El 22 de marzo de 2024 se estrena internacionalmente en Netflix Shirley, escrita y dirigida por John Ridley, uniéndose a la multitud de filmes biográficos estrenados en el último año. Tetris, Oppenheimer o Priscilla representan grandes éxitos de este género en el pasado 2023, pero tristemente no se puede decir lo mismo de esta cinta, que queda muy lejos del nivel de estas. Este biopic nos hará adentrarnos en la vida de Shirley Chisholm - de peor o mejor manera-, la primera mujer negra en presentarse a las elecciones presidenciales y ser congresista en los EEUU. Decepcionante y tediosa a partes iguales, el film no le hace justicia al nombre de Chisholm, que sin duda merecía algo mejor.
Crítica de 'Shirley (2024)'
Resumen
Ficha Técnica
Título: Shirley
Título original: Shirley
Reparto:
Regina King (Shirley Chisholm)
Lance Reddick (Wesley McDonald 'Mac' Holder)
Terrence Howard (Arthur Hardwick Jr.)
Lucas Hedges (Robert Gottlieb)
André Holland (Walter Fauntroy)
Brian Stokes Mitchell (Stanley Townsend)
Christina Jackson (Barbara Lee)
Michael Cherrie (Conrad Chisholm)
W. Earl Brown (George Wallace)
Amirah Vann (Diahann Caroll)
Dorian Missick (Ron Dellums)
Micaela Wittman (Maggie)
Reina King (Muriel St. Hill)
Año: 2024
Duración: 117 min.
País: Estados Unidos
Director: John Ridley
Guion: John Ridley
Fotografía: Ramsey Nickell
Música: Tamar-Kali Brown
Género: Drama. Biográfico
Distribuidor: Netflix
Tráiler de 'Shirley (2024)'
Sinopsis
El retrato de Shirley Chisholm, un icono político pionero que se convirtió en la primera congresista negra y la primera mujer negra que se presentó a las elecciones presidenciales de EE. UU., y del coste que estos logros tuvieron para ella. (Netflix)
Dónde se puede ver la película en streaming
Terriblemente ordinaria
Ya en los más tempranos minutos de metraje, sentimos la importancia de Shirley Chisholm: La primera mujer negra en llegar a ser congresista en los EUA. El aura de esta etiqueta que desprende el coraje e ímpetu que representan a la famosa política es sentida por el espectador, que espera ver una historia de lucha, sacrificio y progreso en la carrera por las primarias en los setenta, pero nada más lejos de la realidad. Shirley (2024) se siente vacía, da vueltas sobre sí misma mientras no encuentra el rumbo de su relato, pese a estar basada en hechos reales. Los altibajos en la carrera de la activista nos son narrados sin ningún tipo de interés especial, como si se tratase de hechos rutinarios en la vida de los personajes, y no de eventos que marcarían la historia del movimiento racial.
Exceptuando alguna escena en concreto, Shirley no muestra signos de tener esencia más allá de narrar de manera fría su relato. Ni se empatiza con su protagonista, ni queda claro cuál es exactamente su movimiento. Desde un inicio conocemos a un personaje complicado y de carácter fuerte, y aun estando bien interpretado por Regina King, no encontramos esa fuerza por ningún lado. Shirley Chisholm pierde carácter a medida que avanza la cinta, y cae en una dinámica de repetición de situaciones y diálogos que intentan profundizar en ella, pero lo que hacen realmente es distanciar al espectador y hacerla ver como un escaparate político antes que a una mujer. De igual manera sucede con los personajes secundarios, que parecen colocados artificialmente para que la protagonista pueda lucirse y dejar clara su postura.
Entre el tedio y el convencionalismo
Más allá de la trama, Shirley (2024) tiene un grave problema con el ritmo, que crea un inaguantable tedio para el espectador. Es paradójico que cuanto más avanza Shirley en su carrera política, menos interés produce y más lenta y cargante se torna.
Al cargar el peso de la narrativa en el diálogo, constantemente nos vemos enfrascados en largas e impostadas conversaciones que no llevan a ningún lugar más que a reafirmar el carácter de la protagonista. Y no es que las conversaciones con cierta extensión deban de ser aburridas perse, sino que la dirección y el guion no las acompañan. Hay cintas que aún basándose en estas, se ayudan de los diferentes departamentos para no aburrir al espectador. Un claro ejemplo es “Un autre monde” de Stéphane Brizé, que conteniendo diálogos de larga duración, saben conformar una historia sólida y amena.
El tedio se apodera de Shirley a partir de los primeros cuarenta y cinco minutos, y no se consigue volver a recuperar el ritmo en la hora y cuarto restante. En un aspecto artístico, Shirley no destaca en ningún aspecto, pese a intentarlo. Ni la dirección, ni la fotografía ni la puesta en escena consiguen llamar la atención del espectador, que se siente agotado por el convencionalismo presentado, que lejos de agradar, hace rechazar la obra al poco de comenzarla.
Conclusión de 'Shirley (2024)'
Shirley (2024) no consigue escapar de la monotonía y el tedio que todos los biopics temen e intentan esquivar. No se nos relata nada más allá que los altibajos de la carrera política de la protagonista, que tristemente dejan de interesar al poco del comienzo de esta. Queda claro que Shirley Chisholm le ha quedado grande a Netflix, que no ha sabido llevar una cinta de esta importancia.
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