Pablo Remón se ha convertido en una de las figuras que más pasiones ha levantado en los últimos años en el panorama teatral. Gracias a varias de sus obras, se ha colocado como autor a seguir. Una de ellas ha sido Doña Rosita, anotada, primera pieza teatral que no es de su autoría única, al ser una adaptación teatral de "Doña Rosita la soltera o el lenguaje de las flores", de Federico García Lorca. El pasado 25 de noviembre de 2020 volvió a representarse en las tablas del Teatro Kamikaze, manteniéndose en cartel hasta el 13 de diciembre de 2020.
Título: Doña Rosita, anotada Título original: Doña Rosita, anotada
Reparto: Francesco Carril Fernanda Orazi Manuela Paso
Duración: 85 min. apróx. Dirección: Pablo Remón Autor: Federico García Lorca Dramaturgia y adaptación: Pablo Remón
Dirección de producción: Jordi Buxó
Dirección técnica: Paloma Parra y Víctor Sánchez
Producción ejecutiva: Rocío Saiz Escenografía: Mónica Boromello Ayudante de escenografía: Lorena Rubiano Iluminación: David Picazo (AAI) Vestuario: Ana López y Paula Castellanos (AAPEE) Espacio sonoro: Sandra Vicente Fotografía: Vanessa Rábade Diseño gráfico: Dani Sanchís
Ayudante de dirección: Raquel Alarcón
Gerente/regidor: Laura García Moreno
Técnico de iluminación: Rafael Gómez García Comunicación: Luisa Castiñeira y Joaquín Pérez Técnico de sonido: Manuel de Solís Segura Técnico de maquinaria: Nuria Jiménez Salvador Distribución: Caterina Muñoz Luceño Producción: Comunidad de Madrid y Buxman Producciones con la colaboración de La_Abdución
Tráiler de 'Doña Rosita, anotada'
Sinopsis de 'Doña Rosita, anotada'
Doña Rosita, anotada nos muestra cómo Pablo Remón adapta a Lorca en esta tragedia minúscula, donde nada trágico sucede, a la vez que es una comedia irónica sobre cierta sociedad española de provincias. Doña Rosita, traída ahora al siglo XXI cuenta la historia de una mujer provinciana que se promete con su primo, que tiene que emigrar a Argentina. Ella espera, y el paso del tiempo arrasa con todo. Francesco Carril, Fernanda Orazi y Manuela Paso protagonizan esta versión anotada y dirigida por Pablo Remón. (TEATRO KAMIKAZE).
Las mujeres lorquianas de Remón
Federico García Lorca es uno de los dramaturgos por excelencia de España, siendo uno de los autores más representados del país europeo. Por lo cual, no siempre es fácil innovar dentro de todo ese rico universo del que forma Lorca. Pablo Remón se lanza a hacer suyo uno de los títulos más famosos del granadino, convertido en Doña Rosita, anotada, bebiendo de la literatura de “Doña Rosita la soltera o el lenguaje de las flores”. Desde el principio se observa que no es una pieza teatral adaptada, sino que busca expandir su propio universo y hablar del legado emocional y personal de la propia obra en la experiencia del autor. Sin embargo, tampoco busca ser una personalización exacta, sino que va enumerando los vestigios de una sociedad que sigue viviendo en lo que reflejó Lorca en su obra.
Además, como su propio nombre indica, Remón introduce en una dramaturgia que hace la función del propio metateatro, al, incluso, participar con sus comentarios en vivo a través de uno de sus personajes. Así, se conoce esta realidad ficcionada para saber el proceso para llegar a esta nueva versión de Doña Rosita. Una Rosita que respeta la esencia original, pero se retuerce para convertirse en un título totalmente fresco y con una dramaturgia que es una oda a las mujeres que marcaron la vida de Remón. Y, no solamente para él, sino que también deja ese pedazo de empatía descarnada, donde los espectadores pueden ver un homenaje sincero y elegante hacia las mujeres de sus vidas. Por lo cual, Remón consigue algo más que su propia experiencia y es que cada uno perciba lo que se cuenta como propio.
Ellas y el escenario
Pablo Remón únicamente cuenta con tres actores sobre la escena para realizar su Doña Rosita, anotada. En primer lugar, Francesco Carril se convierte en el principal actor y avatar dramático de lo que sería la propia figura de Remón. A través de una naturalidad cotidiana, se aleja del espíritu más impostado, para sumergirse en una propuesta coloquial y orgánica. De esta manera, consigue que los espectadores confraternicen con él desde el principio, con múltiples risas cómplices ante la forma de expresar la vorágine existencial que azota en el interior de su personaje. De igual manera, a lo largo de la obra va mostrando distintas facetas, las cuales resuelve con una buena ejecución, aunque brilla más en unas que otras. Por tanto, el resultado de su trabajo es satisfactorio, a pesar de algunas flaquezas en partes muy concretas de la obra.
Fernanda Orazi derrocha un magnetismo y una personalidad espléndidas, que dejan constancia de su buen hacer como actriz y esa faceta camaleónica que le da mayor vigorosidad. Asimismo, las escenas en las que debe conmover con una fragilidad potente, donde se rompe al mismo tiempo que deja salir ese carisma tan propio. Además, como se ve durante la obra, tiene una versatilidad donde expone la pasión con la que realiza su trabajo. Al mismo tiempo, Manuela Paso también ofrece una interpretación que va creciéndose según va transcurriendo la obra. Con lo cual, la escena final es donde resuelve todo ese trabajo envuelto en una metamorfosis, que se sublima con uno de los momentos más significativos de la obra. También hay que añadir que los tres tienen una conexión muy especial, donde se nota la complicidad y confianza.
Una revisión contemporánea
El principio de Doña Rosita, anotada deja ver un escenario gris, con tres especies de monolitos a gran tamaño que llaman la atención. Es una forma de reflejar esos comienzos confusos de los que se hablan al empezar la obra, por lo que hay un apoyo creativo muy interesante. Pronto la puesta en escena se transforma, dejando ver esos atributos artísticos que establecen una poética del espacio. A pesar de convivir entre ellos, cada una cerca el universo que hay dentro. De igual manera, demandan al público que sea imaginativo durante el proceso, una forma de mantener el foco concentrado en los atributos que desean. Así rompen la figura del público observador y pasa a una pose más activa, en la que tiene que completar lo que se ve en escena. Aun así, nunca se queda parado, sino que siempre está ocurriendo algo, pero con un sentido coherente detrás.
El vestuario comienza con una propuesta más sencilla, que no rompe con la particularidad de la obra, pero todo ese proceso llega a una simbología sorprendente. En el momento en el que se empieza a ver toda esa transformación, ese paso del tiempo y la personalidad, que se conjugan con el significado de los aspectos plásticos, incluyendo una iluminación que expresa ese universo asfixiante, pero a la vez liberador. Como apunte, hay que fijarse en el maquillaje, que puede ser un detalle anecdótico, pero hay más allá de ello. Por otro lado, el ritmo, en conjunto, es dinámico, únicamente al principio tarda un poco en arrancar, pero una vez hecho sigue sin problemas. Lo mismo sucede con la selección musical, la cual tiene partes de lucidez, pero en otras ocasiones no termina de casar como se pudiera esperar.
Conclusión
Doña Rosita, anotada se sumerge en un homenaje a las mujeres de la vida de cada uno, pero también explora la esencia de Lorca durante el paso del tiempo. Una dramaturgia fresca, moderna y que permite ver la dificultad de extraer todo ese universo, pero comprobando que aún encaja con la actualidad por su carácter personal. Un reparto lleno de energía y potencial, que se mueve en un dinamismo necesario. Luego, la puesta en escena está totalmente viva y aprovecha al máximo la simbología que hay detrás. El lenguaje de la reflexión que encuentra su solución en las flores que emergen hoy.