: Una aventura congelada
Reparto:
Año: 2013
Duración: 98 min.
País: Estados Unidos
Director: Chris Buck, Jennifer Lee
Guion: Jennifer Lee (Cuento: Hans Christian Andersen)
Fotografía:
Música: Christophe Beck
Género: Animación
Distribuidor: Walt Disney Studios Motion Picture Spain
Tráiler de 'Frozen. El reino del hielo'
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Sinopsis
Una profecía condena a un reino a un invierno eterno y Anna se ve obligada a unirse a Kristoff, un audaz hombre de las montañas, y su reno Sven en un viaje épico. Se encontrarán con místicos trols, un divertido muñeco de nieve llamado Olaf, temperaturas extremas propias del Everest y magia en cada rincón, en una carrera contrarreloj por hallar a la hermana de Anna: Elsa, la Reina de Hielo, y liberar al reino del invierno eterno.
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El símbolo del poder personal
Desde su estreno en 2013, la película Frozen ha sido una de las más aclamadas de Disney y ganadora de varias estatuillas. Y no es de extrañar que su historia siga empoderando y emocionando a grandes y pequeños. ¿Por qué? Se trata de un film vanguardista que apuesta por nuevos horizontes, roles y valores.
La compañía del ratón pone toda su magia en una producción donde la humanidad, la superación de los miedos y el descubrimiento de la propia identidad son los pilares de ese reino del hielo. El proyecto dota de realismo y peculiaridad a cada personaje y derriba murallas antiguas de estereotipos y vacíos argumentales. En él importa el recorrido y la profundidad de los protagonistas imperfectos y contrapuestos, el establecimiento de una cercanía transparente y vívida, y la evolución consciente y compasiva hacia el perdón, la aceptación y el renacimiento.
Bajo la nieve
Si bien estamos ante una película que presenta la jovialidad y la vena optimista y risueña características de Disney, el conflicto que propone indaga en las heridas de la infancia y enfatiza la transformación madura y la unión de las luces y sombras que viven en los personajes. No se limita a exponer una (des)conexión entre hermanas o a investigar un interés romántico, sino que atraviesa senderos melancólicos, dolorosos y probadores de fe sin salidas de emergencia. Comenzando por los temores de los reyes y los habitantes de Arendelle, continuando con los vacíos de las princesas agrandados por el paso del tiempo y la falta de autoestima, y finalizando con la ausencia o exceso de confianza, Frozen nos plantea preguntas desde su inicio. Y es que solo crearemos la primavera cuando amemos nuestro invierno...
No podemos tener pánico ante quiénes somos o eso nos congelará para siempre. En la maldición de esconde el don.
Examen de copos
A nivel técnico, la cinta cumple con creces. La atmósfera es dulce, hechizante, y refleja con mucho detalle la naturaleza y la tradición del norte europeo. Desde la creación de los hogares hasta las vestimentas, pasando por los fondos gélidos y montañosos, la calidad de los diseños es fiel a sus orígenes y al propósito del guion.
En cuanto a la música, acompaña gratamente el viaje aportando significado y calidez sentimental. Las canciones, con un magnifico trabajo de voz por parte de los actores principales, se ajustan de forma fácil y amable a las transiciones, permitiendo que conozcamos mejor a los personajes y entendamos sus travesías internas y externas. Pese a no ser tan icónicas en comparación con las legendarias del estudio, son amenas y sencillas.
El invierno nunca estuvo de más
En conclusión, la película Frozen se ha convertido en un clásico imprescindible que renueva la animación con enseñanzas vitales que jamás se derretirán. Nos apremia a ser auténticos, a buscar nuestra esencia más allá de todo límite impuesto por nosotros mismos o por los demás, y a enfrentar el temor y abrazar esa vulnerabilidad temblorosa que forma parte de la existencia humana.
Porque el amor toma infinitas formas, pero la de mayor importancia es la que destinamos a sobrevivir las heladas, a veces casi eternas, de los corazones fracturados por la oscuridad.
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