Walt Disney Pictures realizó su 25º largometraje de animación bajo el nombre de Taron y el caldero mágico, en 1985. Adaptación libre de los dos primeros libros de "Las Crónicas de Prydain", de Lloyd Alexander. Se ha convertido con el paso de los años en toda una película de culto. Sin embargo, en su momento, supuso un duro golpe para la compañía del ratón Mickey, dado que tan solo recaudó 21 millones de dólares, frente a los 44 que supuso el presupuesto de la cinta. A pesar de los malos datos, actualmente, se considera una de las películas más arriesgada de la factoría, al introducirse en un universo más oscuro al que tiene habituado al espectador. Su estreno en España originalmente fue el 19 de diciembre de 1985.



Taron y el caldero mágico

Crítica de 'Taron y el caldero mágico'

Ficha Técnica

Título: Taron y el caldero mágico
Título original: The Black Cauldron

Año: 1985
Duración: 80 min
País: Estados Unidos
Dirección: Ted Berman y Richard Rich
Guion: David Jonas, Vance Gerry, Ted Berman, Richard Rich, Al Wilson, Roy Morita, Peter Young, Art Stevens y Joe Hale
Música: Elmer Bernstein
Género: Animación
Distribución: Disney

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Sinopsis de 'Taron y el caldero mágico'

Taron y el caldero mágico nos presenta a Taron es un valeroso joven que debe impedir que el malvado Rey del Mal se apodere del Caldero Mágico, cuya fuerza misteriosa es capaz de crear un auténtico ejército de invencibles guerreros sobrenaturales. En su lucha contra el mal, Taron cuenta con la ayuda de su maestro, Dallben, la princesa Elena, un animal con aspecto de osito de peluche llamada Gurgi, un juglar que se hace llamar Fausto Flama, un cerdito con dotes de clarividente y un trío de brujas excéntricas. (FILMAFFINITY).

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Taron y el caldero mágico
Foto de Disney

La oscuridad invade Disney

Una de las películas más infravaloradas de los llamados clásicos Disney es Taron y el caldero mágico. El film es una versión inspirada en los dos primeros libros de "Las Crónicas de Prydain". Además, llama la atención que Ted Berman y Richard Rich se decantasen por una propuesta que se aleja del prototipo de film luminoso al que tiene acostumbrado al público el estudio. Por ello, es de agradecer que se narre una historia que hable de unos héroes muy distintos a los habituales. Así se puede ver ese camino hacia la gloria, pero que guarda su fuerza en la unión y el compañerismo. Por lo cual, obtiene unos matices que se alejan del maniqueísmo puro y duro que suele aflorar en este tipo de producciones. Aunque el villano es temible, el resto de personajes dejan ver sus imperfecciones al mismo tiempo que relucen sus virtudes.

Luego, la aventura no se torna en un solo escenario, sino que va saltando por diferentes mundos, lo que da mayor riqueza a la expansión del propio universo de fábula. Además, consigue unirlos de una manera orgánica, sin caer en el oportunismo, lo que deja una sensación agradable. Hay que admitir que algún giro de guion sí se encuentra algo forzado, pero no resta al resultado que muestra esa oscuridad tenebrosa menos habitual en Disney. Después, otro punto a favor es lo bien que se ha conservado, recordando al género de caballeros y fantasía, que cautiva al público una vez lo ve. También sería importante observar el tratamiento de la Princesa Elena, la cual se aleja de estereotipos y se lanza a las armas, en una visión más feminista que en títulos previos.

The Black Cauldron
Foto de Disney

Un porquero, una fregona y un fracasado

Como se comentaba anteriormente, llama la atención que Taron y el caldero mágico cuente con unos protagonistas menos prototípicos del héroe de turno. Para comenzar, Taron, el personaje principal, luce su imaginación y su ensoñación como sello de identidad. Al mismo tiempo, se ve esa terquedad y orgullo, lo que hace que no sea un personaje que se limita a lo positivo, sino que hay más aristas en él. Lo mismo ocurre con la princesa Elena, una de las figuras que rompe con el estereotipo de las princesas Disney. Paradójicamente, a día de hoy, su presencia sigue omitida en el grupo selecto de éstas. Antes de Elsa de “Frozen”, Elena ya había demostrado la fuerza de luchar y reivindicar su figura en la pelea, lo que muestra una forma de desarrollo distinto.

Por otro lado, los personajes recurrentes como Fausto Flama y Gurgi son imprescindible, en especial, el segundo. Gurgi es uno de esos personajes que va de menos a más por el arco evolutivo que presenta. Además, es uno de los personajes que protagoniza una de las secuencias más emotivas de la película. También se ve ese afán se superación, que es llevado por una luminosidad, a veces, demasiado edulcorada, pero que acaba gustando al espectador sin problemas. Por su parte, Fausto Flama no llega al mismo nivel que el resto de personaje y se mantiene una capa menos desarrollada, lo que dificulta que el espectador empatice con él. Cambiando de tercio, el Rey del Mal llega con una escalofriante presencia, que hace visibles las pesadillas de los más sensibles y está en la categoría de villanos más impactantes.

The Black Cauldron
Foto de Disney

Guerreros y monstruos

La simbología que se maneja en Taron y el caldero mágico es una fantasía oscura, que se disfruta por ese contraste de la ingenuidad más dramatizada. A través de esas tonalidades más tenebrosas, hacen que el espectador viaje a esos parajes de fábula. Transmite a la perfección esa sensibilidad artística, que no deja nada al azar. Desde la pequeña aldea de Taron hasta el castillo y la aldea de Brujas, tienen esos detalles que demuestran el cuidado y la precisión, yendo a una profundidad estilística muy enriquecida. Lo mismo sucede con la música, que tiene un resultado fascinante y se disfruta al máximo esa composición dedicada, que envuelve al público dentro de todo ese universo. En conjunción, se forma una sinergia entre música e imagen, que forja una combinación estupenda.

Por otro lado, el montaje de la película empieza con una esencia ligera y muy amena, con familiaridad. Pero, pronto, llega una metamorfosis donde se meten esas dosis de acción, misterio y aventura. Para los fans de este género, puede que falte algo de potencia, dado que es una energía más adecuada hacia el género familiar y no tan adulto y juvenil. Aun así, sigue manteniendo el nivel en todo momento y no flaquea. Luego, el diseño de los personajes es original, conservando el espíritu Disney pero con una perspectiva diferente. Para terminar, el final es lo que se puede esperar ante la marca de la compañía de Walt Disney, lo que deja ese efecto de positividad que no desentona. Por ende, es un buen cierre para algunos, mientras que, para otros, podría faltar cierta vigorosidad.

Taron y el caldero mágico
Foto de Disney

Conclusión

Taron y el caldero mágico es la llegada de Disney a un universo más tenebroso, que aún conserva su sello de identidad. Lo fructífero es encontrar una historia distinta, con unas dosis de aventura y fantasía estupendas. Además, ofrece unos héroes alejados de lo protípico, donde se ve esa intención de acercarlo hacia un mundo más tenebroso y complejo. La composición visual y sonora es extraordinaria, sumergiendo al espectador en ese universo de fábula oscura. Una leyenda infravalorada que clama su puesto y relevancia como uno de los clásicos más arriesgados de la historia de Disney.

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Diego Da Costa
Subdirector de Cinemagavia. Comunicólogo audiovisual por la UCM y Máster en Comunicación en la Red por la UNED. Miembro de EGEDA (Premios Forqué) e Ingeniero Audiovisual en Ricoh España. Co-creador de la compañía artística La Joie de la Colina. Como diría Elizabeth Taylor: "Las ideas mueven el mundo sólo si antes se han transformado en sentimientos".
taron-y-el-caldero-magico-critica-peliculaLa llegada de Disney a un universo más tenebroso, que aún conserva su sello de identidad. Lo fructífero es encontrar una historia distinta, con unas dosis de aventura y fantasía estupendas. Además, ofrece unos héroes alejados de lo protípico, donde se ve esa intención de acercarlo hacia un mundo más tenebroso y complejo. La composición visual y sonora es extraordinaria, sumergiendo al espectador en ese universo de fábula oscura. Una leyenda infravalorada que clama su puesto y relevancia como uno de los clásicos más arriesgados de la historia de Disney.

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